El 20 de julio de 1964, en medio de un gran movimiento campesino de resistencia armada (denominado también autodefensas campesinas), se establece el Programa Agrario, que planteaba una política revolucionaria respecto a la lucha campesina por la tierra. Dicho Programa fue acordado en la Primera Conferencia del Bloque Sur, que era el nombre que agrupaba varias guerrillas campesinas, algunas de ellas influenciadas por el Partido Comunista, y que actuaban de forma independiente en los departamentos del Tolima, Huila, Cauca y Valle. Guerrillas surgidas como respuesta a la fuerte y violenta arremetida de los latifundistas para despojar a miles de colonos campesinos de sus tierras, usando para ello la represión del ejército, policía y fuerzas paramilitares (civiles armados al servicio del latifundio, también conocidos como pájaros o chulavitas). Luego, a finales de abril e inicios de mayo de 1965, se daría la Segunda Conferencia del Bloque Sur, y allí se fundarían las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pasando entonces de una articulación entre grupos guerrilleros independientes, a un ejército guerrillero unificado que se expandiría por todo el país.
Esta importante experiencia, hace parte de la inagotable lucha que han librado las masas campesinas por la tierra en nuestro país, y considerando entonces el gran valor de dicho proceso histórico, realizaremos un breve recuento de los hechos que dieron origen tanto al Programa Agrario como a las FARC, aclarando que, el posterior desarrollo ideológico y político de las FARC y sus dirigentes, es necesario someterlo a un análisis crítico, pero ese no es el objetivo del presente artículo, en el cual simplemente nos remontamos hasta las causas de su origen.
“Contra nosotros, campesinos revolucionarios del sur del Tolima, Huila, Cauca y Valle sobre el nudo de la cordillera central, desde 1948 se ha lanzado la fuerza del gran latifundio, de los grandes ganaderos, del gran comercio, de los gamonales de la política oficial y de los comerciantes de la violencia. Nosotros hemos sido víctimas de la política de «sangre y fuego» preconizada y llevada a la práctica por la oligarquía que detenta el poder. Contra nosotros se ha desencadenado en el curso de quince años cuatro guerras. Una a partir de 1948, otra a partir de 1954, otra de 1962 y esta que estamos padeciendo a partir del 18 de mayo de 1964, cuando los mandos militares declararon oficialmente que ese día había comenzado la «operación Marquetalia».
Con las anteriores palabras comienza el primer apartado del Programa Agrario, en el cual los campesinos denuncian la arremetida armada de las clases dominantes contra las masas campesinas para arrebatarles sus tierras. Miremos a continuación, algunos de los acontecimientos más importantes de esas cuatro guerras que denunciaron los campesinos en aquel entonces.
1. La guerra de 1948
Durante la década del 40 se agudizó la contradicción entre las masas campesinas y los latifundistas. Los campesinos, durante las décadas del 20 y 30 habían luchado por la tierra y habían conquistado importante cantidad de baldíos del Estado, lo que también se conoce como la colonización campesina, a través de la cual, los trabajadores del campo expandieron la frontera agrícola, desmontando tierras y poniéndolas a producir, y en esas nuevas tierras las masas construían todo: casas, escuela, iglesia, caminos, tiendas, etc., y así poco a poco los colonos campesinos fueron poblando regiones inhóspitas. Sin embargo, dicho proceso era en dura lucha contra los grandes terratenientes, quienes, no contentos con las grandes extensiones de tierras que ya les pertenecían, se consideraban dueños de las tierras baldías y reclamaban esas nuevas tierras para sí. Razón por la cual pugnaban dentro del Estado, especialmente el Partido Conservador, para que la ley y la fuerza pública despojaran a los campesinos, y se oponía hostilmente a cualquier idea de Reforma Agraria que abriera la posibilidad de que los campesinos obtuvieran los títulos de esas tierras colonizadas.
También se agudizaron las contradicciones entre los dos partidos políticos de las clases dominantes, quienes planteaban dos formas diferentes de abordar la contradicción con los campesinos. El Partido Liberal apostaba por el reformismo y las promesas para adormecer la lucha campesina (Reforma Agraria de 1936 de López Pumarejo), mientras el Partido Conservador apostaba por aplastar el movimiento campesino con la fuerza de las armas y la represión estatal.
