El pasado viernes 12 de septiembre, un trabajador inmigrante fue asesinado por la agencia Inmigration and Customs Enforcement – ICE, según sus siglas en inglés. El hecho tuvo lugar en Franklin Park, villa situada en los suburbios del occidente de Chicago, Illinois, USA. La víctima fue Silverio Villegas González, padre de familia y trabajador de 38 años, de origen mexicano y que llevaba algunas décadas viviendo en el país imperialista. Actualmente ejercía labores en un restaurante en la zona donde fue asesinado.

Silverio intentó escapar al hostigamiento de los agentes del ICE, quienes querían parar el auto en el que iba para una inspección y posterior detención. Normalmente, los agentes acosan a los trabajadores con actitudes hostiles y preguntas incriminatorias sobre su «legalidad”. Queriendo escapar de esto, Silverio arrastró a uno de los agentes. La respuesta de otro de los agentes fue dispararle fatalmente.
Mediante la prensa monopólica y sus propias redes sociales, los voceros del ICE han intentado establecer una narrativa reaccionaria: que Silverio merecía ser asesinado porque intentó escapar al descubrirse en presencia de los agentes encapuchados de la policía migratoria.
Como esta vez se trató de un crimen de un agente del Estado contra un trabajador del pueblo, el FBI afirmó que «no hay amenaza a la seguridad pública o información disponible en este momento» para esclarecer los hechos. Respuesta totalmente diferente a cuando asesinan a alguien de la élite económica o política. El FBI confirma así, que en el país imperialista el peligro para la «seguridad pública» existe solo cuando se amenace la seguridad de las clases dominantes. Contrario a lo que sienten las comunidades, quienes se organizan cada vez más para desafiar la represión estatal contra los inmigrantes, justamente porque se sienten inseguras.
En la misma línea, Tricia McLaughlin, la representante del Departamento de Seguridad Nacional – DHS, afirmó que lo que causa un deterioro de la seguridad pública son los «videos virales en redes sociales y los activistas azuzando a los inmigrantes ilegales a que se resistan a la aplicación de la ley».
Se refiere con esto, al hecho de que, desde que la actividad del ICE es más intensa por la administración del ultrarreaccionario Trump, se han gestado movimientos comunitarios, de defensa de la clase obrera proveniente de países pobres y quienes se encuentra trabajando en USA. Solidarios con sus hermanas y hermanos de clase, muchos sectores del pueblo estadounidense buscan contrarrestar la acción represiva del ICE y el Estado imperialista, haciendo presencia durante las redadas de inmigración, cantando arengas contra los agentes reaccionarios y recordándole a los detenidos sus derechos.
La familia directa de Silverio, junto a las comunidades de migrantes y solidarios, han adelantado acciones de protesta y manifestaciones mediáticas orientadas a exigir que se esclarezcan las circunstancias en que ocurrieron los hechos y que haya justicia.

«La máquina de deportaciones de Trump esta fuera de control, y operando sin transparencia y responsabilidad algunas, y llevando a un daño sin sentido para nuestras comunidades, familias y vecinos» afirmó Laurence Benito de la Illinois Coalition for Immigrant and Refugee Rights.
Este crimen tiene lugar, en el marco de un esfuerzo desesperado de la administración del ultraderechista Donald Trump, por demostrar a los sectores sociales dominantes que le apoyan, de que esta «limpiando» el país del supuesto principal problema que lo aqueja: “la invasión migrante”. Narrativa para intentar justificar la crisis profunda en la que se sumerge el imperialismo yanqui, para descargar sobre las masas migrantes más explotación y opresión y dividir a la clase trabajadora generando xenofobia.
Entre tanto, el gobierno sigue tambaleando entre presiones internas y externas, debido a la acción de los pueblos que, tanto dentro del país imperialista como fuera de él, se resisten a la dominación de la superpotencia en declive.
