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Editorial – Trump reaviva la guerra contra las drogas para profundizar su dominación en América Latina

Nov 10, 2025

La supuesta ‘guerra contra las drogas’ ha sido uno de los medios por los cuales Estados Unidos ha intervenido en América Latina en las últimas décadas. La acuñó la administración Nixon en los años 70 y la administración Reagan la expandió en los años 80. A finales de los años 80, Estados Unidos estableció el estándar para el imperialismo de la guerra contra las drogas en Panamá. Después de desacreditar a Manuel Noriega con cargos por narcotráfico, oficiales en Washington organizaron una intervención militar para removerlo del poder.

El Plan Colombia, implementado por EE. UU. en el 2000, fue una clara intervención militar yanqui en Colombia con la excusa de la guerra contra las drogas, pero que, en realidad, sirvió para desarrollar la guerra contrainsurgente o guerra de baja intensidad en el país. Esta guerra fue la que dejo como resultado la fuerte represión al movimiento campesino y popular en donde se dieron los llamados “falsos positivos” y en donde el viejo Estado y sus fuerzas militares y paramilitares cometieron graves crímenes contra el pueblo colombiano. Este Plan fue un paquete de “ayuda” de 1.300 millones de dólares que aprobó Estados Unidos para enviar a Colombia en donde un 80 % fueron destinados al fortalecimiento de las fuerzas armadas y el otro 20 % destinados a la asistencia económica y social, según informó la Comisión de la Verdad.

En 2007, la administración de George W. Bush impulsó un programa similar en México, el cual ha tenido como consecuencia 350,000 muertos y 72,000 desaparecidos en el marco de la guerra contra las drogas (cifras entre 2006 y 2021), así como el aumento de la violencia y el flujo de drogas (Washington Post. Una guerra inventada y 350,000 muertos en México).

Décadas de operaciones militares respaldadas por Estados Unidos han traído más sangre y crímenes contra el pueblo en América Latina, a la vez que han fracasado en detener el flujo de drogas. Los datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) revelan que alrededor del 90% de la cocaína producida en América Latina se consume en territorio yanqui. Asimismo, grandes bancos internacionales como el HSBC ya han sido multados por lavar miles de millones de dólares procedentes del narcotráfico.

La “guerra contra las drogas” y la movilización de tropas yanquis es parte de esa trayectoria histórica de sometimiento del imperialismo yanqui a los pueblos del mundo. En 2003 en Irak, la afirmación de la existencia de “armas de destrucción masiva” resultó falsa, pero sirvió para justificar la invasión y el control del petróleo. En 2011 en Libia, la intervención de la OTAN provocó la caída de Gadafi y el colapso del país. En 2001 en Afganistán, la guerra de dos décadas bajo la bandera del “guerra contra el terrorismo” terminó con los talibanes expulsando a los yanquis del país en una antológica escena de huida masiva.

Aunque es evidente que la llamada «guerra contra las drogas» no es en realidad una guerra contra los narcóticos, sino una defensa de los intereses geoestratégicos de la potencia imperialista y la excusa para el mayor sometimiento a los pueblos y saqueo de recursos. La administración Trump está utilizando una vez más el eslogan de la guerra contra el terrorismo para crear una justificación para operaciones militares en toda América Latina.

El terreno para esta nueva edición del imperialismo de la guerra contra las drogas se sentó poco después de que asumiera el cargo. El 20 de enero de 2025, el archirreaccionario Trump emitió la Orden Ejecutiva 14157, designando a los cárteles y otras organizaciones como Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTOs). El 8 de agosto de 2025, el New York Times reportó que Trump había firmado en secreto una directiva al Departamento de Defensa para comenzar a usar la fuerza militar contra los cárteles latinoamericanos de la droga, indicando que los planes de ataque estarían listos para mediados de septiembre. La extorsión a países como Colombia y México mediante el arbitrario criterio de «certificación». Según el Departamento de Justicia de EE.UU., este mecanismo significa: “si se considera que los países han cooperado completamente con EE.UU., son certificados. Si no, se les niega la certificación y se suspende la ayuda exterior”. Estas «certificaciones» no son más que medallitas de vasallaje que evidencian el grado de sometimiento de los países de Nuestra América a las políticas imperialistas yanquis.

La semana pasada, Trump declaró que Estados Unidos está en un «conflicto armado» con los cárteles de la droga y que tratará a sus miembros como «combatientes ilegales», según reportaron múltiples medios de comunicación. Bajo el derecho internacional, los países en un conflicto armado pueden matar a combatientes enemigos y detenerlos sin juicio, lo que representa un paso mucho más allá del marco legal contra el narcotráfico, que típicamente permite a los sospechosos defender su caso en un tribunal.  Así, se preparan las condiciones políticas para poner a la orden del día una nueva edición de la vieja política, con la manipulación de la opinión pública y los «permisos» y formas adecuadas para perpetuar la agresión dentro de su estructura reaccionaria de gobierno yanqui.