En 1946 el Partido Conservador gana las elecciones presidenciales con Mariano Ospina Pérez, e inicia un baño de sangre contra las masas campesinas, con masacres, asesinatos y desplazamientos forzados en el campo. La violencia desatada por el Partido Conservador fue tan grande y generó tanto rechazo, que el 7 de febrero de 1948, se realizó la Marcha del silencio, convocada por el líder del Partido Liberal, Jorge Eliecer Gaitán. Se estima que se movilizaron cerca de 100 mil personas en Bogotá (ciudad que tenía en ese entonces aproximadamente 400 mil habitantes), lo que la hacía hasta ese momento, la más grande movilización en la historia de Colombia y esbozaba una gran probabilidad de que Gaitán ganara las siguientes elecciones presidenciales, razón por la cual fue asesinado en 1948, agudizándose así el conflicto armado por gran parte del territorio nacional, pues las bases liberales se armaron ante el asesinato de su líder. El jefe conservador, Laureano Gómez, en agosto de ese año decía: “la guerra civil es inevitable”.
En 1949, los liberales ganan las elecciones parlamentarias, quedándose con la mayoría del poder legislativo desde el cual pensaban hacer oposición a los conservadores en el poder ejecutivo, sin embargo, no llevaban cuatro meses sesionando y Ospina Pérez cierra el Congreso, con lo cual se profundizaba la crisis política del país.
Mientras tanto, en el campo, dos bandos se enfrentaban militarmente: por un lado, las fuerzas reaccionarias agrupadas bajo las banderas conservadoras y con todo el poder del Estado en sus manos, Ejército, Policía, pájaros y chulavitas; y por otro lado surgían por todo el país, decenas de guerrillas liberales y otras bajo la influencia o dirección del Partido Comunista, las cuales agrupaban a campesinos dispuestos a defender sus tierras y sus vidas, así fuese con las pocas armas que disponían.
Las fuerzas conservadoras incursionaron en cientos de poblaciones, realizando masacres, desplazamientos forzados, violaciones de mujeres, incendio de casas o incluso de pueblos enteros, robo de ganado y enseres, entre otros crímenes contra las masas campesinas. Uno de los muchos grupos guerrilleros que surgieron, se conformó en el sector de Rioblanco, Tolima, bajo el mando de una familia Liberal, Gerardo Loaiza y sus hijos. Junto a ellos se fueron agrupando otras guerrillas más pequeñas, como la de Manuel Marulanda Vélez, quien llegó con un pequeño contingente de 19 combatientes, que se había formado en Génova, Quindío, desde donde fueron desplazados por los conservadores. También se uniría Isauro Yosa y el grupo guerrillero bajo su mando, junto con 200 familias campesinas que venían huyendo del sur del Tolima. Isauro era un campesino comunista, miembro del Partido, que llevaba varios años realizando trabajo organizativo en esa región. Años atrás había impulsado en el sector de Irco, luchas campesinas contra la adulteración de las pesas, contra el sistema de aparecería y también organizó cuadrillas de campesinos para desmontar y tomar tierras baldías en lucha contra los terratenientes que reclamaban dichas tierras. Estas guerrillas, no contaban con gran armamento, sino algunas “escopetas de fisto, una que otra de cápsula y muy contadas veces una carabina 22” (Entrevista a Jaime Guaracas, p. 66) [1].
Durante 1950, al sector de Rioblanco, fueron sumándose más familias campesinas desplazadas de otros municipios, las cuales buscaban refugio en aquellas zonas guerrilleras que aún no habían sido golpeadas. Así se conformó el Comando de El Davis, que llegó a ser un pueblo con más de 2.000 habitantes y que funcionaba como una organización militar, desde los niños hasta los ancianos cumplían una labor en función de la guerra de resistencia que estaban librando, contra la violencia y el despojo latifundista encabezado por el gobierno conservador: “[El Davis] fue un campamento muy bien montado, con varias organizaciones: de los 15 años hasta los 40, y a veces hasta los 50, eran guerrilleros de fila que cumplían cualquier misión militar. Con los mayores de 50 se construían ranchos, cultivaban comida, hacían alpargatas y trabajaban el cuero para hacer cartucheras. Las mujeres remendaban, cocinaban, lavaban; algunas eran enfermeras y otras enseñaban a leer a niños y a ancianos. Los hombres de fila salían a pelear o a llevar abastecimiento porque lo que se cultivaba no alcanzaba. Cuando yo llegué no había cumplido 12 años. Duré unos días en el Batallón Sucre, donde participaban los niños de 10 a 14 años; a los 15 ya se podía pasar a la fila de guerrilleros. Un día deserté de los pioneros, me presenté en la fila de los disponibles y me aceptaron como guerrillero. No había cumplido los 13 todavía.” … “nadie podía estarse quieto o haciendo pereza. Todos y todas teníamos que estar haciendo algo, aportando para la subsistencia.” (Entrevista a Jaime Guaracas, p. 67). Organizados bajo la disciplina militar, los campesinos de El Davis construyeron hospital, comedor, armería, fábrica de cotizas de fique, escuela, guardería, juzgado y hasta refugios antiaéreos.
