
La Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) anunció el pasado miércoles 22 de octubre el cese del paro que comenzó el 15 de septiembre en rechazo a la eliminación del subsidio al diésel y a la aprobación del proyecto minero Loma Larga, situado cerca de la reserva hídrica de Quimsacocha, en la provincia de Azuay. El paro, que se caracterizó por su combatividad y la acción directa en las calles, logró derrotar en muchas ocasiones a la represión que se ensañó con el movimiento social al darle tratamiento militar para intentar aplastarlo por la fuerza legal e ilegal. La lucha logró extenderse por cinco semanas, gracias a ello se logró generar pérdidas millonarias para el sector agroexportador, mediante la parálisis de rutas en las provincias andinas del centro y norte del país, la presión de la “Huelga General Indefinida” afectó el bolsillo de los ricachones notablemente. Las masas en el Ecuador están dispuestas a luchar en contra de la ultra derecha y ésta última demostró la verdadera cara servil y vendida de la clase burguesa compradora en el país, que incluso llegó a pedir socorro del sionismo israelí y de la OEA.
La brutal represión dejó un saldo de tres manifestantes muertos, 15 desaparecidos, casi 300 heridos y 377 vulneraciones de los derechos humanos. Dentro de las víctimas se cuenta el líder indígena kichwa de 46 años, Efraín Fuerez; José Alberto Guamán Izam, de 30 años, de la comunidad de Cachibiro, agricultor y padre de dos hijos, y Rosa Elena Paqui, mujer indígena saraguro de 61 años, que falleció por un paro cardiorrespiratorio causado por los gases lacrimógenos. Los métodos de represión tuvieron características similares a los vividos en Colombia tras el Gran Levantamiento Popular que se generó en el 2021: usar la represión policial y armas químicas para someter a los “huelguistas” por la fuerza, combinando la infiltración de las marchas y usar civiles armados protegidos por la policía desde donde se dispara contra los huelguistas, usar la tortura y la desaparición mediante el uso de vehículos particulares para despistar y no dejar rastro de sus crímenes, el manejo mediático para tratar de dividir el movimiento y estigmatizarlo, evitando que el mismo crezca y se extienda a la población en general, justificando a la vez la brutal represión desmedida, un manual de represión que indistintamente aplica la burguesía mundial en contra de la rebeldía popular.
Marlon Vargas y a la dirigencia de la CONAIE capituló al cumplirse un mes de lucha sin siquiera haber obtenido la liberación de los detenidos y sin haber logrado su reivindicación fundamental: evitar que cancelen el subsidio a los combustibles. Algunas de las bases más combativas de la CONAIE no acataron del todo la decisión, quienes denunciaron una “brutal represión”, exigieron la “desmilitarización” de las comunidades y la liberación de los detenidos. La capitulación de la dirección de la CONAIE recuerda la frase de aquel viejo bolchevique, quien estudió la Huelga General como arma de lucha política del proletariado mundial, y veía en los reformistas el principal peligro para la unidad total del pueblo y del eventual triunfo de la lucha popular: “cuando los reformistas no pueden evitar la huelga, se ponen al frente para traicionarla en el momento oportuno” [1].
El fracaso del reformismo en el Ecuador le dio un impulso necesario para que el ultraderechista y vendepatria de Noboa, pasara a la iniciativa, al proponer un referéndum en donde se permitiera, entre otras cosas, la instalación de bases norteamericanas en territorio ecuatoriano bajo el supuesto de la lucha antidrogas y la “seguridad nacional”. Noboa sin ningún descaro llegó a asegurar: “En Colombia hay bases de otros países. La gente se siente más segura con una base militar al lado, más tranquila”. Tal hecho remarca la profunda crisis política que se vive en el Ecuador a causa de la guerra del narcotráfico que se vive el país, y que ya se ha vivido en otros países vecinos como en Colombia en los años 80 y Perú en los 90 del siglo pasado, en donde la amarga experiencia enseña que Noboa se va alinear y va a cumplir a rajatabla la doctrina norteamericana de la lucha antidrogas y anti insurgente, que lo único que consiguió en la práctica fue golpear, asesinar, desplazar y expropiar por violencia al campesinado y permitir la privatización y monopolio de las tierras mediante el monocultivo, la ganadería extensiva y cultivos ilícitos que oxigenan el poder de la mafia en el país y logra desgarrar el tejido social. La práctica de las políticas antidrogas norteamericanas en países como Colombia, Perú y Afganistán han demostrado que la injerencia norteamericana con su política, no reduce la producción de cultivos ilícitos, sino que los multiplica, algo que recuerda a la experiencia de la guerra del opio del imperio británico a mediados del siglo XIX, mediante la cual invadió a China, la saqueó y se la repartió con otros países europeos.
El papel de la guerra contra las drogas en la cultura anglosajona es de vieja data y ha sido la disculpa perfecta para atacar e invadir naciones. Hoy, el ultrarreaccionario Donald Trump la está usando para justificar su agresión y eventual invasión de Venezuela. Noboa como buen lacayo del imperialismo norteamericano se propone un plan para asegurar la injerencia de la mafia y las bases norteamericanas en el Ecuador, y en esa primera contienda las masas no lograron los objetivos esperados, debido no a la falta de fuerza y beligerancia en las bases, sino a la traición de la CONAIE que va a esperar que en las urnas se pueda “detener” a la ultra derecha, táctica que demostró su fracaso en Colombia y Perú. Sin embargo, “este levantamiento indígena y popular ya es victorioso: está sepultando el oportunismo de los Vargas, de Iza y de toda esa camada que, por su ambición electorera, llevó a su organización a la bancarrota política y moral” como lo indicó el Frente de Defensa de las Luchas del Pueblo del Ecuador (FDLP-EC) y además la gran fuerza y combatividad mostrada por el pueblo ecuatoriano es en si mismo un triunfo y avance en las fuerzas populares. El pueblo ecuatoriano debe saber que no cuenta con salvadores supremos y debe comenzar a reorganizar sus fuerzas para tomar aliento y emprender de nuevo la lucha.
Notas
[1] Losovsky: De la Huelga a la toma del poder.
