
En 2022, recién Gustavo Petro fue elegido como presidente, hizo un llamado a la conformación de una coalición para gobernar, a la que llamó “El Gran Acuerdo Nacional”, e invitó a los partidos que se dicen de izquierda y centro, pero también, para sorpresa de muchos, invitó a los partidos tradicionales, históricamente comprobados enemigos del pueblo trabajador, como el Partido Liberal y Conservador. Fue tal el anhelo de Petro, de tratar de unir a las élites políticas del país, para impulsar con ellas “el cambio”, que hasta tuvo una reunión con Álvaro Uribe, en noviembre de 2023, donde ambas partes se comprometieron a mantener canales de diálogo. El uribismo no se unió al gobierno, pero liberales, conservadores, Partido de la U, no dudaron en hacerlo, pues, en aquel entonces, después del Gran Levantamiento Popular, los ánimos del pueblo reclamaban cambios estructurales de la sociedad colombiana, y dichos politiqueros, expertos en tomar los anhelos del pueblo para traficar con ellos, se subieron al “gobierno del cambio”.
En aquel entonces, en nuestra editorial, cuestionamos: “Partidos que apoyaron a Duque, varios que apoyaron a Uribe y/o a Santos, apoyarán al gobierno de Petro. ¿Qué tipo de cambios se puede esperar de esta coalición de las clases dominantes? ¿No es esto una especie de reedición del Frente Nacional en que todas o la mayoría de las clases dominantes, ante el peligro de la rebelión violenta del pueblo, se ponen de acuerdo en la forma en que hay que apaciguarlo?”
Han pasado casi tres años, y aún seguimos preguntándonos: ¿Se puede realizar algún cambio estructural, de la mano de las mismas clases dominantes que son las responsables de los problemas de Colombia? ¿Se puede hacer una reforma agraria, de la mano de los terratenientes que tienen concentrada la tierra y se enriquecen de la servidumbre y la renta en el campo? ¿Se puede garantizar salud, educación, pensiones, y otros derechos fundamentales, de la mano de los partidos que llevan décadas convirtiendo dichos derechos en jugosos negocios para el gran capital privado?
Recientemente, y como parte de los preparativos para las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2026, Gustavo Petro ha vuelto a proponer la conformación de otra gran coalición, esta vez la ha llamado Frente Amplio.
Para lograr ese Frente Amplio, el petrismo ya empezó a ajustar toda su maquinaria y enfilar a todas sus fuerzas hacia dicho objetivo. El paso inicial, fue el primer consejo de ministros televisado, donde Petro defendió a Benedetti como nuevo jefe de despacho y dio una cátedra sobre sectarismo a sus ministros inconformes: “yo no quiero ese sectarismo de que nosotros somos los puros, y los otros los impuros, y que el proyecto se hace a partir de los puros […] el sectarismo hace perder el proyecto popular”. Ante sus ministros, Petro exigió una “segunda oportunidad” para Benedetti, y lo defendió a capa y espada, porque él será el arquitecto que intentará construir ese Frente Amplio, cuyo objetivo es, tanto sacar adelante algunas reformas en el Congreso, durante lo que queda de gobierno, como principalmente, pelear las elecciones en 2026.