El conflicto armado se extendió por todo el país, convirtiéndose en un gran riesgo para los intereses de la gran burguesía, los latifundistas y el imperialismo yanqui. “Se calcula que en 1951 las guerrillas del Llano tendrían unos 3.000 hombres; las del sur del Tolima, 6.000, y las de Cundinamarca y Antioquia, 12.000. […] Por su parte, el Ejército tenía 15.000 soldados, y la Policía, 25.000.” (p. 25). Las guerrillas campesinas se encontraban dispersas y no funcionaban bajo una dirección unificada o un plan conjunto, sin embargo, empezaron a generar espacios de articulación, como la Conferencia de Cundinamarca en agosto de 1952, a la que asistieron delegados de las guerrillas de los Llanos, Santander, Antioquia, Sumapaz y del Sur del Tolima, Conferencia desde la cual emitieron un pronunciamiento político en el que exigían un gobierno popular, el restablecimiento de las libertades democráticas, una reforma agraria “que pusiera en práctica el principio de que la tierra es para quien la trabaja”, entre otras reivindicaciones. Frente a este panorama, los jefes de las clases dominantes, tanto del Partido Conservador como del Partido Liberal, ante el gran avance del movimiento armado campesino, planificaron el golpe militar del general Rojas Pinilla, el 13 de junio de 1953, para centralizar aún más el aparato de represión estatal e iniciar la pacificación de todo el país.
2. La guerra de 1954
En 1952, el Comando de El Davis se había dividido en dos sectores. La razón fue que entre Gerardo Loaiza y otros mandos militares bajo influencia comunista, surgieron conflictos políticos que los fueron distanciando hasta el antagonismo. Conflictos que reflejaban dos líneas políticas opuestas, mientras Loaiza actuaba como caudillo militar, quería aprovechar las armas para acrecentar su propio poder y era hostil a las ideas comunistas; otros mandos militares, fieles a la causa del campesinado, como Isauro Yosa, Manuel Marulanda, Ciro Truijllo, planteaban el uso de las armas para luchar por las reivindicaciones del pueblo como la tierra y la democracia. El antagonismo fue tal, que se presentaron enfrentamientos entre ambos grupos en los cuales murieron dos hijos de Loaiza. El papel de Isauro Yosa es reconocido por otros mandos militares por su influencia dentro de las guerrillas del sur del Tolima: “el que trajo otras ideas fue el Mayor Lister, o sea Isauro Yosa, que dijo que no había que pelear solo por política sino para cambiar el país, y que había que comenzar por la tierra.” (Entrevista a Miguel Pascuas, p. 75). El nombre de guerra de Isauro Yosa era Mayor Lister, en homenaje a Enrique Lister, reconocido comunista y general de la guerra civil española.
Mientras tanto, el gobierno militar de Rojas Pinilla apostaba por dos tácticas, en primer lugar, ofreció amnistía e indulto general para todos los guerrilleros, así como para todos los funcionarios públicos que hubiesen cometido delitos “por causa de excesivo celo en el cumplimiento de sus funciones” (p. 26). Para ello, los aviones militares arrojaron miles de volantes sobre las zonas en conflicto invitando a la entrega de armas, y también dirigentes del Partido Liberal acudieron a las zonas guerrilleras para persuadir a las bases campesinas de acoger la amnistía. Paralelo a ello, se ponía en marcha la segunda táctica, fortalecer el aparato militar para aplastar por la fuerza aquellas guerrillas que no se acogieran a la amnistía. Para ello, el gobierno de EE.UU. vendió a Rojas Pinilla armamento, munición, asistencia militar por 150 millones de dólares, dentro de lo cual se incluían 3.000 bombas de napalm. El gobierno militar se había puesto como meta, acabar con las guerrillas antes del 8 de junio, para conmemorar el primer año del golpe de Estado.
Ante la propuesta de amnistía de Rojas Pinilla, muchas guerrillas influenciadas por la dirección del Partido Liberal, se acogieron, como fue el caso del grupo de Gerardo Loaiza, quien fue nombrado alcalde de Rioblanco, y ahora se ponía del lado del Estado para combatir a los comunistas, quienes decidieron no acogerse y continuar combatiendo.
Es importante mencionar, que varios comandantes guerrilleros influenciados por el liberalismo, fueron engañados tanto por el Estado como por la dirigencia liberal, como fue el caso de Guadalupe Salcedo, destacado líder guerrillero de los Llanos, quien aceptó la amnistía y tres años después de haber entregado las armas, fue asesinado por la policía en la ciudad de Bogotá, donde le tendieron una trampa. Situación similar ocurrió con otros líderes guerrilleros que se habían desmovilizado en otras regiones del país.
