El Movimiento de Estudiantes al Servicio del Pueblo, el Movimiento Femenino Popular, la Liga Juvenil Revolucionaria y el Movimiento de Trabajadores con Consciencia de Clase; el pasado Primero de Mayo presentaron en la ciudad de Medellín un homenaje a los símbolos del proletariado. Dichas organizaciones han enviado un correo a Nueva Democracia, con una crónica de los hechos para que fuese compartida con nuestra audiencia. A su vez nuestro periódico tomó registro del suceso.

A continuación presentamos un vídeo del homenaje acompañado de la mencionada crónica (el día de mañana presentaremos un nuevo artículo con contenga el conjunto de toda la jornada junto con un nuevo vídeo).

Lo primero que se vislumbró fue la imagen de tres grandes fotografías: los maestros del proletariado nos observaban desde los estandartes sostenidos por estos jóvenes. Debajo una tela roja con el martillo y la hoz a la esquina. En filas diagonales, muchachos y muchachas portando altas banderas que se izaban gloriosas. Una bengala se encendió. El humo, rojo como la sangre de los comuneros asesinados en París y la de todos los que han dado la vida por conquistar la felicidad del pueblo, ocupó el espacio circundante. Ya un buen número de obreros se habían apostado al rededor. Éste humo rojo los abrazaba. El himno de la clase obrera: la internacional, empezó a sonar, las banderas empezaron a hondear frente a Marx, frente al gran Lenin y frente al Presidente Mao. Los obreros presentes, cobijados por aquel humo rojo, cobijados por aquel espíritu rojo, entonaron su himno puño en alto, ojos emocionados y corazón henchido, como hace mucho no ocurría en el día internacional de la clase obrera en nuestra ciudad. Fue realmente un honor poder haber presenciado y poder haber hecho parte de tal acontecimiento junto a nuestra clase.

Los jóvenes, jóvenes revolucionarios, explicaron el por qué de su homenaje, querían entregar al movimiento obrero sus símbolos con una profundidad renovada: la roja bandera que es nuestra desde que se izó en la comuna de París, los maestros del proletariado que nos han dotado con armas para conquistar un mundo nuevo, sin explotación ni opresión, el martillo y la hoz símbolo de la alianza entre los obreros y los campesinos, símbolo de las clases populares, que con su piel, con su sudor y su trabajo han construido todo. De ellos es el presente y de ellos es el futuro.

Los muchachos dejaron también claro que sólo existen dos bandos: los explotadores y opresores, cabezas de este Estado Gran Burgués Terrateniente, al servicio del imperialismo por un lado y el del resto de las clases populares por el otro. Que es necesario para el pueblo mantener en sus organizaciones sociales y en sus luchas reivindicativas la independencia de clase y que es sólo confiando en sus propias fuerzas como podrán conquistar sus derechos.

La tradicional burocracia sindical y todos los oportunistas se siente dueños y señores de las masas y de sus luchas, sólo utilizan la movilización social para catapultar sus intereses y temen que las clases populares retomen el sendero que a través de la historia les ha sido marcado. Contrario a esas oscuras pretensiones, en aquel acto se planteó con firmeza que el camino revolucionario es la única senda por la que debe andar el pueblo. Los oportunistas quisieran ocultar de los ojos de las masas aquellos símbolos que representan este único camino, los jóvenes revolucionarios los trajeron a la luz y dotaron de carácter proletario la pasada conmemoración del Primero de Mayo en Medellín. Por último entonaron la canción: la joven guardia, como una declaración del compromiso de unidad entre la juventud y la clase obrera.