El 7 de febrero se cumplieron 2 meses del estallido social en Perú, uniéndose al espíritu que recorre el continente con grandes levantamientos populares en varios países de la región. Las protestas son protagonizadas por sectores mayoritariamente campesinos que exigen disolución del congreso y convocatoria a nuevas elecciones en medio de la destitución y detención de Pedro Castillo, antiguo mandatario del estado peruano.
La realidad es que Perú se sostiene sobre condiciones de pobreza para la mayoría del pueblo, principalmente entre los indígenas y campesinos. En Juliaca por ejemplo, una ciudad rural que ha sido uno de los escenarios de las actuales protestas, el 60% de la población no cuenta con agua potable, muchos caminos no están pavimentados y en el único hospital público que hay, la malnutrición es el principal problema[1].
Por otro lado en Perú, hay una sólida, extensa y ejemplar historia de lucha. De hecho, previo al actual levantamiento, el mismo Pedro Castillo enfrentó la protesta popular del campesinado a la cual respondió con represión.
Es natural que en las clases dominantes se presenten pugnas entre sus diversas fracciones. Y a esto se le agrega dos ingredientes: uno, la situación actual de crisis del imperialismo que disminuye la riqueza a repartir entre este sector y dos, la lucha del pueblo que amenaza sus intereses. Esto ocasiona una profunda inestabilidad y aun más impulso a la lucha, lo cual se ha expresado por ejemplo en el hecho de que en los últimos cuatro años en Perú se ha cambiado cuatro veces de presidente en medio de la protesta popular.
Pedro Castillo llegó a su posición con un discurso populista de promesas de cambio y cabalgando sobre la organización y la movilización del pueblo. Por eso, con ayuda de organizaciones oportunistas que decantan el inconformismo popular hacia luchas burocráticas y electoreras, su destitución y detención ha sido la primera chispa para el actual levantamiento popular.
Pero lo que en realidad late en el corazón de las actuales y masivas movilizaciones en Perú son los deseos irrefrenables de una vida distinta y el odio a una clase dominante que ha desangrado al pueblo desde siempre. Incluso se ha podido leer en un afiche la siguiente consigna: “refundar una patria nueva”. Remecer el podrido orden desde sus cimientos y construir el poder del pueblo, eso y no una farsa de elecciones es la verdadera reivindicación popular.
El Estado reaccionario ha respondido como suele responder al levantamiento del pueblo. Con una cruenta represión que ya deja más de 50 muertos. Por su parte el pueblo ha dejado escuchar su rumor y cientos de miles de peruanos han puesto a temblar al país.