Una vez agotado el tiempo para aceptar la entrega de armas, Rojas Pinilla reanuda la guerra contra las guerrillas en 1954. Con más de 5.000 hombres, apoyados por fuerza aérea y con fusiles modernos, el Estado logra disolver el Comando de El Davis. Los mandos militares se esparcen por la región junto con las masas campesinas. Algunos inician nuevamente la colonización de tierras baldías, como el grupo de Ciro Trujillo, que tomó camino hacia Riochiquito, Tierradentro, Cauca, donde empezaron nuevamente a cultivar la tierra y tratar de vivir en paz, alejados de la represión. Manuel Marulanda y un grupo armado colonizaron tierra en el sector de Marquetalia, Planadas, Tolima. Mientras tanto, Isauro Yosa y otros mandos militares se replegaron hacia Villarrica, al oriente del Tolima, movilizando consigo familias campesinas, armas y animales.
Continuando la guerra contra el movimiento campesino, en 1955, las fuerzas armadas de Rojas Pinilla, atacan la región de Villarrica, capturando a cientos de personas, entre ellas a Isauro Yosa, que es enviado a prisión por tres años. Las guerrillas de Villarrica intentaron resistir la represión estatal, aplicando una táctica de defensa de posiciones, a lo cual llamaron “la cortina”, que consistía en una línea defensiva de trincheras, con la cual pretendían impedir el avance de las fuerzas armadas oficiales. Las masas campesinas resistieron por varios meses la ofensiva estatal, sin embargo, en junio son derrotados. La intensidad de los combates se puede apreciar en el siguiente testimonio de un guerrillero:
“Hicimos la ‘cortina’ de defensa, desde la región de Cunday hasta el lado de Prado. Una cortina de gente, de combatientes, en donde nosotros no retrocederíamos, ni el Ejército podía avanzar… nosotros comíamos y dormíamos en la trinchera… defendiendo el terreno y las familias que estaban arriba, detrás de nosotros… libramos una guerra suicida… Nos atacaban día y noche, no nos dejaban descansar. Estábamos defendiendo posiciones y, con la plena seguridad de que no nos iban a sacar, hacíamos trinchera, hacíamos huecos en la tierra, desde donde disparábamos… uno comía estando en la trinchera. No había orden de salir; había una comisión de mujeres que preparaban la enfermería; recorrían la cortina durante los combates… A los niños mayores de 10 años se les escogió para que sirvieran de estafetas… El peor momento que yo recuerdo fue el 8 de junio de 1955, cuando el Ejército se tomó Villarrica. …Se ordenó a las familias salir y avanzar hacia la colonia. A las 7 de la mañana el Ejército rompió la cortina y se entró a la colonia. Ese día la gente lloraba; una gran cantidad de compañeros, hombres, mujeres y niños, lloraban de ver tanto Ejército, tantos aviones. Trajeron 12 aviones que bombardeaban, ametrallaban… Donde caía una bomba iba prendiendo todo, monte, casas, todo; la gente se arrodillaba a pedirle a Dios. Parecía el juicio final… los aviones acabaron con la iglesia y la Colonia. No dejaron casa que no desbarataran. En esa evacuación ya íbamos como 3.000 personas… acordamos tomarnos el camino del Himalaya, o sea la vía a Galilea. Los compañeros que iban adelante alcanzaron a salvar una cantidad de ganados y bestias… se cargaron chécheres, inclusive colchones, camas, gallinas” (p. 37-38).
En un informe de la embajada de EE.UU. a su gobierno, se dice que entre el 7 y el 10 de junio, fueron lanzadas 50 bombas de napalm que destruyeron completamente la población de Villarrica: casas, iglesia, escuela, etc. El Estado aplicó la táctica de “tierra arrasada” para destruir esta colonia campesina, que era considerada por las fuerzas reaccionarias, un bastión del comunismo. Las familias campesinas de Villarrica, se vieron obligadas a marchar por meses, sin comida, con niños y con las poquitas pertenencias que habían salvado, huyendo hacia zonas montañosas y selváticas donde fuese difícil el acceso para las fuerzas de represión. Algunos grupos formaron nuevas colonizaciones, mientras otros grupos se incorporaron a zonas guerrilleras que aún no habían sido atacadas, como Marquetalia, donde el grupo de Manuel Marulanda había creado una nueva colonización campesina; o la zona de Riochiquito, bajo el mando de Ciro Trujillo. Por su parte, Isauro Yosa, una vez recupera su libertad, se reincorpora al combate y se une al grupo de Manuel Marulanda en Marquetalia.