Y ¿por qué es importante intervenir para Estados Unidos en la región y porque ahora se intensifica? La respuesta la dio la propia excomandante del Comando Sur (SOUTHCOM), Laura Richardson, en diciembre de 2023, cuando estaba al frente de esta entidad militar encargada de las operaciones en el continente suramericano.

«Esta región es realmente importante y lo es mucho para nuestra seguridad nacional y nuestra patria. Diré que estamos inmersos en una competencia estratégica en el hemisferio occidental con la República Popular China y Rusia. ¿Por qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, está el Triángulo del Litio, que se necesita para la tecnología actual. El sesenta por ciento del litio del mundo está en el Triángulo del Litio: Argentina, Bolivia, Chile. Tenemos las mayores reservas de petróleo, crudo liviano dulce descubierto frente a las costas de Guyana hace más de un año. También están los recursos de Venezuela, con petróleo, cobre, oro. China obtiene del 30 al 36 por ciento de sus alimentos de esta región. Tenemos el Amazonas, los pulmones del mundo. También tenemos el 31 por ciento del agua dulce del mundo en esta región. ¡Quiero decir, son cifras asombrosas!

Hablemos del comercio; el comercio en la región es increíble. Mencioné todos los vínculos que tenemos con este hemisferio, pero la RPC, en muchos países de esta región, es el principal socio comercial; Estados Unidos es el número dos en la mayoría… en algunos casos, diría yo. Sin embargo, ver el aumento de la inversión y el comercio desde China—de 18,000 millones de dólares en 2002 hasta 450,000 millones actualmente—y en camino a lo que se prevé que sean y en camino a lo que se prevé que sean unos 750,000 millones… Así que, creo que tenemos mucho en juego.”

  (A conversation with General Laura J. Richardson on security across the Americas)

Así, este nuevo capítulo de intervencionismo comienza hoy y se agudiza con Venezuela, que ante los ojos de los yanquis representa el 18% de las reservas mundiales de petróleo y la puerta de entrada del «peligro» ruso y chino en la región, dentro de sus disputas interimperialistas por nuestros recursos.

Estados Unidos movilizó tropas militares al sur del Mar Caribe. Esto se da en medio de las pugnas interimperialistas y la influencia que va ganando el social-imperialismo chino en América Latina, especialmente en Venezuela, y en medio de la profunda crisis que atraviesa el imperialismo yanqui, y el imperialismo en general, lo que lleva a que aumente la explotación y opresión a los pueblos oprimidos y a sus semicolonias.

Un submarino nuclear, aviones de reconocimiento P8 Poseidon, varios destructores, ocho buques de guerra equipado con misiles, más de 4 mil soldados, el Grupo Anfibio Preparado Iwo Jima, que incluye el USS San Antonio, el USS Iwo Jima y el USS Fort Lauderdale, con 4500 marineros, dos destructores de misiles guiados de la Marina —el USS Jason Dunham y el USS Gravely, el crucero de misiles guiados USS Lake Erie y el buque de combate litoral Minneapolis-St fueron movilizados inicialmente según informó la prensa monopólica yanqui. Con la excusa de la “guerra contra las drogas” en la región.

Como parte de la guerra de psicológica el imperialismo yanqui, al parecer, ha destruido 17 embarcaciones procedentes de Venezuela que supuestamente transportaba drogas, según declaraciones del ultrarreaccionario Donald Trump donde fueron asesinadas 70 personas. Un análisis realizado por la prensa democrática y popular, A Nova Democracia-AND, afirma que, “la tendencia más viable para los yanquis sería la realización de operaciones “quirúrgicas” contra Maduro y otros lideres del gobierno. Por medio de ataques puntuales con uso de drones y ataques aéreos. Sin embargo, todavía no hay garantías de un cambio de régimen, dado el apoyo del núcleo de las Fuerzas Armadas al gobierno”.

Los gobiernos lacayos de la región reaccionaron. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum dijo que cooperará con las operaciones yanquis, pero “sin sumisión ni invasión”, palabras que intentan disfrazar su capitulación ante el imperialismo. Además, Sheinbaum aprobó la deportación de prisioneros mexicanos buscados por EE. UU. a territorio yanqui por segunda vez este año. Los presos trasladados son miembros de cárteles, pero no se descarta que en el futuro la medida se amplíe a otros grupos, incluidos los políticos.

El gobierno de Brasil, encabezado por el oportunista Lula, anunció que cancela los ejercicios militares con Estados Unidos, pero mantiene y refuerza la Operación Atlas, movilización militar de gran envergadura hacia la frontera con Venezuela. El gobierno Petro afirmó que si Estados Unidos invade a Venezuela sería comparado a la invasión en Siria, sin embargo, fiel a su amo yanqui, Petro ordenó movilizar tropas a la frontera con Venezuela y en un trino, del 15 de agosto, dijo que “quienes quieren romper las relaciones EEUU y Colombia, son sirvientes de las mafias”, es decir, Petro señala de mafiosos a todos los revolucionarios y demócratas que con un genuino espíritu antiimperialista desean romper con el sometimiento que el imperialismo yanqui impone a nuestro país.