¿Por qué Petro elige a Benedetti por encima otros petristas? Porque Benedetti es un camaleón profesional sin escrúpulos para la politiquería. Empezó su carrera politiquera siendo liberal, luego durante el gobierno de Álvaro Uribe, Benedetti se volvió uribista, y se cambió de partido, pasándose al Partido de la U (uribista). Fiel defensor del gobierno Uribe, apoyó su reelección argumentando que “pocas veces uno ve un gobernante tan bueno, tan comprometido con la patria, que sería bueno darle continuidad a ese proceso” y afirmó que él haría “respetar al presidente Uribe en cualquier escenario”. Años después, cuando Santos fue elegido presidente y se distanció de Uribe, Benedetti se mantuvo en el bando ganador, siguió siendo parte del Partido de la U (ahora santista), en vez de irse con el uribismo a conformar el Centro Democrático. Cuando le preguntaron por qué no se iba con el uribismo, contestó: “quienes pelearon fueron el señor Uribe y Santos, nosotros estábamos juntos, yo soy hijo de padres separados, y fue la misma vaina […] ellos fueron los que pelearon y uno siempre se queda con la mamá, y como Santos estaba en la casa de Nariño, pues nos quedamos acá, la casa de Nariño que es la mamá”. Entonces los elogios se trasladaron hacia Santos: “ha sido un año de un presidente excepcional, de un estadista, de un estratega como pocos se han visto. Pareciera que no se ha equivocado en nada”. En 2021 se incorporó a la Colombia Humana, y fue una de las fichas claves de la campaña presidencial de Petro. Es de conocimiento público, que gracias a Benedetti se logró el apoyo de varios clanes políticos de la costa, sin los cuales Petro no hubiese podido ganar las elecciones. Y también es de conocimiento público, que existen indicios de que dicha campaña está impregnada de dinero ilegal. El mismo Benedetti en junio de 2023, en una pugna con Laura Sarabia, amenazó al petrismo con revelar toda la podredumbre de la campaña: “Ajá, marica, yo hice 100 reuniones (…) 15.000 millones de pesos, es más, si no es por mí no ganan. […] Yo fui el que organicé todos los votos, hijueputa, en la Costa, todos, hijueputa, sin que pusieran un peso… ¿O es que quieren que diga, hijueputa, quién fue el que puso la plata? […] Prepárense porque yo en cualquier momento reclamo mi espacio político y no lo hagan para que vean, y si creen que es una amenaza, es una amenaza y si quieres grabarlo, grábalo […] Con tanta mierda que yo sé, nos jodemos todos, sí, ustedes me joden a mí, yo los jodo a ustedes. […] Laura, te lo juro por la vida de mis hijos. Nos hundimos todos, nos vamos presos”. Este episodio de la politiquería nacional fue quedando en el olvido, hasta que volvió a revivir cuando, en el reciente primer consejo de ministros televisado, el director de la Unidad Nacional de Protección, acusó a Benedetti de estar involucrado en el ingreso de $500 millones a la campaña, provenientes del zar del contrabando, alias “papá pitufo”, lo cual desató un nuevo escándalo de corrupción dentro del gobierno Petro.
Después del mencionado consejo de ministros, empezó a gestarse el Frente Amplio con las siguientes incorporaciones al “gobierno del cambio”: por los conservadores, Patricia Duque, nueva Min. Deporte, aunque de momento no tiene el apoyo de todo el Partido Conservador; por el Partido de la U, Julián Molina Gómez, nuevo Min. TIC; por Alianza Verde, Antonio Sanguino, nuevo Min. Trabajo, y María Fernanda Rojas, nueva Min. Transporte; y finalmente el General Pedro Arnulfo Sánchez, nuevo Min. Defensa, que llama la atención, pues desde 1991 no asumía dicho ministerio un militar, y que podría ser una táctica del gobierno para ganarse a los sectores de las clases dominantes que desean priorizar la seguridad y la guerra contra la insurgencia, quitándole la exclusividad de esa bandera al uribismo. El “gobierno de la paz total” ahora levanta firmemente las banderas de la guerra.
Algunos de los ministros inconformes, después de aquel consejo de ministros televisado, entendieron el jalón de orejas de Petro y asumieron su lugar: “El presidente nos está haciendo una alerta para que leamos el momento político de forma más estratégica”, dijo el Min. Educación, Daniel Rojas, quien complementó: “En el 2026 no nos podemos condenar al ostracismo. Porque si lo hacemos vamos a terminar con una pancarta que dice que tenemos la razón, pero sin el poder. Y la política no es para dejar constancias”. Lo anterior significa, la aceptación de que es necesario abrir las puertas a los partidos y politiqueros tradicionales, para garantizar la continuidad del gobierno.
