Publicamos una traducción no oficial encontrada en el Heraldo Rojo del editorial de A Nova Democracia
A los antiimperialistas les urge elevar el protesto y el grito de ¡Fuera yanquis de Oriente Medio! ¡Viva la heroica Resistencia Nacional Palestina! ¡Viva la resistencia antiimperialista del pueblo iraní! ¡Muerte al nazi-sionismo!
por Redação de AND
25 de junio de 2025

Trump ordenó a Netanyahu atacar Irán para forzar a este último, ante la amenaza de una guerra total contra sí, a volver a la mesa de negociaciones más debilitado y tener que aceptar más limitaciones en su programa nuclear, y Netanyahu así lo hizo. Sin embargo, gracias al juego de Trump, Netanyahu actuó en pro de sus intereses, realizando ataques más allá de lo que el inquilino de la Casa Blanca había pretendido, cruzando la “línea roja” para obligar a su amo a también atacar Irán. Tal situación mostró un primer fracaso de Trump en esta guerra, pues, teniendo que demostrar fuerza ante Irán y el mundo, ordenó al Pentágono lanzar las más pesadas bombas sobre las instalaciones nucleares iraníes, teniendo así que, una vez más, servirse de bravatas, afirmando haber destruido el programa nuclear de aquel país. Es mentira, fue solo una escena criminal y bandidesca, logrando así su segundo fracaso.
Las 14 bombas GBU-57 –nunca antes usadas– lanzadas por orden de Trump contra las tres principales instalaciones nucleares de Irán son un crimen de guerra, entre los varios en la hoja de servicios del imperialismo yanqui. Sigue siendo el Estado que más crímenes de lesa humanidad ha cometido en más de 120 años y sería necesario muchas páginas para solo citarlos. En el caso específico, el crimen es por la simple razón obvia: bombardear instalaciones nucleares, independientemente de las circunstancias en que esté su operación, constituye un intento doloso de ataque nuclear, y si en su interior contuviera uranio enriquecido, como cacareaba el occidente, sería tan devastador como el uso de bombas atómicas tácticas.
Se registra que, ante las amenazas de Trump y Netanyahu de bombardear las plantas en funcionamiento, las “respetables” autoridades europeas y yanquis, los periodistas y medios de comunicación monopolistas a sueldo de los primeros, todos los que lanzaron altisonantes críticas al peligro de una guerra nuclear ante la invasión de Ucrania por el imperialismo ruso, son los mismos hipócritas y cínicos descarados que callaron con un silencio cómplice o incluso fueron notables entusiastas de esa posibilidad de “destruir el programa nuclear iraní”, aunque, como poseedores de arsenales atómicos que usan para chantajear a los oprimidos, exploten uranio enriquecido por todos lados. De hecho, el bombardeo a instalaciones nucleares no tiene precedentes, y el riesgo que corre solo tiene paralelo con la Segunda Guerra Mundial, cuando los genocidas yanquis lanzaron dos bombas atómicas de sorpresa contra una población civil de un Japón militarmente destruido, a pretexto de forzar una rendición formal de este. Cuando el Presidente Mao Tse-Tung decía que el “los imperialistas nunca dejarán de lado sus cuchillas de carnicero ni se convertirán jamás en Budas”, advertía a toda la gente a nunca ignorar el siguiente hecho: ellos, los imperialistas, están dispuestos a las mayores bajezas, a los mayores crímenes, para prolongar más algunas décadas su dominio.
Todo este crimen sería aún más horrendo si no se tratara del juego que los imperialistas están obligados a hacer, pues todos ellos temen precipitar una tercera guerra mundial, dadas las condiciones en que se encuentra el mundo, incluyendo el estado de ira creciente de las masas populares en medio de los sufrimientos que padecen por este sistema de explotación y opresión en descomposición. Toda la bazofia de Trump, publicando que “el programa nuclear iraní fue obliterado” y que el alto el fuego alcanzado se dio tras someter a “el régimen de los ayatolás”, es una maniobra política para presentarse, a su base social y al mundo, como el “campeón” de la paz, cuando su lacayo sionista, miserable y despreciable, sin ninguna honra, ni siquiera logra dejar de violar el propio acuerdo de alto el fuego propuesto por su amo; quiere presentarse como el promotor de la “paz mediante la fuerza”, la “pax americana” cada día más repudiada en todo el mundo; intenta con esto esconder la gran verdad de que está acumulando fracasos sucesivos.
