La frase dice: “Nuestra herencia inmortalizada es rica, nuestra herencia es vasta, nuestra herencia es inagotable. Ese legado de Abraham a Suleyman, de Kazim a Mehmet, de Meral a Asmin. Ha nacido; creció con el tiempo, bebió del elixir de la inmortalidad, condicionada para la victoria. Tenemos más razones para abrazar la Revolución Democrática Popular”.
 

Hace 51 años, obreros, campesinos y pueblo trabajador en Turquía iniciaron una guerra popular contra la clase feudal, el imperialismo, y los grandes burgueses; dirigidos por el Partido Comunista de Turkia/marxista-leninista (TKP/ML) y su gran lider Ibrahim Kaypakkaya. En estos 51 años de lucha por una Revolución Democrática Popular en Turquía cientos de comunistas y revolucionarios han entregado su vida. Ibrahim Kaypakkaya fue capturado, torturado y asesinado por la policía, y con ello TKP/ML señala que fue inmortalizado.  El TKP/ML conmemoró la semana de los mártires de la revolución la última semana de enero, en la cual rinde homenaje a los mártires de la revolución democrática y refirma su compromiso en llevarla hasta el fin. El TKP/ML adelantó decenas de actos conmemorativos en Turquía y en varios países de Europa. El Periódico Nueva Democracia de Turquía (yenidemokrasi32.net) afirma:

La Revolución Democrática Popular se desarrollará sobre los hombros de quienes dedican su vida a ella y de quienes hacen toda clase de sacrificios por ella; triunfará con los que mueren por ella. Esta es la ley de las revoluciones. Aparte de la realidad histórica y su carácter absoluto, la razón más importante por la que la revolución se ha convertido en una causa irreversible son aquellos han dado su vida en ella. … ninguno de nosotros puede encogerse de hombros, darse el lujo de eludir o renunciar, nos llaman a caminar por el mismo camino, a mostrar el mismo trabajo desinteresado. A lo largo de nuestro medio siglo de historia de lucha, el sentimiento que llevamos por nuestros compañeros, a quienes hemos inmortalzado, ha sido el de abrazar la lucha con todas nuestras fuerzas para tratar de hacernos dignos. Este es el fenómeno que convierte la revolución en una carrera de relevos, que lleva las armas de mano en mano, que agranda la lucha paso a paso. A nuestra ideología le debemos su capacidad de convertir el dolor y la tristeza en odio, para afinar el dinamismo de la guerra. Nuestro compromiso con el comunismo, con la ideología marxista-leninista-maoísta condiciona nuestra visión de la revolución y la guerra popular en una realidad científica…pero alcanzar las metas que nos plantea nuestra ideología solo se puede lograr a través de pioneros y líderes, que es la base que nos guía. Los comunistas somos los mártires de la revolución, cuanto más sólida sea la base …más rico será el legado que dejaremos a quienes lo continúen. Cada uno de nuestros mártires se han hecho inmortales al lograr esto.”