El pasado 25 de febrero, Aaron Bushnell tomó el celular para hacer su declaración: en medio de una transmisión en vivo roció su cuerpo con gasolina y se prendió en llamas. Esto lo hizo frente a la embajada de Israel en Washington D.C. para protestar contra el genocidio en Palestina. Ardiendo, no dejó de exclamar hasta su último aliento: Palestina libre. Su deseo fue que, después de su muerte, se guardasen sus cenizas hasta que pudieran fertilizar el suelo de una Palestina Libre. Aaron además dejó sus ahorros al Fondo de Asistencia a la Infancia Palestina.
Era miembro activo de las Fuerzas Aéreas estadounidenses. Formaba parte del aparato militar que apoya las acciones que Israel ejecuta contra Palestina y que ya deja un saldo de más de 30 mil asesinados. El soldado se negaba a seguir cumpliendo tal papel, por eso, en declaraciones anteriores al hecho aquí comentado, decía: “ya no seré cómplice del genocidio… Voy a participar en un acto de protesta extrema, pero en comparación con lo que han experimentado las personas de Palestina… esto no es extremo en absoluto. Esto es lo que nuestra clase dirigente ha decidido que sea normal”.
Con la muerte de Aaron se expresa un problema central al que se enfrenta Estados Unidos, por un lado, no tiene cómo justificar el apoyo, ante su población, a un Estado racista y genocida, como lo es el Estado de Israel, cuya esencia ha quedado más que expuesta desde el pasado 7 de octubre ante los ojos del mundo, pero tampoco puede darle la espalda, pues sería renunciar a sus intereses en Medio Oriente. Una disyuntiva que este joven de 25 años, modelo de buen ciudadano estadounidense, pudo poner de manifiesto, usando para ello su propia vida.
Su sacrificio y el de todos aquellos que en momentos puntuales han utilizado este método de lucha, el cual no es replicable a gran escala, pero en ciertas circunstancias es de gran valor, será eternamente recordado como una llama viva en nuestra memoria.
El ejemplo de heroísmo de Bushnell con su sacrificio, se instala en la historia, junto al ejemplo de heroísmo de Rachel Corrie, activista estadounidense que murió arrollada por un bulldozer en Palestina mientras protestaba contra la demolición de viviendas por parte del ejército israelí.
Para finalizar queremos compartir apartes de la declaración oficial de Hamás sobre el acto de protesta de Bushnell:
Nosotros en el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) expresamos nuestro más sentido pésame y nuestra total solidaridad con la familia y amigos del piloto estadounidense Aaron Bushnell, cuyo nombre ha quedado inmortalizado como defensor de los valores humanos y de la opresión del pueblo palestino que sufre a causa de la administración estadounidense y de sus políticas injustas, así como el de la activista estadounidense Rachel Corrie, que fue aplastada por un bulldozer sionista en Rafah en 2003 (…) Bushnell pagó con su vida por presionar a la democracia de su gobierno para impedir que el criminal ejército sionista ataque y cometa masacres y violaciones.
La administración del presidente estadounidense Biden tiene toda la responsabilidad por la muerte del piloto del ejército estadounidense Aaron Bushnell debido a su política de apoyo a la entidad sionista nazi en su guerra de exterminio contra nuestro pueblo palestino, ya que dio su vida para arrojar luz sobre las masacres sionistas y limpieza étnica contra nuestro pueblo en la Franja de Gaza.
El heroico piloto Aaron Bushnell permanecerá inmortal en la memoria de nuestro pueblo palestino y de los pueblos libres del mundo, y será un símbolo del espíritu de solidaridad humana global con nuestro pueblo y su justa causa.
El trágico accidente que le costó la vida al piloto Bushnell es una expresión del creciente estado de ira entre el pueblo estadounidense que rechaza la política de su país que contribuye a la matanza y el exterminio de nuestro pueblo, y que rechaza la violación de los valores humanos universales por parte de su gobierno (…).