El 8 de marzo, día internacional de la mujer obrera, es anunciado a nivel internacional por el imperialismo y la reacción como el día de todas las mujeres (incluyendo a las de las clases dominantes) y conmemora la lucha de éstas por conseguir igualdad de derechos con los hombres. Sin embargo, esta no es la realidad. Quienes históricamente han luchado por conquistar sus reivindicaciones han sido las mujeres populares. Para los pueblos del mundo el 8 de marzo es una importante fecha en la lucha revolucionaria por transformar la sociedad.

El origen del 8 de marzo está ligado a la revolución Rusa y al movimiento comunista que avanzaba en Europa en aquellos años. En 1910, en la II conferencia de mujeres socialistas, Clara Zetkin -dirigente del Partido Socialdemócrata de Alemania (nombre en ese entonces del Partido Comunista)- propone que se defina un día de conmemoración de la lucha de las mujeres de las clases explotadas y oprimidas de todos los países.

Diseño propio (recopilación fotos diversas fuentes)

Y precisamente el 8 de marzo, día en que años después, en 1917, se llevó a cabo una masiva movilización de mujeres en Petrogrado, sería la fecha elegida. La manifestación, dirigida por el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (Bolchevique) fue escenario de la movilización de miles de mujeres que salieron a las calles a rechazar el hambre, el zarismo y la guerra entre los imperialistas (quienes pretendían que el pueblo pusiera su sangre para que ellos pudieran amasar más riquezas y controlar más países). Esta lucha marcó el inicio de la huelga general contra el régimen zarista que tras sucesivas luchas lleva a que la clase obrera rusa y el campesinado, aliado histórico del proletariado, bajo la dirección del Partido Bolchevique (encabezado por Lenin) tomen el poder e inicien la construcción de la primera patria socialista del mundo.

En homenaje a esta rebelión de las obreras rusas, diferentes movimientos revolucionarios y comunistas en todo el mundo pasan a celebrar el día internacional de la mujer obrera el 8 de marzo, enmarcándolo en la lucha de la mujer – junto al pueblo en general- por la transformación de la sociedad.

En 1972, las Naciones Unidas declaró a 1975 como el año internacional de todas las mujeres y llamó a los diferentes países a definir un día internacional por la igualdad de derechos de todas las mujeres. Su versión frente al origen de la fecha tiene que ver con un incendio al interior de la fábrica textilera Cotton en Nueva York, donde murieron cientos de obreras que se encontraban en huelga contra el patrón, quien tuvo complicidad en el incendio. Sin embargo, el asesinato de estas obreras luchadoras no ocurrió el 8 de marzo. Como lo describimos antes, fue de entre las mujeres dirigentes comunistas y con apoyo de las organizaciones comunistas de la época para destacar la lucha revolucionaria de la mujer, de donde surgió el día internacional de la mujer como un día de lucha contra la opresión y por la emancipación de las mujeres, de la clase obrera y del pueblo.

No se trata de los derechos de autor. Lo que se pretende mostrar es que el origen de esta fecha, su carácter clasista y de lucha revolucionaria, ha sido tergiversado a lo largo de la historia. Países y empresas imperialistas, así como organismos a su servicio, han intentado convertir este día en una celebración desclasada y comercial, para hacer regalos y adornar a las mujeres.

¿Cuáles son las condiciones de vida de las mujeres del pueblo en Colombia hoy?

Foto: Catalunya Plural

La crisis general del imperialismo expresada actualmente -entre otras formas- en un escaso crecimiento de la economía en los diferentes países y una elevada inflación, ha llevado a que las condiciones de las masas sean cada vez más precarias. Muestra de ello es el aumento en el costo de vida resultado de la inflación, que en el 2022 en nuestro país fue de 14,92% para los más pobres, porcentaje por encima del promedio nacional que a enero de 2023 estuvo en 13,25%, la más alta en 24 años según el Departamento Administrativo Nacional De Estadística DANE. Y si hablamos de los alimentos, su precio subió un 25%.

Casi el 40% de la población colombiana vive en la pobreza. Discriminado por género, son pobres el 38,2% de los hombres y el 40,3% de las mujeres. En marzo del año anterior 12% de estas mujeres tuvieron dificultades económicas para atender su periodo menstrual. Las condiciones de pobreza son más pronunciadas en las mujeres del pueblo, llevando a que sean más golpeadas por la inflación:

Jazmín, una madre cabeza de familia que trabaja en servicios domésticos en Bogotá, ha tenido que eliminar algunos alimentos del mercado, sus hijos dejaron de comer onces, la carne y el pollo lo reemplazaron por el huevo, se tienen que turnar para comer proteína. (portafolio, 2022)

Según datos del DANE, es seis veces más posible que un niño hijo de una mujer no educada, sufra de desnutrición crónica, comparado con los niños cuyas madres tienen un nivel educativo mayor a la secundaria. Solo estas cifras develan la dimensión de la desigualdad y que no todas las mujeres comparten los mismos problemas y reivindicaciones.

