El próximo 28 de abril se cumplirán dos años de la movilización que dio inicio a las protestas del Paro Nacional de 2021, un Gran Levantamiento Popular que remeció a Colombia, convirtiéndose en uno de los hitos más importantes de la historia del país en términos de la protesta popular. Algunos activistas y estudiosos de los movimiento sociales han señalado que estas protestas fueron superiores a las del Paro Cívico de septiembre de 1977 y que por su dimensión e importancia solo resultan comparables con “El Bogotazo”, otro gran levantamiento popular iniciado el 9 de abril de 1948 tras el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán y que estuvo enmarcado en un periodo de agudas y violentas contradicciones en la historia de nuestro país, teniendo a las grandes masas campesinas como uno de sus principales protagonistas.
Hoy, 75 años después de “El Bogotazo”, nuestra nación sigue viviendo tiempos agitados y tormentosos, todavía en búsqueda de su verdadera emancipación la cual continúa inconclusa. El Gran Levantamiento Popular que tuvo lugar de manera más intensa entre abril y junio de 2021 representó el punto más elevado del reciente periodo de auge de la lucha de masas que atravesó el país durante los últimos años (2018-2021). La intensa actividad de las masas populares expresada en grandes levantamientos aquí en Colombia y en diversas partes del mundo en la última década (como lo atestiguan las protestas en Chile, Ecuador, Perú, USA, Francia, India, Sri Lanka, Sudáfrica, etc), con históricas manifestaciones masivas y llenas de combatividad, así como el ascenso de gobiernos de falsa izquierda o de extrema derecha en distintos países son algunos de los más claros síntomas del desarrollo desigual de la situación revolucionaria que se desenvuelve actualmente y la cual fue caracterizada magistralmente por el revolucionario ruso Vladimir Lenin con la siguiente fórmula: ni los de abajo quieren seguir viviendo como antes, ni los de arriba pueden seguir gobernando como lo venían haciendo.
Los hechos tras el declive del Gran Levantamiento Popular, en medio de todo el espectáculo de la farsa electoral por la renovación de los miembros de las clases opresoras en el poder, ilusionaron a muchos con que un verdadero cambio se acercaba: la profunda impopularidad del uribismo se reflejó en las urnas y por primera vez en la historia del país ascendía al gobierno la falsa izquierda, representada por el Pacto Histórico, quien a la vez había conseguido ser la fuerza mayoritaria en el congreso. Abundaron así las promesas de apertura de un nuevo periodo de justicia social, de superación de las desigualdades, de desarrollo nacional y de autodeterminación. Atrás parecían quedar los días oscuros para nuestra nación oprimida y condenada al atraso por el yugo del imperialismo, la semifeudalidad y el capitalismo burocrático.
Sin embargo, la realidad no ha tardado en ir demostrando progresivamente -como lo señalamos en nuestra primera editorial en agosto de 2022- que la misión de este nuevo gobierno oportunista no es otra que la de cambiar algunas cosas para que en esencia todo el viejo sistema de explotación y opresión pueda seguir igual. Para las clases dominantes se hizo necesario cambiar de táctica para poder mantener la situación bajo control y por ello decidieron reemplazar el decrépito e impopular rostro del uribismo reaccionario y genocida por el novedoso y “amable” rostro del petrismo, aparentemente más democrático y progresista que sus antecesores. Y si bien amplios sectores del pueblo todavía siguen ilusionados con las promesas y la demagogia del autodenominado “gobierno del cambio”, los sectores más hondos y profundos de las masas, sobre aquellos que recae el mayor peso de la opresión y la injusticia en esta sociedad, no han tardado mucho en manifestar su descontento, pasando de la espera pasiva a la acción transformadora de la realidad. Las masas básicas de la sociedad colombiana, el campesinado y la clase obrera, han tomado la decisión de salir a las calles y presionar al gobierno exigiendo que se cumplan los cambios prometidos y que se dé respuesta a sus apremiantes necesidades por largo tiempo insatisfechas. La paciencia del pueblo se va agotando y en diversas zonas del país se ha venido presentando una tendencia creciente a bloquear las carreteras como medio para exigir soluciones inmediatas a una infinidad de reivindicaciones concretas.