Un informé de la Comisión Investigadora de las Causas de la Violencia, planteó que entre 1948 y 1957, en el departamento del Tolima fueron asesinadas 35.294 personas y se abandonaron 93.882 fincas. Por su parte, los campesinos para defenderse, crearon 33 comandos guerrilleros por todo el departamento, sólo en el sur del Tolima hubo 12 guerrillas resistiendo contra la arremetida estatal y paramilitar.
3. Las guerras de 1962 y 1964
En 1957 se da el derrocamiento del gobierno militar de Rojas Pinilla, producto de una gran movilización popular, donde los estudiantes universitarios tuvieron un papel destacado en las protestas en las principales ciudades del país. Además, los jefes de las clases dominantes, liberales y conservadores, llegaron a un acuerdo para finalizar el gobierno de Rojas Pinilla, quien, aunque había propinado golpes a las guerrillas, había fracaso en su plan de derrotarlas mientras agotaba las arcas del Estado con la guerra y varios escándalos de corrupción. El acuerdo de los partidos de las clases dominantes, consistía en la creación del Frente Nacional, a través del cual el Partido Conservador y el Liberal se iban a alternar cada cuatro años la presidencia de la república, distribuir los puestos legislativos de forma equitativa, así como otros cargos burocráticos, lo que ellos llamarían un “gobierno de coalición”, pero que realmente a los ojos del pueblo, era la farsa electoral en su forma más descarada y cínica.
En 1958 inicia el primer turno del Frente Nacional para los liberales, con el gobierno de Alberto Lleras Camargo, quien, para poner fin al conflicto armado, retoma la política del reformismo y las promesas para apaciguar la lucha campesina. Los liberales impulsan un Proceso de Paz con las guerrillas campesinas que aún seguían activas. Las exigencias de los campesinos en armas eran: devolución de las tierras usurpadas, garantías del gobierno para regresar a ellas, desmonte de los grupos paramilitares, levantar el estado de sitio, adjudicación de baldíos a los campesinos sin costo, y apoyo del gobierno con créditos, herramientas, insumos, entre otras demandas.
El gobierno creó entonces el Plan de Rehabilitación Nacional que prometía soluciones a las demandas campesinas, y las guerrillas del sur del Tolima se acogieron, pero sin entregar las armas, ya que no era exigencia del gobierno. Aunque la principal reivindicación de los campesinos era la tierra, el estado enfocó el Plan hacia la construcción de obras públicas donde contrató a miles de excombatientes, “en 1959 se emplearon 6.700 hombres en 110 frentes de trabajo, en uno de los cuales Manuel Marulanda fue inspector jefe de carretera” (p.45). Algunos excombatientes andaban armados, como Marulanda, pues, aunque se encontraban en un momento de paz con el gobierno, las bandas paramilitares de pájaros y chulavitas seguían realizando acciones contra ellos, paraban los buses y asesinaban campesinos liberales, o les cortaban los brazos para que no pudieran volver a trabajar.
Otros mandos guerrilleros, se enfocaron a la organización gremial del campesinado, como Ciro Trujillo, quien fundó la Unión Sindical de Agricultores de Riochiquito y Tierradentro, y a través de esta continuó fortaleciendo la colonia campesina que había formado años atrás. Distribuían tierras a los excombatientes, construían escuelas, caminos, y aún en épocas de paz, mantenían la organización campesina bajo la disciplina militar. Los jefes conservadores y liberales de la región veían esta organización con recelo, en cartas enviadas al gobernados del Cauca se quejaban de la “benévola tolerancia con que han sido tratados los antisociales de Riochiquito” e informes de inteligencia alertaban sobre una “organización comunista cuyo número de hombres se considera en 1.000 con una organización y disciplina casi perfectas, de los cuales 500 se hallan en actividad y 500 en receso. Están armados con ametralladoras y fusiles, tienen uniformes y un equipo de transmisiones cuyo sistema se desconoce” (p. 58).
Por otra parte, Charro Negro, otro de los mandos guerrilleros, que también tenía influencia del Partido Comunista, se puso al frente de la Unión Sindical de Agricultores de Tolima y Huila, bajo el objetivo de seguir impulsando la organización y las reivindicaciones campesinas. Sin embargo, fue asesinado en enero 1960, por excombatientes guerrilleros liberales que ahora servían al gobierno liberal. El asesinato de Charro Negro fue la alerta para que otros mandos guerrilleros, cercanos a la influencia comunista, asumieran que ahora vendrían por ellos, y que debían volver a las armas para defenderse.
