Durante la primera semana de febrero de 2025, miles de trabajadores inmigrantes y estadounidenses se movilizaron en respuesta a las amenazas del ultraderechista Donald Trump, actual presidente de Estados Unidos, de realizar “la mayor operación de deportación en la historia” del país.
Uno de los actos masivos tuvo lugar el domingo 2 de febrero en Los Ángeles, California, en donde miles de manifestantes recorrieron puntos estratégicos de la ciudad, como la Olvera Street, el City Hall y la U.S. 101, una de las autopistas principales de la metrópolis.
Las protestas causaron un impacto mediático y alertaron a las fuerzas represivas. La policía de carretera, Highway Patrol, hizo presencia, generando un cordón alrededor de los protestantes, sin lograr desarticularlos sino hasta cinco horas después, cuando los manifestantes decidieron finalizar el acto.

Otras ciudades del mismo estado, como Riverside, al suroeste de Los Ángeles, fueron escenario de movilización de grupos de inmigrantes y solidarios. La población que no era parte del acto, por su parte, alentaba a los protestantes con pitos y arengas. Lo mismo sucedió en la ciudad de San Diego, que está cerca de la frontera sur de Estados Unidos, y en Santa Ana, también al sur de California.
Al siguiente día, además de continuar las marchas, millones de inmigrantes alrededor del país participaron del boicot “Un Día sin Inmigrantes”. Este consistió en que, por un día, los migrantes no irían a trabajar y se abstendrían de salir, especialmente de comprar, en las grandes cadenas de supermercados del país, algunas de las cuales apoyaron la elección del actual presidente, como el monopolio Walmart.
Dueños de pequeños negocios en ciudades importantes del país cerraron por un día para unirse a las protestas por la causa. Con esto, los movimientos de inmigrantes querían que fuese visible su importancia para la vida social y económica de los Estados Unidos.
Se esperan más protestas y acciones de boicot a lo largo del mes.
Los inmigrantes son victoriosos
Las comunidades de trabajadores del país están combatiendo la acción del ICE —U.S. Immigration and Customs Enforcement—, la agencia (creada por el criminal de guerra Barack Obama) que actúa, en conjunto con otras fuerzas represivas, con el objetivo de amedrentar, perseguir y detener a las familias migrantes. Como ha sido denunciado por las masas, la actividad de esta fuerza represiva se basa en el perfilamiento racial de trabajadores no blancos, lo cual ha causado el hostigamiento, incluso, de personas de naciones indígenas dentro de Estados Unidos, cuya historia en el territorio se remonta a mucho antes de la colonización europea.
Grupos de activistas han estado difundiendo, a través de redes sociales y volanteos, informaciones importantes para la autodefensa de las familias en peligro de ser detenidas. Han instruido a los migrantes en el derecho a exigir órdenes de detención firmadas por un juez; a no abrir la puerta de sus hogares a los agentes; a guardar silencio ante preguntas tramposas sobre su estatus migratorio, entre otras medidas. En una entrevista de prensa, el ridículamente proclamado “zar de la frontera” Tom Homan confesó que su trabajo de perseguir migrantes está siendo muy difícil debido a que las masas están “muy educadas, han sido educadas en cómo desafiar al ICE, cómo esconderse del ICE… ellos lo llaman: ‘Conoce tus derechos’. Yo lo llamo: cómo evitar ser arrestado”.
El imperialismo fracasa
En los últimos años, el ambiente ha estado agitado para las clases dominantes yanquis, quienes ahora, en cabeza del reaccionario Trump, invocan una “invasión” al país, queriendo alienar a los trabajadores estadounidenses para que confundan a sus enemigos. Por eso, la política actual no solo busca “combatir la migración ilegal” actual, sino ilegalizar a muchos más inmigrantes presentes en el territorio, como lo demostró el gobierno al remover varios mecanismos como el TPS —Temporary Protection Status— o la aplicación CBP One, que, antes de esta administración, habían sido provistos a millones de inmigrantes en aras de su regularización.
En el marco de la lucha de clases, el objetivo real es, pues, colocar a estos trabajadores de todo el mundo, principalmente provenientes de naciones oprimidas, presentes en el país, en una situación más vulnerable en términos de derechos para, así, favorecer su hiperexplotación por parte de la burguesía imperialista. Burguesía que se ve acosada, en su propio país y a lo largo del globo, por el rápido desmoronamiento del capitalismo imperialista y la inteligencia, fuerza y valentía de los pueblos del mundo luchando por sus derechos, visionando un futuro sin explotación y opresión.