Bloqueos en Santander exigiendo la anulación de la licencia minera otorgada a Colcco S.A. Fuente: Caracol. Link para versión digital: https://caracol.com.co/2023/01/26/bloqueos-hoy-en-colombia-cual-es-su-impacto/
Ante esta oleada de bloqueos de vías a lo largo y ancho del país se ha desatado una furiosa reacción por parte de algunos sectores de las clases dominantes en conjunto con los medios de comunicación que pertenecen y son portavoces de los grandes monopolios, realizando un sinnúmero de ataques y calumnias contra el pueblo en pie de lucha, tales como: que están destruyendo la economía del país, que son unos bárbaros y violentos, que están afectando los derechos de los demás ciudadanos y son responsables de profundizar los flagelos que azotan a estas comunidades, que están desestabilizando la nación, que se está desmoralizando la “fuerza pública” con estas acciones, que están infiltrados y manipulados por la “extrema derecha” o “la extrema izquierda”, etc.
Este bombardeo ideológico y mediático ha repercutido entre sectores del pueblo e inclusive en el seno del mismo movimiento popular, quienes han comenzado a adoptar una posición hostil hacia los bloqueos, juzgándolos como un sabotaje al nuevo gobierno ya sea de manera consciente y premeditada o de manera inconsciente producto del impaciente deseo de cambios inmediatos. Algunos otros simplemente no logran comprender el sentido de los bloqueos y buscan explicaciones no en las contradicciones internas de nuestra sociedad sino en factores externos como la vieja fórmula de las infiltraciones, ya sea de las guerrillas o de grupos paramilitares, que pone a los sectores del pueblo que luchan combativamente por sus reivindicaciones en el lugar de tontos útiles movilizados por intereses ajenos a los propios. Pero, ¿cómo podemos interpretar esta intensa actividad de las masas populares durante el actual gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez? ¿Cómo explicar que el pueblo siga bloqueando diariamente las vías del país si supuestamente estamos en el gobierno de “los nadies”?
Un diagnóstico de los bloqueos
Comencemos por analizar algunas estadísticas que dan cuenta de la magnitud del fenómeno. Según cifras de la Defensoría del Pueblo citadas por El Tiempo: “en los dos primeros meses del año se han registrado 214 casos de conflictividad social. El año pasado en el mismo periodo fueron 124, lo que representa un aumento del 72,6%. En promedio, son casi 4 protestas cada día del año y algunas se han prolongado incluso por semanas”. Por otro lado, de acuerdo con el monitoreo realizado por el Observatorio de Prevención de Conflictos Sociales de la Defensoría, también citado en el mismo artículo de El Tiempo: “el año pasado se registraron 1.428 hechos y a partir del segundo semestre se evidenció una tendencia al alza de los conflictos sociales, alcanzando el número más alto en el mes de septiembre con 186 eventos”.
Según cifras del Ministerio de Minas y Energía actualmente se tienen 32 contratos petroleros suspendidos, de los cuales 28 corresponden a problemas de conflictividad social y orden público. El presidente del gremio de transportadores de carga en una entrevista con Caracol Radio señaló que para inicios de marzo ya se habían presentado alrededor de 150 bloqueos en las carreteras llevando a que las importaciones bajaran aproximadamente 35%. Nada más en el mes de enero el balance fue de 81 bloqueos y tan solo durante un día (23 de enero) se registraron 17 bloqueos viales simultáneos, colapsando así la movilidad en el país.