En un informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), titulado «Navigating Disruption» y elaborado por su Departamento de Geopolítica y Política Exterior que salió en octubre, se analizan las consecuencias de una posible intervención militar estadounidense contra los cárteles advirtiendo ‘Ganancias a Corto Plazo, Riesgos a Largo Plazo’ «Si Estados Unidos llegara a lanzar acciones militares extensivas contra los cárteles, la violencia entre y dentro de los cárteles se intensificaría, probablemente habría un gran número de víctimas colaterales y podría aumentar el desplazamiento interno. El caos y el baño de sangre resultantes, agravados por el resurgimiento de los traumas de las intervenciones militares estadounidenses pasadas, probablemente alimentarían un sentimiento antiestadounidense generalizado. Esto, a su vez, podría alejar a los países de la cooperación con Washington en los asuntos que la administración Trump prioriza más y allanar el camino para que América Latina y el Caribe (LAC) busquen socios alternativos, incluidos Beijing y Moscú.»

Aunque la agresión militar parezca una señal de fortaleza, en realidad es una debilidad, una carta a la que acuden las potencias en tiempos de crisis, en tiempos de guerra, cuando declina su control hegemónico del mundo en su competencia interimperialista, y cuando se prenden fuegos por doquier.

Además de despertar el monstruo de la protesta antiimperialista y provocar un potencial aislamiento en la región, incluso entre sus regímenes lacayos, una invasión directa y completa a Venezuela no es una opción viable por el momento para el imperialismo yanqui debido a que actualmente tiene abiertos muchos frentes de guerra (Ucrania, Palestina y Medio Oriente en general) y sus planes estratégicos se sitúan en el Asia-pacifico para contener el avance del social-imperialismo chino.

Por su lado Maduro declaró que, “si Venezuela fuese atacada por fuerzas extranjeras, nos declararíamos una república en armas, y todo el pueblo se lanzaría a la lucha armada nacional, como libertadores del siglo XXI” y llamó al pueblo a que se uniera las Milicias Populares que son uno de los cinco componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). El rechazo a una posible agresión generó que el pueblo venezolano saliera masivamente a incorporarse a las milicias, más de 4,5 millones de milicianos se movilizaron en respuesta a las amenazas del imperialismo yanqui. Por supuesto las condiciones de vida y la crisis económica y política en la que está sumida Venezuela, no se aliviaran y al contrario se profundizaran con una agresión extranjera.

El intervencionismo yanqui en América Latina no es nuevo, históricamente y de diversas formas ha sometido a las naciones de la región para cumplir con sus planes, es bien conocido el papel que jugó Estados Unidos en la instauración de regímenes militares, que reprimieron a sangre y fuego la lucha del pueblo. También es conocido el robo de Panamá y sus posteriores invasiones militares para imponer gobiernos títeres y asegurarse con el control del Canal de Panamá. Y así, muchos más casos a lo largo del continente y del mundo. Sin embargo, los pueblos del mundo le han asestado grandes golpes al imperialismo, como respuesta a las intervenciones y guerra de agresión las masas alzadas en armadas han expulsado a los yanquis de su territorio, así fue en Vietnam, así fue en Afganistán y así será en Venezuela en caso de invasión yanqui.

La lucha popular en América Latina es fuerte, en Perú y Ecuador el pueblo se está levantando en contra de los gobiernos reaccionarios y lacayos del imperialismo. En Brasil la lucha revolucionaria por la tierra dirigida por la Liga de Campesinos Pobres – LCP está siendo fuertemente reprimida y criminalizada, sin embargo, se está desarrollando vigorosamente y cada vez más se va haciendo innegable una creciente guerra revolucionaria contra el latifundio y sus matones y fuerzas policiales a sueldo. El pueblo venezolano no está dispuesto a dejarse invadir y responderá con contundencia a todos los ataques del imperialismo yanqui, así como lo ha demostrado el alistamiento masivo a las Milicias Populares.

En Colombia el pueblo también se está organizando y luchando, campesinos en el Cesar están llevando a cabo importantes tomas de tierra, las masas de los barrios populares se vienen organizando para exigir y conquistar el derecho a la vivienda digna en diferentes partes del país, organizaciones sindicales y populares están haciendo grandes esfuerzos para sacar de la crisis en la que se encuentra el movimiento obrero, el movimiento en solidaridad con Palestina se sigue movilizando y organizando actividades de lucha y solidaridad como la combativa conmemoración del 7 de octubre, y en general diferentes sectores del pueblo luchan por sus reivindicaciones concretas.

El pasado 16 de agosto fue fundada la Coordinadora de Luchas Populares – CLP, un frente que busca agrupar a los sectores independientes y antiimperialistas del país para impulsar y desarrollar la lucha popular y la defensa de los derechos de los pueblos de Colombia y el mundo. Esta importante iniciativa se suma al importante movimiento antiimperialista que se está fortaleciendo en América Latina y el mundo donde la Resistencia Nacional Palestina es el faro que ilumina el camino.

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