Sin embargo, la tarea de crear un Frente Amplio de las clases dominantes, que incluya a los Partidos Conservador, Liberal, y otros de centro y derecha, no está tan fácil para el petrismo. Existe una diferencia entre, las condiciones políticas y sociales del país, que permitieron aquel “Gran Acuerdo Nacional” del 2022 y las condiciones en el presente. Esa diferencia es la rebeldía del pueblo en ascenso. En 2022, las clases dominantes estaban urgidas de frenar la creciente protesta popular que cada año superaba en amplitud y combatividad al anterior: 2018 paro nacional universitario; 2019-2020 paro nacional 21N; 2020 levantamiento popular en Bogotá por la muerte del abogado Javier Ordóñez, más de 70 CAI destruidos entre el 9 y 10 de septiembre; y finalmente en 2021, el Gran Levantamiento Popular, iniciado el 28A, y que estremeció todo el país por meses. En ese contexto, ganaron las elecciones aquellas fuerzas politiqueras que cabalgaron sobre la inconformidad del pueblo trabajador. Y en ese contexto, fuerzas tradicionales como los liberales y conservadores, no dudaron en juntarse al gobierno Petro, pues era el único que podía salvar a los ricos, de un estallido social más grande y más combativo. Alejandro Gaviria (subdirector DNP del gobierno Uribe y Min. Salud del gobierno Santos) sintetizó muy bien aquella situación del país: “estamos durmiendo sobre un volcán”, y luego se adhirió por un tiempo al gobierno Petro, argumentando que “sería mejor tener una explosión controlada con Gustavo Petro, que embotellar el volcán”. Así se convirtió en el primer Min. Educación del “gobierno del cambio”.

En pocos meses, una vez alcanzada la presidencia, el gobierno Petro logró su principal objetivo: adormecer el “volcán” con promesas de cambio que nunca llegaron, sirviendo así a los intereses de las clases dominantes. Ahora, los fracasos de sus reformas en el Congreso, le permiten lavarse un poco las manos, justificando que los incumplimientos no han sido por su culpa, sino por culpa de, por un lado, la extrema derecha y la derecha que bloquean las reformas en el Congreso, y por otro lado, de sus ministros que no están a su altura: “El presidente es revolucionario, el gobierno no”.
Gustavo Petro, sabe que, si no logra unir en torno suyo a los partidos de centro y derecha, el petrismo será derrotado en las próximas elecciones. Para ello, ha recurrido nuevamente a la ayuda de un camaleón profesional como Armando Benedetti, quien se había alejado después del escándalo mencionado, ocasionado por los audios en que amenazó a Laura Sarabia, con mandar a todos a la cárcel. Pues bueno, iniciando el 2025, el presidente Petro aplicó las “segundas oportunidades” y volvió a convocar a Benedetti, y no solo lo ha convocado, sino que lo ha puesto de timonel del barco: ahora ejerce como jefe de despacho presidencial y como ministro del Interior. Su misión: salvar el proyecto petrista de su hundimiento. Su estrategia: politiquería, mermelada, entrega de puestos burocráticos, alianzas con clanes políticos tradicionales, ingreso de dineros ilegales, y más recientemente la Consulta Popular, que lejos de ser una forma en que el pueblo ejerce el poder, para Benedetti no es más que la “papayita” que permite al petrismo iniciar la campaña presidencial, buscando engañar al pueblo con una nueva ilusión y un nuevo enemigo: los congresistas que bloquean las reformas del supuesto cambio.
El nuevo Frente Amplio de Gustavo Petro y Benedetti, es un intento de volver a unir a la mayoría de las clases dominantes en torno al proyecto petrista para mantener dormido el “volcán”, y garantizar la continuidad de la explotación de los terratenientes, grandes burgueses y del imperialismo yanqui sobre el pueblo colombiano. Volvemos y preguntamos: ¿serán posibles las grandes transformaciones sociales que exige el pueblo trabajador, de la mano de los grandes explotadores?