¿Y por qué motivos el pueblo colombiano está saliendo a bloquear las vías? Entre las diversas reivindicaciones se encuentran:
– La pavimentación de carreteras, el arreglo de las vías de acceso a veredas, el incumplimiento de acuerdos sobre construcciones viales, el cierre arbitrario de vías terciarias por grandes obras, el rechazo ante los cobros abusivos de los peajes y el rechazo a las afectaciones sociales y ambientales generadas por grandes empresas del sector minero y petrolero fueron algunas de las razones que desataron los bloqueos por parte de las masas campesinas, indígenas y obreras de San Vicente del Caguán, sur del Cauca, Pamplonita (Norte de Santander), La Lizama (Santander), Puerto Gaitán (Meta), de la zona rural de Neiva (Huila), Socha (Boyacá), Facatativá (Cundinamarca) y de diversos municipios de la Guajira, Bolívar, Sucre, entre otros.
– Una causa importante de las manifestaciones en este inicio de año ha sido por las deficiencias en la prestación de los servicios públicos como las protestas exigiendo agua potable en San Juan Nepomuceno (Bolívar), así como la falta de soluciones por parte del Estado a las afectaciones generadas por inundaciones y derrumbes como es el caso de los bloqueos en distintos puntos de la región de la Mojana (Antioquia, Bolívar, Córdoba y Sucre), de Hatonuevo (Guajira) y del departamento del Cauca.
– En la región del Bajo Cauca (Antioquia y Córdoba) la causa principal de los múltiples bloqueos ha sido por las protestas de miles de mineros en contra de las medidas del gobierno contra la minería informal que ha afectado a una gran parte de la población que vive de esta actividad económica. La principal exigencia de los manifestantes es que se detengan los operativos contra la minería en la región y se generen condiciones favorables para la formalización de la actividad minera. Ante esto el gobierno ha respondido con represión y criminalización, generalizando la afirmación de que esta lucha es impulsada por el Clan del Golfo, desconociendo las justas reivindicaciones del pueblo trabajador y estigmatizando así a quienes luchan por su subsistencia como integrantes de grupos paramilitares.
– El movimiento estudiantil también se viene reactivando durante este año, como lo demuestran las distintas movilizaciones y bloqueos impulsadas por estudiantes y trabajadores de la Universidad Distrital, Universidad Nacional, Universidad Pedagógica y el SENA en la ciudad de Bogotá, así como del Colegio Mayor de Cundinamarca, bajo reivindicaciones como la formalización y ampliación de la planta docente, el elevado costo de vida que afecta al estudiantado especialmente con el tema de los pasajes, problemas en la infraestructura, el déficit financiero que acumulan las universidades públicas del país y la necesidad de reformar la actual ley de educación superior. También el sector de los docentes de educación pública se ha movilizado en diversas oportunidades durante el año exigiendo mayores recursos, mejoras en las condiciones laborales y en el servicio de salud, denunciando problemas en las instalaciones de colegios y en el transporte escolar como fueron los casos de las protestas ocurridas en Bogotá, Sabanalarga (Atlántico) y Villavicencio (Meta), entre otros, destacando la lucha liderada por el sindicato de maestros del Cauca ASOINCA.
Manifestaciones en el marco del Paro Minero en la región del Bajo Cauca. Fuente: El Colombiano. Link para versión digital: https://www.elcolombiano.com/antioquia/mineros-se-levantan-de-la-mesa-de-negociacion-del-paro-en-bajo-cauca-DA20755341
Tan solo basta un vistazo general a la situación actual para comprender que las causas de estos bloqueos responden a legítimas exigencias populares, especialmente de los sectores más empobrecidos del pueblo colombiano y a quienes más duramente ha golpeado la crisis. De hecho muchas de estas exigencias son las mismas por las que hace 2 años salieron millones a las calles en medio de las protestas del Paro Nacional y que gobierno tras gobierno se han comprometido a resolverlas y uno tras otro han incumplido su palabra ante las masas, sembrando entre estas mayor desconfianza en las salidas institucionales ofrecidas por el viejo Estado burocrático y terrateniente. ¿Cuánta paciencia más se le puede pedir a un pueblo con hambre y empobrecido ante la crisis, aislado por la precaria condición de las vías, a merced de las inclemencias del clima y atropellado constantemente por los intereses de los grandes burgueses, terratenientes e imperialistas defendidos y representados por el viejo Estado?
