Este es un artículo tomado del Jornal de Nova Democracia. Lo hemos traducido integramente para presentarlo al lector.
Más de 40 mil personas murieron y decenas de miles quedaron heridas en Turquía y Siria como resultado de un terremoto el día 6 de enero. Al menos nueve ciudades de Turquía fueron afectadas por el desastre, además de ciudades del norte de Siria. Un estado de emergencia fue decretado en Turquía un día después de la catástrofe. Activistas demócratas y revolucionarios en el país han organizado acciones de solidaridad activa y [fueron] condenados a prisión masas, militantes y periodistas que denunciaran la negligencia del viejo estado turco con las medidas de prevención a los efectos del terremoto.
El terremoto fue sentido inicialmente a las 4:17 a.m. del día 6/01 en la ciudad de Maras, epicentro del desastre. Además de Maras, por lo menos otras ocho ciudades turcas y parte del territorio de Siria también sufrieron con la dispersión del terremoto, que alcanzó la magnitud de 7,8 en la escala Richter.
El número de muertos, que aumenta a cada día, alcanzó un total de 40 mil el día 14 de febrero, siendo 35418 el número de muertos en Turquía y 5814 en Siria. Además de los muertos, más de 80 mil personas quedaron heridas y centenas de predios (dentro de los cuales están incluidas las residencias del pueblo turco) fueron destruidos o fuertemente damnificados.
Hasta la fecha, el número de afectados por los terremotos no fue totalizado. Decenas de millares de personas aún están hospitalizadas en espera de cirugías, mientras que muchas otras se encuentran sepultadas. Las masas que fueron rescatadas reclaman la falta de atención médica, la falta de abrigo y el hecho de que han tenido que dormir en el frío, además de la falta de agua potable y otros recursos básicos para la sobrevivencia. Profesionales de la salud de la ciudad de Iskenderun denunciaron que fueron obligados a trabajar en un bloque del hospital estatal de Iskenderun que fue gravemente damnificado por el terremoto.
Erdogan aprovecha la catástrofe para atacar derechos y libertades democráticas
Al día siguiente a la catástrofe, el presidente de Turquía, Recep Teyyip Erdogan, decretó un estado de emergencia en el país en tentativa de impedir las innúmeras críticas en contra de la gestión de su gobierno antes y después del terremoto. Como parte de las medidas de estado de emergencia estaba la prohibición de la vaga y ambigua acción de “difundir o transmitir rumores falsos, exagerados y noticias con la intención especial de causar escándalo público y pánico”.
Como resultado, al menos cuatro periodistas fueron apresados, detenidos o amenazados el mismo día que el decreto fue anunciado. El periodista Volken Pekal, de Evrensel, fue apresado por filmar los resultados del terremoto en Adana.
Según lo policías, el gobernador de la región había prohibido cualquier filmación sin permiso. En el mismo día, policías en Diyarbakir impidieron que periodistas realizaran un reportaje en la ciudad y amenazaron con detener a los moradores en caso de que ellos conversaran con los profesionales de la prensa. Aún el día 7 de enero, los periodistas Merdan Yanarga y Enver Aysever y el politólogo Özgün Emre Koç fueron detenidos e investigados después de criticar las medidas del gobierno.
La justificativa oficial de la detención fue por “difundir odio y hostilidad entre el pueblo”. En los siguientes días, otros periodistas, activistas y masas fueron víctimas de persecución y prohibiciones por parte de las fuerzas represivas del viejo estado. Fueron los casos de los periodistas Mahmut Altıntas (Mesopotamia Agency) y Sema Çaglak (Jinnews), apresados en Urfa por no portar credenciales de prensa de Comunicación Presidencial, [también] del periodista Mehmet Güles (Mesopotamia Agency), detenido en Diyarbakir y del activista de Mazlum Oruç (Federación de Asociaciones Juveniles Socialistas – SGDF), apresado en una batida domiciliaria por la misma acusación de “incitar al pueblo al odio y la enemistad”.