Son miles las mujeres en estas condiciones: un poco más de la mitad de las mujeres del país son madres cabeza de familia -más de 12 millones-, de estos hogares el 43% vive en la pobreza y 14,5% en pobreza monetaria extrema (DANE, 2022). Estas cifras se traducen en millones de mujeres que día a día luchan por resolver qué van a dar de comer a sus familias, cómo pagar arriendo o a qué nueva invasión irse a pelear un lote para levantar su casa, cómo atender su periodo menstrual, cómo comprar los útiles escolares para sus hijos, entre muchas otras necesidades.

El gobierno actual ha planteado desde su campaña la entrega de una renta básica de 500 mil pesos a madres cabeza de familia que se encuentren en situación de pobreza, en palabras de Petro, esta es la “primera medida para superar la pobreza”. La cantidad de mujeres que recibirán esta renta no es clara aún, en twitter Petro ha hablado de 2 millones de mujeres, pero esto no se ha definido y parece estar aún lejano de concretarse pues depende de una adición presupuestal que debe ser aprobada por el Congreso. Por otro lado, son casi la mitad de las madres cabeza de familia las que hoy viven en la pobreza y el subsidio solo está considerado para 2 millones de ellas, quedando por fuera alrededor de 3 millones de mujeres pobres.

En cuanto al empleo, las mujeres reciben salarios más bajos que los ya míseros pagos de los obreros, tienen menor participación en el mercado laboral y sus actividades se concentran en ramas de menor productividad y en empleos informales. El 14,3% de las mujeres del país están desempleadas, el porcentaje de mujeres trabajando en la informalidad se incrementó en un 7% de 2021 a 2022. El 48,2% de las mujeres que trabajan lo hacen en la informalidad, lo que significa poca estabilidad en los ingresos e incluso ingresos más precarios que los que genera un trabajo formal. El 93,6% de la población ocupada en empleos domésticos son mujeres, lo que muestra que las mujeres son relegadas a labores del hogar y del cuidado. Para las mujeres en el campo la situación es aún más precaria: mientras a inicios de 2022 en las ciudades participaban en el mercado laboral 82 mujeres por cada 100 hombres, en el campo fueron solo 45. Las mujeres campesinas invierten mucho más tiempo en las labores domésticas y de cuidado, pues deben buscar los insumos para poder realizarlas (leña, agua, alimentos). El 46,5% de las mujeres en zonas rurales se encuentran en situación de pobreza por las precarias condiciones de vida (falta de alcantarillados, agua potable, viviendas dignas, etc.). Alrededor del 31,3% de las trabajadoras agrícolas en Colombia son consideradas ayudantes sin salario. Solo el 26% de las mujeres tienen titularidad sobre las tierras y 51,8% de las mujeres rurales no tienen ingresos propios.

Las mujeres pobres y trabajadoras tienen doble jornada laboral, realizan en sus propios hogares labores domésticas y de cuidado que no son remuneradas. Según el DANE, entre enero y abril de 2021, las mujeres en Colombia destinaron casi 8 horas diarias a estas actividades, trabajo no pago que fue valorado en 230,3 billones de pesos, ¡una quinta parte del PIB del país!, muestra muy clara del importante papel que cumplen las mujeres para la sociedad, pero además, de la doble explotación que viven, pues este dinero no pago a las mujeres se va a engordar los bolsillos de los grandes ricos, que de ser pagado (algo que nunca harán) representaría una disminución en las ganancias de los patrones y una mejora en las condiciones de vida de las mujeres pobres y explotadas de nuestro país. Esta doble opresión sirve a los ricos para: 1. Generar mayores riquezas. 2. Mantener a las mujeres sumisas, evitando así que se rebelen 3. Dividir a los hombres y mujeres del pueblo.

¿Qué pasaría si las mujeres no asumieran el trabajo doméstico y de cuidado? Los patrones tendrían que aumentar el salario a los obreros para que pudieran pagar estos servicios, o tendrían que reducir la jornada laboral de los empleados para garantizar el tiempo y las condiciones para que ellos los hicieran. En cualquiera de los dos casos, los dueños de las empresas verían reducidas sus ganancias. Claramente esto no les interesa, por el contrario, el capitalista busca siempre aumentar sus ganancias-, no tienen el más mínimo interés en que esta condición de la mujer cambie.

El Movimiento Femenino Popular de Brasil, organización revolucionaria de mujeres, plantea que las mujeres viven una doble opresión: “El terrateniente y el capitalista, explotan a la mujer de dos formas, a través de la fuerza de trabajo directa en el campo o en la fábrica y en el propio hogar, donde son ellas las que cuidan de todo lo que es necesario para reponer la fuerza de trabajo necesaria en el día siguiente para seguir la explotación: la mujer lava, plancha, cocina, cuida de los hijos, habiendo o no ejercido una jornada de trabajo, ejecutando una función extenuante y vista sin ningún valor.” (pag.10) Las mujeres del pueblo son entonces oprimidas por ser mujeres y por ser pobres.