“La paz fue corta. Comenzaron a perseguirnos… Lleras Camargo dijo que había que acabar con los comunistas y puso a Mariachi y a Peligro en contra de nosotros… Nosotros estábamos trabajando cuando en esas salió Marulanda otra vez armado y emputado y nos dijo: “Muchachos, se acabó la pacificación, mataron a Charro y en la lista seguimos nosotros: Isaías Pardo, Rogelio, Lister. Ya no hay nada que hacer”. Entregamos las herramientas de trabajo y sacamos los fusiles. Marulanda hizo una gira por la carretera del Carmen para traer armas y con ellas organizó los primeros 20 hombres de fila. En una pelea iban 200 soldados; les quitamos 18 mulas, unas cargadas con materiales importantes para nosotros, para nuestro abastecimiento, y también recuperamos cinco fusiles perillas. A Marulanda lo nombraron mayor. Entramos a combatir.” (Entrevista a Miguel Pascuas, p. 75).
El Ejército empezó a incursionar en la región de Marquetalia, donde se había hecho fuerte la guerrilla de Manuel Marulanda, esta vez aplicando una doctrina cívico-militar, a través de la cual las FF.MM. trataban de ganarse a la población campesina cumpliendo funciones de las instituciones civiles, para así obtener legitimidad hacía el gobierno y restarles apoyo popular a las guerrillas. Todo lo anterior hacía parte del Plan LASO, elaborado por Alberto Ruiz Novoa, comandante del Ejército, siguiendo al pie de la letra la doctrina de Seguridad Nacional de EE.UU. Doctrina impulsada por el imperialismo yanqui en todo América Latina para contrarrestar la influencia de la Revolución Cubana (1959). Según el propio Ruiz Novoa, en una entrevista en 1992: “la filosofía del Plan era ‘quitarle el agua al pez’, o sea, quitarle el apoyo campesino a la guerrilla. Hubo novedades tácticas, como los grupos localizadores de la guerrilla, pero la acción cívico-militar era más importante que el combate… Nos ayudaron antiguos guerrilleros liberales como ‘Peligro’. A Marquetalia entramos sin que salieran los campesinos” [2]. Recordar que Ruiz Novoa había sido el comandante del Batallón Colombia, contingente de tropas enviado al extranjero en 1951, para apoyar al imperialismo yanqui en la guerra contrarrevolucionaria en Corea. Batallón Colombia que, a su regreso al país, en 1954, fue enviado por Rojas Pinilla a reprimir una marcha estudiantil, el 9 de junio, dejando como resultado 10 estudiantes y 1 transeúnte muertos, 39 heridos de bala, 2 personas mutiladas y varios heridos por golpes.
Las guerrillas de Marquetalia, previendo la arremetida que se les venía, realizaron varias acciones para fortalecerse y prepararse. Manuel Marulanda montó emboscadas contra el Ejército a través de las cuales consiguieron armamento y municiones, crearon depósitos de alimentos, donde almacenaban reservas de maíz, arroz y otros productos, dedicaron tiempo al adiestramiento y al entrenamiento militar, y “se orientó construir caletas en la profundidad de la selva y almacenar allá la provisión que más se pudiera, según las posibilidades de cada familia. Pensábamos que si una familia tenía que esconderse tuviera por lo menos para seis meses de sobrevivencia… Estábamos creando zonas de reserva” (p. 48).
Por otra parte, la pugna entre las clases dominantes sobre cómo abordar la lucha campesina, se volvía a presentar en la dirección del Estado. Lleras Camargo propuso una reforma agraria en 1961 con la cual prometía tierra al campesinado para apaciguar la lucha. Mientras tanto, desde el Senado, los jefes del Partido Conservador se oponían fehacientemente a la reforma agraria, afirmando que las políticas agrarias del gobierno liberal dejaban el campo a merced de las guerrillas. En 1961, en un debate sobre la reforma agraria en el Congreso, el senador conservador Álvaro Gómez Hurtado, planteó que las zonas guerrilleras se estaban convirtiendo en “repúblicas independientes”, donde el Ejército no podía entrar y se estaba perdiendo la soberanía nacional, “el señor presidente Lleras va a pasar a la historia como el fundador de cinco repúblicas independientes, porque la soberanía nacional se ha quebrantado” [3]. Siguiendo esta línea, los conservadores empezaron a exigir que se pusiera fin a las “repúblicas independientes” y se recuperara el control de todo el territorio nacional. Mientras Lleras intentaba apaciguar al campesinado con promesas, los conservadores planteaban la necesidad de una mayor intervención militar para aplastar la lucha campesina.
En 1962, siguiendo con el acuerdo del Frente Nacional, llegó el turno de los conservadores para la presidencia, inicia el gobierno de Guillermo León Valencia, quien nombra a Ruiz Novoa como ministro de guerra, para que implemente a cabalidad el Plan LASO. Plan que, aunque ponía énfasis en las operaciones cívicas, igual continuaba asesinando campesinos, como por ejemplo en Natagaima, donde el Ejército masacró 15 personas el 26 de septiembre. Paralelo a las acciones cívicas, el Ejército estaba preparando una incursión a gran escala para acabar con el comando de Marquetalia.
