Reproducimos una traducción no oficial de este artículo de la prensa democrática y popular, A Nova Democracia
La popularidad de Hassan Nasrallah, expresada en la movilización de masas para el funeral del líder, también superó la de figuras como el ex presidente estadounidense Ronald Reagan, el indio Mahatma Gandhi y el Papa Juan Pablo II.
por Redação de AND
25 de febrero de 2025

Foto: ABC News/Cherine Yazbeck
El funeral de Sayyed Hassan Nasrallah, ex secretario general de Hezbolá, organizado el 23 de febrero, cinco meses después del asesinato del líder político y militar en un violento bombardeo israelí, atrajo a más personas que la ceremonia fúnebre de la reina Isabel II, según cifras oficiales consultadas por AND.
Alrededor de 1,4 millones de personas se congregaron en Beirut, la capital del país árabe, para honrar la despedida de Nasrallah, según cifras recogidas por el diario libanés The Cradle. La multitud llenó el estadio de la Ciudad Deportiva Camille Chamoun incluso antes de que comenzara la ceremonia y fue creciendo a lo largo del día, creando un mar de banderas verdes y amarillas con el símbolo de Hezbolá y fotos y carteles con el rostro del líder libanés.
Por otra parte, un millón de personas (400.000 menos) asistieron a la procesión de la monarca en Londres, según las mejores cifras de las agencias de transporte de la ciudad publicadas por el diario británico The Standard.
En términos relativos, sólo el 1,4% de la población del Reino Unido (estimada en 68,35 millones de personas) asistió al funeral de la reina Isabel II, frente al 25% de la población libanesa que acudió a presentar sus últimos respetos a Hassan Nasrallah.
La magnitud del funeral de Nasrallah resulta aún más notable si se tiene en cuenta que el líder libanés no era una figura oficial de Estado, sino el jefe de un movimiento de resistencia nacional clasificado como organización terrorista por más de 60 países, lo que reduce considerablemente el número de representantes oficiales presentes. Sólo delegaciones de Yemen, Irak e Irán asistieron al acto como representantes oficiales. En otras palabras, la gran mayoría de los asistentes eran las masas populares libanesas.
Además, el funeral de Nasrallah se celebró bajo constantes amenazas de aviones israelíes que sobrevolaban la región, en una clara violación de los acuerdos de alto el fuego. El intento de sabotaje salió mal: los vídeos graban a la multitud gritando ¡A tu servicio, oh Nasrallah! y ¡Muerte a Israel! al paso de los aviones.
Las cifras fueron aún más bajas en la despedida final de la Reina, organizada en el vestíbulo del Palacio de Westminster. Sólo asistieron 250.000 personas, según las informaciones más sobreestimadas. La cifra podría ascender a 250.604 si se añaden los 500 jefes de Estado y dignatarios extranjeros, 18 monarcas, 55 presidentes, 25 primeros ministros y 6 ex primeros ministros británicos.
Más grande que Reagan, Gandhi y el Papa Juan Pablo II
La popularidad de Hassan Nasrallah, expresada en la movilización de masas para el funeral del líder, también superó la de figuras como el ex presidente estadounidense Ronald Reagan, el indio Mahatma Gandhi y el Papa Juan Pablo II.
En el caso de Reagan, la discrepancia se produjo, como en el de la Reina Isabel II, en términos absolutos y relativos: según datos de la Biblioteca Reagan, sólo 200.000 personas acudieron al lugar de la ceremonia fúnebre del reaccionario presidente para presentar sus respetos, lo que equivale al 0,06% de la población estadounidense en 2004.
El funeral de Mahatma Gandhi, en el 2º país más poblado del mundo, atrajo a 2 millones de personas, lo que en términos relativos supone el 0,5% de la población india de la época, según datos del diario The Cradle confirmados por AND. Al funeral del Papa Juan Pablo II asistieron 4 millones de personas, es decir, el 7% de la población italiana.
Fuerza y sujeción
La autoridad impuesta por el funeral de Nasrallah obligó a los monopolios de prensa alineados con el sionismo a reconocer la fuerza de Hezbolá.
«El acto multitudinario se planeó como una demostración de fuerza del grupo militante y político», declaró la CNN.
El monopolio New York Times también describió la ceremonia como una «demostración de fuerza».
«Hezbolá entierra a su líder de larga data, proyecta fuerza en medio de reveses» era el titular de la noticia del Washington Post.
Era una clara afirmación de que Hezbolá, que Nasrallah dirigiá de forma unipersonal desde 1992, se ha ganado un apoyo quizá sin precedentes con sus victorias sobre el enemigo sionista tras meses de guerra y con su solidaridad con la Resistencia Nacional Palestina durante la guerra de Gaza.
El asesinato de Nasrallah, lejos de incapacitar al movimiento o desorganizar sus filas, reforzó el amplio sometimiento al movimiento y a su dirección, de modo que incluso el enorme contingente de masas no combatientes presentes en el funeral expresaron su voluntad de servir a Nasrallah, hoy representado en la nueva dirección de Hezbolá, en particular en el Secretario General Naim Qassem.
Deflación y nuevos aires
La poderosa movilización de masas que tuvo lugar en Beirut se vio impulsada por el actual escenario mundial, en el que la lucha antiimperialista y revolucionaria, especialmente en la Franja de Gaza, ha demostrado que la historia de la humanidad atraviesa un nuevo periodo de revoluciones.
Esto explica también por qué Hezbolá pudo hacer una demostración más poderosa que los veteranos representantes del imperialismo. Al representar lo nuevo, lo revolucionario, es natural que Hezbolá concentre en torno a sí un mar de masas dispuestas a participar en la lucha por la liberación, a diferencia de los individuos que representan el viejo y decadente sistema imperialista.