¡A tomar todas las tierras del Latifundio!
En 1961, el presidente Liberal Lleras Restrepo impulsó una “reforma agraria” con discursos pomposos a favor de los campesinos y en contra de los terratenientes. Esta, lejos de ser una verdadera reforma agraria pensada para el progreso del país, se trataba de una reforma ordenada por el imperialismo Yanqui como parte de la llamada “Alianza para el Progreso” en su afán de contener la lucha de los campesinos por tierra.
En 1967 como parte de la reforma agraria, Lleras creó la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) que intentaba cooptar e institucionalizar la organización campesina para controlar y dirigir sus luchas, dar algunas migajas para contener y así preservar el poder de los terratenientes y para utilizar a las masas en las pugnas entre grupillos de las mismas clases dominantes. Es así como Carlos Villamil Chaux, el gerente del órgano estatal que dirigía la supuesta reforma agraria, el INCORA, declaró cínicamente que era mejor que los terratenientes cedieran un poco para no irlo a perder todo:
“Las minorías (refiriéndose a las clases dominantes) tendrán que entregar parte de lo que tienen para asegurar el disfrute del resto. Significa lo anterior que la cesión de parte de lo que las minorías poseen actualmente es un seguro sobre el resto. Los ganaderos de Sucre han creído que esta fórmula es buena y han ofrecido ceder varios miles de hectáreas para que con la intervención del Incora y los campesinos se haga una distribución de esas tierras en unidades agrícolas familiares” [1]
Una vez en marcha la reforma y la ANUC constituida, uno tras otro eran los incumplimientos y trabas que ponía el gobierno para responder a las demandas del campesinado. En medio de la previsible insatisfacción del clamor de tierra de los campesinos, sectores revolucionarios dentro de la ANUC impulsaron que esta pasara a ser independiente al Estado, que los campesinos tomaran en sus propias manos la reforma agraria, ya que esta sería la única forma de lograrla realmente.
Es así como impulsan, el 21 de febrero del 1971, tomas de tierra por todo el país. En un solo día se movilizaron miles de campesinos y se toman más de 645 haciendas por todo el país. Este día marca la ruptura con el movimiento institucional, clientelista y al servicio de las clases dominantes y se dan pasos hacia un movimiento campesino independiente del Estado y revolucionario.

El comunicado publicado por el comité ejecutivo de la ANUC el 21 de febrero manifestaba:
“Las tomas de tierra no son sino una protesta consciente de los campesinos por la situación inhumana de miseria y pobreza en que han tenido que vivir por culpa de la injusta distribución de la propiedad de la tierra. Los campesinos sin tierra hemos sido explotados durante siglos, engañados con promesas electorales y llevados a pelear entre nosotros mismos en nombre de banderas azules o rojas.
Llamamos a la unidad de todo nuestro pueblo explotado en la lucha contra el capitalismo y el imperialismo que son nuestros enemigos principales. La tierra que hoy ha sido recuperada por nuestros compañeros, es del pueblo, jamás la devolveremos a la oligarquía.
¡Que el pueblo defienda lo que es de él! ¡Por la liberación del pueblo! ¡Unidos en la lucha!” [2]