Sin embargo, las guerrillas campesinas habían aprendido de su experiencia de lucha en los últimos años, especialmente de la derrota de Villarrica. En una conferencia realizada en abril de 1964 acordaron “La movilidad absoluta y total de las guerrillas y la no aceptación de una guerra de posiciones”. También en esa conferencia fue elegido un secretariado de la resistencia, conformado por Manuel Marulanda, Isauro Yosa y dos cuadros del Partido Comunista que habían llegado recientemente para sumarse a la resistencia: Jacobo Arenas y Hernando Gonzales. Bajo la táctica de una movilidad absoluta, las guerrillas evacuaron las familias campesinas de la zona de guerra, hacia lugares montañosos previamente determinados por los dirigentes, en la zona de guerra solo quedaron los combatientes para realizar emboscadas y ataques sorpresa contra el Ejército: “los hombres acompañaban a sus mujeres y a sus hijos hasta el lomo de la cordillera, donde los despedían y regresaban a los comandos” (p. 49).
Luego de bastante preparación, por parte de ambos bandos, el 18 de mayo de 1964, las fuerzas militares del estado colombiano, con apoyo militar del imperialismo yanqui, asaltan por aire y tierra la zona guerrillera de Marquetalia aplicando la misma táctica de Villarrica, arrasar con todo. Entre los batallones movilizados para la operación estaba el célebre Batallón Colombia. Más de 3.000 soldados incursionaron en la zona, apoyados por aviones T-33 y helicópteros. Con bombardeos de napalm, ametrallamientos desde el aire y avance por tierra, el Ejército buscaba golpear a los guerrilleros. Uno de los bombardeos cayó sobre un grupo de familias en la selva, matando 15 niños. Por su parte los comandos guerrilleros se movían por toda la zona y esperaban el momento oportuno para atacar, causando bajas a las fuerzas de la represión y recuperando armamento. Los combates se extendieron por más de un mes, y solo hasta el 22 de junio, el Ejército logró ocupar totalmente la región. Entonces los guerrilleros de Marquetalia deciden retirarse hacia Riochiquito, la zona guerrillera bajo el mando de Ciro Trujillo, la cual aún no había sido atacada. “El Ejército decía que nosotros éramos 600 hombres… si hubiéramos tenido al menos 100, no los habríamos dejado moverse. Éramos 52 y solo 25 con armas buenas. La dirección del secretariado marchó hacia el Cauca a hacer la convocatoria del Bloque Sur y detrás de ellos salió toda la población civil.” (Entrevista a Jaime Guaracas, p. 71).
Luego de haberse replegado, el 20 de julio se realiza la Primera Conferencia del Bloque Sur, en la que participaron mandos de varias zonas guerrilleras. Allí se aprueba el Programa Agrario, del cual compartimos unos extractos:
“Desde hoy 20 de julio de 1964, somos un movimiento guerrillero que lucha por el siguiente Programa:
PRIMERO – A la reforma agraria de mentiras de la Burguesía oponemos una efectiva Reforma Agraria Revolucionaria que cambie de raíz la estructura social del campo colombiano, entregando en forma completamente gratuita la tierra a los campesinos que la trabajan o quisieran trabajarla, sobre la base de la confiscación de la propiedad latifundista en beneficio de todo el pueblo trabajador.
La Reforma Agraria Revolucionaria entregará a los campesinos las herramientas, animales de labor, equipos y construcciones para su debida explotación económica. La reforma agraria es la condición indispensable para elevar verticalmente el nivel de vida material y cultural de todo el campesinado, librarlo del desempleo, del hambre y del analfabetismo; para liquidar las trabas del latifundismo y para impulsar el desarrollo de la producción agropecuaria e industrial del país. La Reforma Agraria confiscará las tierras ocupadas por los imperialistas yanquis a cualquier título y cualquiera que sea la actividad a la cual están dedicadas.
SEGUNDO – Los colonos, ocupantes, arrendatarios, aparceros, terrazgueros, agregados, etc., de tierras de los latifundistas o de la nación, recibirán los títulos correspondientes de propiedad sobre los terrenos que exploten. […]
…
SEPTIMO – La realización de este Programa Agrario Revolucionario dependerá de la alianza obrero campesina y del frente único de todos los colombianos en la lucha por el cambio de régimen, única garantía para la destrucción de la vieja estructura latifundista de Colombia. La realización de esta Reforma Agraria Revolucionaria se apoyará en las más amplias masas campesinas, las cuales contribuirán decididamente a la destrucción de latifundio. Por eso, este programa se plantea como necesidad vital, la lucha por la forjación del más amplio frente único de todas las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias del país, para un combate permanente hasta dar en tierra con este gobierno de los imperialistas yanquis que impiden la realización de los anhelos del pueblo colombiano.
