Luego de un encuentro con la comandante del Comando Sur de Estados Unidos, el presidente oportunista Gustavo Petro anunció la llegada de una nueva fuerza para proteger el Amazonas de la tala ilegal de árboles y la deforestación. En efecto, según lo informó el medio monopólico The San Diego Union Tribune, Estados Unidos donó 12 helicópteros Black Hawk a la policía colombiana con el objetivo de “ayudar al gobierno a capturar y enjuiciar a los grandes depredadores del medioambiente”. Para Petro esta fuerza que llega constituye una “nueva era de colaboración militar” con el país imperialista.

Que Colombia cuente con, al menos, 7 bases militares estadounidenses, hace que sea un país “socio” y fundamentalmente estratégico para Estados Unidos ejercer su dominio imperialista en la región y en el mundo.

A través del llamado Comando Sur, Estados Unidos ha llevado a cabo diversas estrategias de dominación para afianzar su poder. Como el famoso Plan Colombia que derivó en una agudización del paramilitarismo, aumento de denuncias por violaciones de derechos humanos, aumento de la producción de coca y más miseria para el pueblo colombiano.

Por su parte, el Amazonas que el gobierno oportunista quiere «proteger» con militarización viene en un proceso de degradación y deforestación. Según InfoAmazonia, de agosto a septiembre de este año se dieron 100 millones de talas, aumentando la velocidad de deforestación. Según Petro, “es la gente que está quemando la selva y eso es punto de no retorno”. Sin embargo, según un informe de la WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) presentado en 2016, la ganadería y el monocultivo de soja a gran escala son los principales contribuyentes en la degradación de la tierra amazónica.

En este sentido, la revista Time y The Mighty Earth, responsabilizan a una de las empresas vendedoras de carne más grande de Brasil Frigon (Frigorífico Irmãos Gonçalves) y a la compañía estadounidense Cargill, llamada “la peor compañía del mundo”, de despejar de forma intensa las tierras amazónicas para el pastoreo de ganado y el monocultivo de soja. Los graves daños en el Amazonas no demuestran ser de “la gente”, sino de grandes empresas y multinacionales extranjeras que siguen acumulando riquezas a costa de la destrucción ambiental.

Detrás de la fachada de ambientalismo de la nueva era de colaboración militar de la que habla Petro se esconden, por el contrario, los intereses del país imperialista para afianzar su dominación militar y económica en la región bajo una nueva careta. Así mismo, se devela el carácter reaccionario del nuevo gobierno con sus intenciones militaristas, de persecución al movimiento popular y profundización de nuestra condición semicolonial, aplicadas también por el presidente ultrarreaccionario Bolsonaro en la Amazonía brasileña.

Fuente: insurgente.org