La unidad del pueblo en contra de las clases dominantes, solo podría ser lograda mediante la división con los sectores que seguían al gobierno y estaban en contra la lucha independiente y combativa. Es así como la ANUC se divide en dos líneas, la línea Armenia, que era la oficialista y burocrática, dirigida por oportunistas y logrando embaucar a unas cuantas masas confundidas. Y la línea Sincelejo que revindicaba que fueran los mismos campesinos por las vías de hecho quienes harían la reforma agraria.
En la plataforma ideológica de la línea Sincelejo (enero 1972) están plasmados los deseos democráticos de los campesinos:
“La ANUC es una organización independiente del Gobierno y de los partidos políticos”. Su plataforma mínima exigía una reforma agraria que “entregue rápidamente la tierra en forma gratuita a quienes la trabajan”, que “acabe radical y definitivamente con el latifundio”, exigía también la “expropiación sin indemnización de la gran propiedad terrateniente”. Además de otras reivindicaciones sobre el bienestar del pueblo colombiano y la lucha contra el Estado y las clases dominantes, este documento cierra llamando a la unidad del campesinado, los obreros y los sectores populares para realizar unos cambios sociales de raíz, una revolución democrática:
“consideramos indispensable esta unión de los trabajadores del campo y la ciudad, para destruir la dependencia extranjera y la dominación interna de las clases privilegiadas y trabajar conjuntamente por la construcción de una democracia popular” [3]
Este Movimiento se levantó haciendo temblar al poder del Estado al servicio de los terratenientes y grandes burgueses. Las clases dominantes y nuevamente el imperialismo de Estados Unidos acordaron en el llamado “pacto de Chicoral” las medidas contra el creciente movimiento campesino. Se batió una fuerte represión y paramilitarismo sobre el movimiento campesino y se dieron todo tipo de migajas y engaños al pueblo para disuadirlo de la lucha. Algunos líderes traicionaron los principios de la línea Sincelejo y cedieron ante esta presión, llevando a la ANUC Sincelejo por la misma línea que la ANUC Armenia. Como narra un participante de la ANUC línea Sincelejo, en un seminario realizado en 1981:
“Después del 3er congreso, la lucha por la tierra desapareció. La movilización bajó. Se prefería la negociación. Se trató de convertir a la ANUC en partido (crearon un partido para entrar a la contienda electoral) … la defensa de los intereses del campesinado rico, el apoyo al pacto Andino, lo que ellos plantearon como la lucha por la democratización de las Fuerzas Armadas … el apoyo al DRI (una nueva reforma agraria del Estado y el imperialismo), el acento sobre el crédito. Sobre lucha por la tierra: nada” [4] (los paréntesis son nuestros)
Mientras la ANUC Sincelejo mantuvo la independencia del Estado y la lucha combativa, el campesinado avanzó en conquistar la tierra; cuando entró en el juego electoral y cesó las recuperaciones de tierras, rompió la unidad del pueblo en la lucha, la organización se desintegro en varios grupos y se terminó a la cola de las clases dominantes.
Debemos retomar algunas de las lecciones de la ANUC Sincelejo y tomar la senda del 21 de febrero 1971: “recuperar todas las tierras de los terratenientes” “tierra para quien la trabaja” “destruir el latifundio”.
Muchas reformas agrarias han sido aprobadas y ejecutadas por los gobiernos de turno, los resultados han sido los mismos: La tierra sigue en manos de unos cuantos, incluso se ha concentrado más, los campesinos siguen sin tierra o con poca tierra, explotados y en la miseria. Y ¿la supuesta oposición actual que propone? ¡Más de los mismo! Petro durante su campaña presidencial dijo al respecto de las reformas agrarias que “López Pumarejo y Lleras, son los dos referentes” [5]. El Estado no puede solucionar el problema de la tierra, porque este es un Estado de la gran burguesía y los terratenientes.

Cada cierto tiempo viene una corriente “renovadora”, de “izquierda” o como quieran llamarle: un “López”, un “Lleras”, un “Petro” que trata de engañar con discursos que está a favor de los campesinos, y habrá sectores de las mismas clases dominantes que se oponen y los acusarán a estos de ser revolucionarios. No se trata de diferencias de fondo sino de disputas por intereses de grupillos con los que logran desviar la atención del pueblo y cooptar sus luchas.
Hoy es necesario recordar lo que la ANUC línea Sincelejo afirmo en 1972:
“La esencia del sistema, en el que vivimos la explotación de todo y la falta de respeto a la persona humana de los que no pertenecemos a la clase de los explotadores, que nunca trabajan y tienen todas las cosas por demás, la famosa sociedad democrática donde lo mismo que en la época de la esclavitud rudimentaria, la democracia existía para los señores esclavistas o sea la clase dominante, y para los dominados la esclavitud. El cambio que hemos tenido de esa época hasta hoy, es la modernización de la esclavitud. No nos ponen el hierro como a las vacas y los caballos y no tenemos cadenas en las manos y pies. Tenemos libertad para estar donde queramos y morirnos de hambre también donde queramos”[6]
Y reiteramos lo plateado en la plataforma ideológica de la ANUC Sincelejo:
“consideramos indispensable esta unión de los trabajadores del campo y la ciudad, para destruir la dependencia extranjera y la dominación interna de las clases privilegiadas y trabajar conjuntamente por la construcción de una democracia popular”

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Notas
[1] Artículo del periódico El Tiempo, 1970. Reproducido en Reforma Agraria en Colombia (1958 – 1972), Juan Carlos Velásquez Torres. http://bdigital.unal.edu.co/11736/1/71739542.2014.pdf
[2] Anuc 1971, reproducido en Meertens, Donny, Ensayos sobre tierra, violencia y género, Universidad Nacional, 2000, pp. 237-238.
[3] Plataforma ideológica ANUC. Documentos de la ANUC. La tierra es pal que la trabaja. Editorial La Pulga. 1974
[4] Entrevistas Base ANUC. Publicaciones CINEP/PPP.
[5] Entrevista a Petro realizada por La Republica. https://www.larepublica.co/especiales/propuestas-gustavo-petro/las-cinco-reformas-que-haria-gustavo-petro-si-es-presidente-de-colombia-2601166
[6] Notas de la ANUC sobre la reforma agraria, comité ejecutivo enero 1972. Documentos de la ANUC. La tierra es pal que la trabaja. Editorial La Pulga. 1974.