Para mantener esta opresión, las clases dominantes difunden fuertemente por medio de la religión, las telenovelas, la música, etc. la idea de una “naturaleza deficitaria” de la mujer, que son inferiores a los hombres; por muchos medios se replica la idea de la mujer como un cuerpo de consumo para el placer del hombre, reduciéndoseles a objetos sexuales; con esto en mente muchas son golpeadas, violadas y asesinadas; se difunde que la obligación natural de las mujeres es cuidar a la familia. Producto de esa ideología decadente, en el 2022 se presentaron 614 feminicidios y en lo que va corrido del presente año van 25. En el 2022 hubo 20.973 denuncias por violencia sexual, la inmensa mayoría de los casos quedan en la impunidad.

¿Cómo se pueden cambiar estas condiciones?

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No es posible que 500 mil pesos mensuales sirvan para que las mujeres superen la pobreza cargando con tantas injusticias sobre sus hombros. El trabajo doméstico debe ser pago, las labores domésticas y del cuidado deben ser asumidas socialmente, las mujeres necesitan salir de las estrechas labores del hogar, como condición para poder participar en las demás actividades económicas, políticas y culturales de la sociedad: estudiar, hacer parte de las labores productivas, acceder a la cultura, a la política; las campesinas deben tener tierra para trabajarla, deben contar con agua potable y viviendas dignas.

Si miramos nuestra sociedad, solo las mujeres ricas pueden tener esas condiciones de vida. Los grandes ricos no pueden permitir estos derechos a las mujeres pobres, es más, son quienes generan y mantienen su pobreza, pues es resultado de la explotación de mujeres y hombres del pueblo que consiguen su riqueza. Nada de esto es posible conseguirlo en una sociedad de clases como la que vivimos. Al respecto Alexandra Kollontai, comunista rusa y una de las representantes de la concepción marxista frente al problema de la mujer, señala que la realización de derechos económicos, políticos y culturales para las mujeres “está constantemente dificultada por los obstáculos que derivan de la naturaleza misma del capitalismo. Una mujer puede tener igualdad de derechos y ser verdaderamente libre sólo en un mundo de trabajo socializado, de armonía y justicia” (Los fundamentos sociales de la cuestión femenina, 1907).

Por su parte, la comunista alemana Clara Zetkin planteó: “la lucha de emancipación de la mujer proletaria no puede ser una lucha similar a la que desarrolla la mujer burguesa contra el hombre de su clase; por el contrario, la suya es una lucha que va unida a la del hombre de su clase contra la clase de los capitalistas.” (Sólo con la mujer proletaria triunfará el socialismo, 1896).

Contrastemos esto con algunos datos de mujeres del gobierno y grandes ricas del país. Marta Lucia Ramírez, exvicepresidenta de Colombia, para el 2020 contaba con una riqueza superior a los 7 mil 600 millones de pesos. Beatriz Dávila de Santo Domingo es una de las mujeres más ricas de Colombia, con una fortuna estimada en 3.900 millones de dólares.

Por otro lado, en el manejo de los dineros del pueblo administrado por el Estado también se observan grandes desigualdades: Verónica Alcocer, primera dama de Colombia, quien recientemente estuvo viajando a 3 países (Reino Unido, Estados Unidos y Japón), asistiendo a funerales y visitando al papa, gastó en estos viajes 63 millones de pesos, dinero que corrió por cuenta del pueblo colombiano. El sueldo de funcionarios del gobierno es supremamente alto. Sumando el salario de vicepresidenta y de ministra, Francia Márquez recibe un salario de 49 millones 500 mil pesos mensuales por sus cargos. A las y los congresistas se les paga $37′880.418 mensuales.

Estas son solo algunas muestras de las condiciones de vida que tienen las mujeres del gobierno y las ricas, no comparables con los $161.099 de ingresos mensuales que tienen las mujeres que se encuentran en pobreza extrema en el país.

Alexandra Kollontai señala que no todas las mujeres son iguales, no libran la misma lucha: “El mundo de las mujeres está dividido —al igual que lo está el de los hombres— en dos bandos. Los intereses y aspiraciones de un grupo de mujeres les acercan a la clase burguesa, mientras que el otro grupo tiene estrechas conexiones con el proletariado, y sus demandas de liberación abarcan una solución completa a la cuestión de la mujer. Así, aunque ambos bandos siguen el lema general de la “liberación de la mujer”, sus objetivos e intereses son diferentes.” (Los fundamentos sociales de la cuestión femenina, 1907).

Las mujeres del pueblo viven una doble opresión y no es posible liberarse de ella en la sociedad capitalista, pues su opresión es fuente de riqueza para los explotadores. Los culpables de esta opresión no son los hombres, su origen y esencia se encuentra en la división de la sociedad en clases, donde hay hombres y mujeres oprimidas y opresores. Por tanto, el camino de las mujeres para transformar sus condiciones de vida atraviesa la lucha contra las y los explotadores, el camino trazado por las obreras rusas el 8 de marzo de 1917, las obreras de Nueva York, el camino de las campesinas y mujeres populares que se han organizado y levantado, junto al resto del pueblo, para luchar contra la explotación.