A continuación, compartimos un video publicado el pasado 16 de septiembre en las redes sociales de la Integración campesina del Cesar (INCAC) y el Coordinador Nacional Agrario (CNA). Este video es un mensaje dirigido al movimiento campesino, un llamado a la defensa e impulso de las tomas de tierra en el país como camino para combatir el problema de la tierra y el sometimiento del poder terrateniente, una crítica que evidencia el fracaso de la reforma agraria impulsada por el gobierno Petro y una respuesta a los ataques y criminalización de la lucha por tierra realizados por la Federación Colombiana de Ganaderos (FEDEGAN), quienes representan los intereses del latifundio y los grandes ganaderos, que históricamente han estado vinculados a la creación y financiamiento de grupos paramilitares y al desplazamiento y despojo de tierras al campesinado.

Este es el mensaje compartido en el video:
El pasado 25 de agosto, FEDEGAN publicó un video en sus redes sociales, donde a raíz de tres tomas de tierra ocurridas simultáneamente en los municipios de Arjona y Turbaco (Departamento de Bolívar), analiza esto como un “fenómeno de invasiones que hacen parte de una estrategia delictiva de bandas criminales”. Esta es una respuesta del movimiento campesino organizado, en defensa de la recuperación legítima de tierras y contra la estigmatización, criminalización y desinformación difundidas por FEDEGAN.
El problema de la tierra en Colombia
En su video FEDEGAN dice: “En Colombia, las invasiones de tierras dejaron de ser un problema aislado para convertirse en una estrategia delictiva (…) Las invasiones no son espontáneas, son planificadas para invadir en masa, tomar control territorial, estafar a personas humildes y consolidar zonas donde la delincuencia manda”
Lo que no dice y oculta de manera premeditada para encubrir la raíz del problema es que Colombia tiene la mayor concentración de tierra en Latinoamérica: el 1% de los propietarios acapara el 81% del territorio. Es decir, si el país fuera una cancha de fútbol con 100 personas, solo una tendría casi toda la tierra, mientras las otras 99 se repartirían lo poco restante. Como resultado, casi 5 millones de hogares tienen tierra insuficiente y más de la mitad de los hogares campesinos no poseen ni un centímetro de tierra.

Además, la mayor parte de la tierra apta para producción agropecuaria se destina para ganadería,lo que genera algo absurdo: ¡Las vacas de los grandes terratenientes tienen más tierra que la mayoría de las familias campesinas!

Los grandes ganaderos hacen parte de esa minoría que concentra la tierra y FEDEGAN como su representante, busca ocultar y legitimar una problemática estructural que no ha tenido solución en el país: el acaparamiento y despojo de tierras. Por eso las tomas de tierra, en efecto, no son un caso aislado, ni son el verdadero problema, son el único camino que ha tenido el campesinado para obtener la tierra.
Despojo masivo de tierras, violencia y criminalización
FEDEGAN celebra los resultados que dieron sus frentes de seguridad ganadera: “En Bolívar se lograron desalojar rápidamente las invasiones gracias a la unión ganadera y a la coordinación con las autoridades locales y la fuerza pública en el marco de los frentes solidarios de seguridad y paz”.
Lo que no se muestra de esta iniciativa son sus claras similitudes con las tristemente célebres CONVIVIR, cooperativas de seguridad privada, armadas al servicio de los terratenientes, que sirvieron de fachada para fortalecer el paramilitarismo, utilizando el discurso del «enemigo interno» para generalizar el despojo y la violencia contra el campesinado. ¿Por qué los frentes ganaderos, como denuncian los campesinos, llegan armados y en camionetas blindadas a desalojar predios? ¿Son acaso un reencauche camuflado de esta vieja estrategia? Además del despojo por apropiación de baldíos y zonas comunes, es bien conocida la estrecha relación del sector ganadero —incluyendo directivos de FEDEGAN como Jorge Visbal— con el paramilitarismo, no solo colaborando con su presencia en los territorios, sino financiando y beneficiándose directamente del desplazamiento. Algunas de las zonas con mayor índice de despojo coinciden con la expansión de la ganadería extensiva, lo que demuestra claramente quiénes han sido los verdaderos invasores.
Por otro lado, resulta preocupante e irresponsable la manera infundada y ligera con la que FEDEGAN vincula las recientes tomas de tierra con las disidencias de las FARC. Las organizaciones campesinas no somos fachada de grupos armados, ni estamos instrumentalizadas por bandas criminales como afirman en su video, luchamos con convicción y plena conciencia por un pedazo de tierra como históricamente lo ha hecho el movimiento campesino: recuperándola. Rechazamos la estigmatización y criminalización de la lucha, que además ha sido en buena medida responsable del asesinato de más de 1300 líderes sociales desde 2016.
El fracaso de la reforma agraria
FEDEGAN reafirma su cooperación con las vías institucionales para impulsar la reforma agraria, lo que nos plantea a una pregunta: ¿por qué un sector históricamente vinculado al despojo y acaparamiento de tierras muestra tanto interés en este proceso? El gobierno -pactando con José Félix Lafourie y el sector ganadero- propuso la compra de 3 millones de hectáreas para entregarlas a los campesinos. Sin embargo, esta meta, que ya era insuficiente frente a los 8 millones de hectáreas despojadas oficialmente reconocidas, se redujo a 1,5 millones. En 3 años no se ha gestionado ni la mitad de esta tierra, de 601.000 hectáreas solo 168.000 han sido compras finalizadas; 24.000 de ellas a FEDEGAN. Además, la mayoría carecen de titulación formal, ya que son entregas provisionales que pueden ser revocadas en cualquier momento. Todo esto evidencia las limitaciones institucionales para acceder a la tierra en un proceso marcado por: 1) denuncias de que los terratenientes están ofertando predios en mal estado, con baldíos o adquiridos mediante despojo, para cobrar a precio comercial; y 2) los trámites burocráticos interminables que han llevado a los campesinos a desgastarse y desistir del proceso.

Por todos estos motivos, hoy el movimiento campesino ha encontrado en la toma y recuperación de la tierra el camino que ha comprobado ser más efectivo para cumplir su reivindicación histórica: la tierra para quien la trabaja. Hacemos un llamado al campesinado colombiano a retomar esta tarea y nos solidarizamos con todos los procesos de recuperación en curso: ¡Adelante compañeros, luchar no es un crimen! A continuar impulsando con decisión y autonomía la lucha por tierra, defendamos la legitimidad y vigencia de la recuperación. A FEDEGAN le decimos: ¡Sí! El movimiento campesino se está organizando y las tomas de tierra ya no serán aisladas, van a continuar expandiéndose y temblará el poder terrateniente ante la fuerza del campesinado, porque nuestro mandato ha sido, es y será volver a la tierra y lo haremos más fuertes y organizados.