Además de las constantes prisiones de activistas, masas y periodistas que levantaron denuncias contra Erdogan, se acumularon las acusaciones de que las restricciones impuestas por el viejo Estado turco impidió las acciones de ayuda y solidaridad activa movilizadas por activistas populares que llegaron de determinadas regiones del país. Organizaciones como la Federación de Trabajadores de Turquía en Alemania (Atif) y el Sindicato de los Trabajadores Migrantes en Europa (Ageb) denunciaron que diversas donaciones que ellos recogieron no consiguieron pasar las fronteras golpeadas por el terremoto y no pudieron ser destinadas a las ciudades del Norte de Siria.
Amnistia de erdogan a predios irregulares es la verdadera razón del alto número de muertos.
De entre las innúmeras denuncias levantadas contra el viejo estado turco y el régimen reaccionario de Erdogan, se destacan las múltiples acusaciones de que el número asombroso de muertos en la catástrofe podría haber sido evitado. No es correcto aquello que afirma el presidente del país de que “no es posible estar preparado para tal desastre” o “lo que sucede, sucede. Es parte del plan del destino” -afirmaciones que recuerdan su pronunciamiento después de la explosión de una mina en el país, el año pasado. En verdad, relatos y datos muestran que el número de muertos del país se debió principalmente a las construcciones irregulares resultados del boom de construcción civil impulsado por el presidente y parlamento turcos.
Hace aproximadamente dos décadas, la construcción civil en Turquía ha sido impulsada en masa por la colonización reaccionaria de Erdogan, su Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP) y otros reaccionarios. El número de permisos para empresas de construcción (muchos de ellos llevados a cabo por contratistas que tienen diversas relaciones con el viejo Estado turco) se han triplicado desde la elección de Erdogan a la presidencia en 2014.
En Turquía, los predios necesitan seguir regulaciones estrictas de seguridad para terremotos, aun más exigentes desde 1999. Sin embargo, la mayoría de los empresarios del país ignoran estas regulaciones, y de vez en cuando, el viejo Estado turco los perdona oficialmente. El mecanismo de perdón, llamado “amnistía” para construcciones, ocurre de años en años: en él, el viejo Estado turco realiza un inventario de predios irregulares en el país. Estos paga una cuota al viejo Estado y reciben la “amnistía” para continuar existiendo (sin la necesidad de atender las regulaciones).
La última de esas amnistías fue concedida en 2018, para vísperas de la reelección de Erdogan para la presidencia. En ese momento, se planteó que al menos el 50% de los edificios del país habían violado las regulaciones. De los miles de edificios derribados en el último terremoto, muchos se habían construido en los últimos dos años.
Revolucionários, democratas y progressistas organizan a las masas en medio de la calamidad.
Frente a ese escenario siniestro que asola la sociedad turca, diversas organizaciones revolucionarias, democráticas y progresistas han denunciado los crímenes del régimen de Erdogan y organizado a las masas en acciones de solidaridad popular. Activistas de la organización Partizan distribuyeron periódicos sobre el terremoto y la responsabilidad del viejo Estado y del régimen de Erdogan sobre el alto número de muertos. Los activistas conversaron con diversas familias durante la acción. Según la prensa popular turca Yeni Demokrasi, una de las personas abordadas por los activistas de Partizan afirmó que su familia no recibió ninguna ayuda del Estado turco y que sus parientes se organizaron para resolver los problemas con las propias manos.
Además de Partizan, organizaciones como Ageb, Atif, Itif y el Colectivo Morzikil tambien realizaron diversas acciones de solidaridad entre las masas turcas. Una comida colectiva fue organizada en la sede de la Asociación Democrática de los Trabajadores Wörgl, en la cual fue servido lahmacun y pan durante todo el fin de semana. Además de eso, activistas de Ageb en países de Europa han recaudado fondos para donar a las víctimas del terremoto, mientras que los militantes de Itif en Suiza recolectaron donaciones de alimentos para enviar a las masas turcas.