Batalla de Boyacá, oleo de Martin Tovar y Tovar

A propósito del 20 de julio y 7 de agosto es importante reflexionar sobre la situación de independencia de nuestro país a través de la historia.

Con la llegada de los españoles al continente que conocemos hoy cómo América nuestros pueblos indígenas conocieron la explotación y la opresión que conllevo la conquista y la colonia. Principalmente con masacres y exterminios los españoles lograron la dominación sobre nuestros territorios y la vida del pueblo, entre ellos los indígenas nativos de estas tierras y los negros africanos que fueron brutalmente cazados y tratados como animales, obligados a trabajar completamente esclavizados. En estos procesos de opresión se cumplió la ley general que existe en la sociedad, donde hay opresión hay resistencia, y la lucha contra los españoles se fue organizando desde el inicio de la conquista. Por un lado, varios pueblos indígenas se organizaron y lucharon a muerte, incluso prefiriendo morir en batalla que vivir sometidos. Por otro lado, los negros con su resistencia cimarrona lucharon por su libertad y conformaron palenques donde vivían fuera del dominio español. A pesar de la resistencia, el desarrollo de la sociedad esclavista-feudal española logró implantarse y trajo a estas tierras dos de los problemas fundamentales que conservamos en la actualidad, el problema de la tierra y el dominio nacional por parte de una potencia extranjera.

Esta época de dominación de nuestro territorio por parte de la corona española se extiende hasta las guerras de independencia. En 1781 las contradicciones del pueblo neogranadino y su sed de independencia empezaban a dar frutos con la Rebelión de los Comuneros. Un alza de impuestos hizo estallar la furia del pueblo, el epicentro de las manifestaciones fue Santander, donde se organizaron miles de personas en una marcha a lo largo del país contra la corona. De allí surgieron dos caminos en la lucha, el primero, el camino democrático que fue representado por Antonio Galán con su consigna “oprimidos contra opresores” quien recogía el descontento de los diferentes sectores del pueblo más pobre y oprimido, luchando por tierra para los indígenas y campesinos, libertad para los negros y libertad de comercio para los artesanos, durante la lucha Galán junto a varios hombres y mujeres recuperaron tierras y dieron libertad a esclavos. Por otro lado, el segundo, el camino burocrático fue representado por Berbeo quien representaba los intereses de los criollos en búsqueda de puestos dentro del Estado colonial español, conciliando con los opresores y traicionando la lucha. De esta gran rebelión la corona española asesina a los más rebeldes, incluido Antonio Galán quien fue descuartizado. Esta lucha nos muestra la necesidad de independencia que sentía el pueblo cansado del yugo español.

Treinta años después se abriría la década de las guerras de independencia en nuestro territorio, donde cientos de indígenas, campesinos, negros, artesanos y criollos dieron sus vidas para la liberación de nuestra nación del yugo español. Con estas guerras se buscaba una vida más democrática y se quería acabar con los problemas fundamentales que habían traído los españoles, el problema de la tierra y la opresión nacional. Esta justa lucha fue dirigida por los criollos quienes pactaron con el Estado de Inglaterra una “ayuda” en el proceso de independencia con armas, ejército y créditos a cambio de acuerdos comerciales. Con la victoria de independencia que expulsó a los españoles de nuestros territorios, el poder del Estado quedo en manos de los criollos, con un nuevo yugo de dominación más velado por parte de la corona inglesa, quienes introducen modalidades capitalistas en nuestro país con el objetivo de comercializar sus mercancías, de este modo sacar mayores riquezas. Los criollos no cumplieron sus promesas de repartir la tierra para los campesinos, no dieron libertad a los negros y el yugo nacional ahora estaba en manos de los ingleses lo que restringía comercialmente a los artesanos, se convirtieron en clases dominantes y opresores del pueblo.

Posteriormente en el siglo XX con la transformación del capitalismo en su fase superior, el imperialismo, las potencias mundiales mancomunadamente con las clases dominantes nacionales –terratenientes y grandes burgueses- impulsan en nuestro país un capitalismo al servicio de esos países opresores, denominado capitalismo burocrático. A inicios de siglo hay una inversión de esos capitales extranjeros y nacionales de industria moderna que buscaban cómo oprimir más profundamente al pueblo y enriquecer aún más a los más ricos del país y del mundo. Posteriormente, esta profundización del país al servicio de naciones extranjeras se da con la danza de los millones de los años 20 y 30, donde Estados Unidos hace gran inversión en la industria y banca, concede grandes créditos, también el Estado invierte en ferrocarriles, vías y puertos para que las inversiones del imperialismo y la gran burguesía tuvieran una infraestructura adecuada para sus grandes negocios. Además de impulsar una política económica donde se crea el Banco de la Republica al servicio de las necesidades del imperialismo yanqui. Es allí que en nuestro país se concreta la dominación de parte de Estados Unidos como principal potencia dominante y se da el desplazamiento de Inglaterra. Esto se da debido a que en el reparto del mundo –I Guerra Mundial- los gringos salieron fortalecidos, ya que estuvieron del lado de las potencias que salieron victoriosas; esto le permitió posicionamiento como una gran potencia debido a que estuvieron en el bando ganador pero la guerra no afecto su nación. Allí logra la dominación de varios países en el mundo haciendo acuerdos con sus clases dominantes e interviniendo económica, política y militarmente, entre ellos Colombia.

Estados Unidos fue profundizando su intervención en nuestra nación en la segunda mitad del siglo XX con el impulso de la Alianza para el progreso como una forma de amortiguar la influencia del comunismo en nuestro país. Y a inicios del siglo XXI impulsa el Plan Colombia con la excusa de combatir el narcotráfico y el terrorismo dando créditos al país acrecentando la deuda externa y la intervención militar directa.

Desde allí todos los presidentes de nuestra nación –incluyendo a Petro- buscan que su administración del Estado cumpla cabalmente con las necesidades que Estados Unidos exige, entre esas, la “estabilidad macroeconómica” que garantiza que nuestro país sigue fielmente pagando la deuda externa. Otra muestra de que el gobierno actual sigue siendo más de lo mismo es la continuación de los TLC y la aceptación de intervenciones militares por parte de los yanquis a nuestros territorios, más recientemente en la Amazonía.

Con este breve recuento histórico podemos vislumbrar cómo nuestra nación ha estado en los últimos 500 años al servicio de potencias que imponen a nuestro pueblo una vida de mucho trabajo y mucha pobreza para que los grandes ricos del mundo se enriquezcan más. El imperialismo, principalmente yanqui, pone sus garras en nuestro país para saquear nuestros recursos naturales y exprimir todo el trabajo de nuestro pueblo. Por ello es importante comprender que nuestra nación no tiene ninguna independencia que celebrar, que lo que se necesita en nuestro país es un proceso revolucionario que expulse al imperialismo, democratice la tierra, confisque el capital e instaure en nuestra nación un Estado obrero, campesino y popular donde el poder lo tenga el pueblo.

Presidente de Estados Unidos Joe Biden y presidente de Colombia Gustavo Petro
Foto: El Heraldo