Por eso invitamos a todos los campesinos, a todos los obreros, a todos los empleados, a todos los estudiantes, a todos los artesanos, a todos los pequeños industriales, a la burguesía nacional que esté dispuesta a combatir contra el imperialismo, a los intelectuales demócratas y revolucionarios, a todos los partidos políticos de izquierda o de centro que quieran un cambio en el sentido del progreso, a la gran lucha revolucionaria y patriótica por una Colombia para los colombianos, por el triunfo de la revolución, por un gobierno democrático de liberación nacional.
Marquetalia, julio 20 de 1964.
Manuel Marulanda Vélez – Isauro Yosa – Darío Lozano – Isaías Pardo – Tarciso Guaraca – Parménides Cuenca – Roberto López – Jesús Medina – Luis Pardo – Rigoberto Lozano – Miryam Narváez – Judith Grizales – Jesús Ortiz – Rogelio Díaz – Miguel Aldana – (siguen más de mil firmas de campesinos).” [4]
4. El fracaso del Estado y la fundación de las FARC.
Entre abril y mayo de 1965 se realizó la Segunda Conferencia del Bloque Sur, en la que las guerrillas, que actuaban de forma independiente en sus respectivas regiones, y luego de años de lucha armada, aprendieron la necesidad de unificarse, para poder hacer frente a la guerra contra el pueblo desatada por las clases dominantes. Así entonces, se constituyeron como Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC, con un estado mayor, un reglamento y una estructura jerárquica. Guiados por el justo anhelo de conquistar la tierra o recuperar las tierras que los latifundistas, a través de las armas, les arrebataron, el espíritu de lucha se mantenía firme. En palabras de Manuel Marulanda: “Ahora volveremos a buscarlos en la orilla del río de donde un día nos sacaron, volveremos a buscarlos en la montaña de la cual un día nos hicieron salir a la huyenda, volveremos a buscarlos en la región de la que un día nos hicieron correr” (p. 63).
En septiembre de 1965 las fuerzas armadas atacan la región de Riochiquito [5], pero los campesinos vuelven a aplicar la misma táctica de Marquetalia: evacúan las familias, combaten contra el enemigo aplicando tácticas propias de la guerra de guerrillas y finalmente se retiran para fortalecerse en otras regiones montañosas y selváticas. El Ejército nunca supo cuándo ni cómo escaparon, los campesinos en armas aprendieron a hacerse invisibles para las fuerzas de la represión. El Estado fracasó completamente en su plan de acabar con las guerrillas campesinas, ni en Marquetalia ni en Riochiquito lograron cumplir sus objetivos, por el contrario, las guerrillas lograron retirarse, y no solo escaparon, sino que conformaron un ejército unificado y establecieron un Programa Revolucionario bajo la influencia de ideas comunistas, lo cual, fortalecía aún más la lucha campesina. El posterior proceso de desarrollo de las FARC y su dirigencia, hasta nuestros días, deberá ser analizado y no es el objetivo de este artículo, el cual simplemente se limita a plantear que el origen de dicha guerrilla y de su Programa, son parte de la heroica lucha revolucionaria de las masas campesinas por la tierra, y fueron el resultado de décadas de resistencia armada campesina contra el despojo insaciable y violento por parte de los latifundistas, razón por la cual, hoy conmemoramos este importante proceso de lucha y el Programa Agrario.
Notas
[1] Este artículo se ha escrito basado en el trabajo investigativo de Alfredo Molano Bravo, particularmente su libro A lomo de mula (2016). Los hechos aquí narrados y los datos históricos, en su gran mayoría han sido extraídos de dicha obra. Salvo que se especifique lo contrario, todas las citas y sus respectivas páginas, pertenecen a la siguiente referencia bibliográfica: Molano, Alfredo (2016). A lomo de mula (2a ed.). Penguin Editorial.
[2] Leal Buitrago, Francisco (2002). La seguridad nacional a la deriva. p. 44.
[3] comisiondelaverdad.co, consultado 20 de junio de 2024. https://www.comisiondelaverdad.co/las-republicas-independientes
[4] Invitamos a consultar el documento completo del Programa Agrario (1964) que se encuentra disponible en el siguiente link: https://nuevademocracia.com.co/?p=26647
[5] Invitamos a ver el documental “Rio Chiquito” de Jean Pierre Sergent, en el cual queda documentado el ataque del Estado contra esta población, el cual se encuentra disponible en el siguiente link: https://youtu.be/3TDifFXe8fY