El pasado 8 de marzo, miles de mujeres del pueblo trabajador salieron a movilizarse bloqueando vías principales, alzando banderas, pancartas, bengalas, antorchas y los rostros de las suyas. Es de profunda alegría ver una movilización tan grande, ocurriendo de forma simultánea en varias ciudades del país: Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga y Cartagena. Las mujeres populares, jóvenes, estudiantes y madres, se unieron el 8 de marzo para exigir derechos y justicia para sus hermanas de clase.

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Las mujeres del pueblo han asumido la falta de empleo, la carestía de los productos de la canasta familiar, los desalojos por ocupar una tierra para su familia. Además, se han cometido múltiples crímenes en contra de su integridad. A la fecha se estima que ha habido más de 30 feminicidios.

En medio de la marcha, se pudo documentar por medio de fotografías las exigencias de las mujeres, sus denuncias y su profundo deseo cambiar esta sociedad desigual e injusta que solo condena a una vida de miseria al pueblo entero.

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Esta marcha también fue la ocasión para el lanzamiento del Movimiento Femenino Popular (MFP). En medio de la marcha pudimos conversar con una mujer que hace parte de dicho movimiento. Esto nos dijo:

“Con alegría las mujeres del Movimiento Femenino Popular, en este 8 de marzo, día internacional de la mujer trabajadora saludamos a nuestra gloriosa clase proletaria, especialmente a las mujeres del pueblo.

Son las mujeres junto a los hombres del pueblo quienes construyen con su trabajo esta sociedad y a cambio reciben migajas y una vida de miseria, ya que el imperialismo y los grandes burgueses y latifundistas son esencialmente quienes se apropian de la riqueza que el pueblo produce. A las mujeres populares se les somete a la doble explotación, sobre sus hombros recae la reproducción de la fuerza de trabajo. Aquí en Colombia se calcula que ese trabajo, trabajo gratuito, genera unos 60 millones de dólares al año. Nosotras tenemos todo por conquistar y nada que perder. ¡Rebelarse es justo!

Queremos decir también que no debemos confiar en las falsas promesas de politiqueros y politiqueras que defienden a las clases dominantes. Nuestra única salida para la transformación de la sociedad es la organización -de hombres y mujeres del pueblo en pie de igualdad- bajo principios revolucionarios que dirijan procesos para acabar con el sometimiento imperialista, la gran burguesía y el latifundio. Necesitamos una revolución que entregue tierra al campesino y a la mujer campesina. Una revolución que nos conduzca a conquistar los derechos para todo el pueblo, justicia para el pueblo y para nuestras hermanas de clase.

Saludamos al pueblo con profundo orgullo de nuestra condición femenina, dejando claro que no todas las mujeres somos iguales. Unas somos las mujeres populares y otras son las mujeres de las clases dominantes. Las mujeres del pueblo estamos llamadas a combatir a las clases dominantes.

Finalmente llamamos a todas las mujeres populares, vendedoras informales, trabajadoras, amas de casa, estudiantes a romper las cadenas y desencadenar nuestra furia como una fuerza poderosa para la revolución.

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