Bloqueos en la región de La Mojana exigiendo el cierre definitivo del boquete de Caregato ante las inundaciones en diversos municipios de la zona. Fuente: Región Caribe. Link para versión digital: https://regioncaribe.com.co/bloqueos-en-la-mojana-se-extenderian-a-otras-vias-de-la-region-caribe/
Si me quitan el pan de la boca: ¡yo peleo!
¿Cuál debe ser entonces la actitud del movimiento democrático y popular ante estos hechos? Así como sucedió de manera masiva en el Gran Levantamiento Popular de 2021 donde se impulsaron más de mil cierres de carreteras a lo largo y ancho del país, los bloqueos de vías representan una legítima forma de lucha del pueblo que acude a las vías de hecho para exigir soluciones a las diversas problemáticas concretas que lo acosan. En la práctica este ha demostrado ser un efectivo mecanismo de presión popular para que el Estado se vea obligado a sentarse con las comunidades a escucharlas y negociar. Cuanto más estratégicamente se define la vía a bloquear, más dolorosas resultan las pérdidas económicas para los de arriba, lo que los obliga a tomar cartas en el asunto: ya se reprimiendo, negociando o utilizando ambas tácticas según sus intereses. Bien lo saben esto comunidades indígenas como las del Cauca, quienes ante los atropellos y los incumplimientos no dudan en bloquear la vía Panamericana como método predilecto de lucha, a pesar de los aullidos y ataques de múltiples sectores hostiles a estas acciones.
Evidentemente estos bloqueos no solo generan afectaciones sobre los grandes monopolios. Los pequeños y medianos comerciantes también se ven perjudicados así como otros sectores del pueblo, por lo que se hace necesario el diálogo y el acercamiento con ellos buscando atraerlos hacia la lucha procurando que la apoyen activamente o al menos que no sean hostiles hacia esta y evitando que sean ganados y utilizados por las clases dominantes para sus intereses. Luchar contra la división en las filas del pueblo es vital, pues hacia allí apunta toda la propaganda sucia vomitada por los grandes medios y los hipócritas politiqueros que de repente se preocupan por las comunidades de estas zonas marginadas del país, sumidas en el atraso y el abandono durante décadas, para luego volverlas a pisotear una vez finalizado el conflicto y arrojarlas al olvido incumpliendo nuevamente las promesas realizadas. La lucha por la reconstrucción de una vía destruida por los camiones de la empresa imperialista y contra las afectaciones ambientales y sociales que esta ha generado en la comunidad -como en el caso de San Vicente del Caguán por ejemplo-, sirve a los intereses de las distintas clases oprimidas que habitan en esta zona y en el fondo solo perjudican a los intereses de la multinacional, de sus socios locales y del viejo Estado que evidentemente toma posición y defiende una de las partes del conflicto enviando fuerzas represivas a proteger sus instalaciones en vez de tomar cartas en el asunto para resolver las exigencias de las comunidades, a pesar de todas las falsas cantinelas que predican la neutralidad del Estado.
Todas las fuerzas verdaderamente progresistas, democráticas, populares y revolucionarias en nuestro país deben solidarizarse y respaldar firmemente los bloqueos de vías y todo tipo de manifestaciones motivadas por las reivindicaciones de los distintos sectores de las clases oprimidas de la nación (el campesinado, la clase obrera, la pequeña burguesía y la burguesía media). Es preciso desatar campañas de solidaridad y contrapropaganda en todos los frentes para combatir la podrida ideología burguesa difundida por sus medios de comunicación basura que apuntan a dividir al pueblo con la intención de que amemos a los opresores y que odiemos a los oprimidos, como bien nos enseñó el revolucionario estadounidense Malcolm X. La experiencia durante estos 8 meses de iniciado el gobierno de Petro y Márquez debe ratificar al movimiento popular y al pueblo en general la necesidad de levantar la consigna: ¡Gobierne quien gobierne los derechos del pueblo se defienden!