En el caso en cuestión, el programa nuclear iraní no fue “obliterado”, pues, aunque las instalaciones hayan sido “significativamente dañadas”, los 400 kg de uranio enriquecido al 60% están seguros y son suficientes para la construcción de, al menos, nueve ojivas nucleares, siempre que sean enriquecidos al 90%. Hay quienes dicen que tal enriquecimiento, en ciertas condiciones, podría alcanzarse en semanas, mientras que la inteligencia yanqui, contradiciendo a Trump, afirma que el programa nuclear fue retrasado unos meses. El hecho es que, días antes del bombardeo, todo el material fue retirado en camiones, operación que fue registrada por satélite y cuyas fotos fueron publicadas por la prensa monopolista yanqui. Es difícil suponer que la inteligencia yanqui no haya detectado tal operación de retirada del material nuclear, lo que aumenta la hipótesis de que Trump atacó las instalaciones con aviso previo a las autoridades iraníes, consciente, así, de que no lograría la proclamada “destrucción” del programa nuclear, lo que revela su debilidad e impotencia, en un contexto en el que está atrapado por todos lados y no puede enfrentarse a los legítimos y necesarios planes nucleares de la nación iraní. Así, los yanquis eligieron un retraso de meses, cuyo plazo exacto dependerá de cuán rápido Irán restablezca sus instalaciones nucleares para el enriquecimiento de uranio, o continúe desde instalaciones clandestinas, tal como Israel ha hecho durante más de tres décadas con el apoyo yanqui y la vista gorda de la “Comunidad Internacional” y su Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA). La realidad es que el régimen iraní no ha perdido su programa nuclear y no se ha sometido, habiendo, incluso, declarado que continuará con el mismo y se retirará del imperialista “Tratado de No Proliferación Nuclear”.
La intervención imperialista yanqui en Oriente Medio, directa o a través de su perro de presa, la entidad sionista, invariablemente continuará incendiando la región y cosechando fracasos, aunque a costa de mucho derramamiento de sangre de las masas populares. A corto plazo, los yanquis ya han contratado la próxima campaña de agresión contra Irán; la paz temporal a la que se ve obligado el imperialismo yanqui (ya que a los yanquis no les interesa, ahora, una guerra total para reemplazar el régimen en Irán) es solo un respiro para nuevas campañas genocidas y de agresión a la nación iraní, tan pronto como avance en pasos importantes en su legítimo programa nuclear, del cual da fuertes señales de que no renunciará; la próxima campaña será, así, más grave y peligrosa que la anterior, en una espiral que, intercalada por acuerdos temporales, resultará en el agotamiento de las acciones de agresión parciales, momento en el que los yanquis se verán obligados a involucrarse en una guerra total contra Irán con el objetivo de reemplazar el régimen o incluso fracturar el país con guerras civiles reaccionarias, con miras a impedir un Irán con igualdad de medios bélicos en relación con la entidad sionista. Esto es irrenunciable para los yanquis y es la única condición para obtener lo que, cada vez más, se revela irrealizable: la consolidación de su dominio total en el llamado Oriente Medio Ampliado. Una situación similar, pero de proporciones diferentes, es la que enfrenta el poderío atómico de Rusia, por la manutención de su hegemonía única en el mundo. Al mismo tiempo, tal tendencia genocida de agresión contra la nación iraní es también un enorme dolor de cabeza y un serio contratiempo para sus planes estratégicos, según los cuales hay que concentrarse en la contienda por la hegemonía única en el Pacífico, donde China amenaza fuertemente su dominio. Es decir, los yanquis no pueden mantener como antes su hegemonía única, está en declive en medio de la crisis general de descomposición de todo el sistema imperialista, cuyo núcleo está en su economía y en las relaciones depredadoras que impone al resto del mundo.
Así, el régimen iraní, agredido por el imperialismo yanqui y el sionismo en operaciones puntuales, pero consciente de que tarde o temprano será blanco de toda la bestialidad genocida de los yanquis en una guerra total, está obligado, para sobrevivir, a apoyar la resistencia antiimperialista en la región y se coloca de manera ambigua dentro de ella, financiando y apoyando incluso a la Resistencia Nacional Palestina, para desgastar y derrotar la punta de lanza yanqui en Oriente Medio, la entidad sionista. La única garantía de paz para Irán es la presentación de sus ojivas nucleares, un derecho y necesidad de esta nación oprimida, lo que significaría, simultáneamente, un gran obstáculo a la hegemonía única del imperialismo yanqui en la región – y el fin del expansionismo israelí, sirviendo a la causa de la liberación nacional palestina del yugo colonial nazi-sionista.
El desarrollo de la situación solo confirma una vez más que el imperialismo yanqui es un tigre de papel, un gigante con pies de barro. A los antiimperialistas les urge elevar el protesto y el grito de ¡Fuera yanquis de Oriente Medio! ¡Viva la heroica Resistencia Nacional Palestina! ¡Viva la resistencia antiimperialista del pueblo iraní! ¡Muerte al nazi-sionismo!