Entre los días 13 y 18 de octubre, en varias regiones del país, se presentó una masiva movilización popular, sostenida principalmente por campesinos organizados en el Coordinador Nacional Agrario (CNA) y el Congreso de los Pueblos. También participaron estudiantes, obreros, maestros, y en general diversos sectores populares. Las movilizaciones en todo el país estuvieron unificadas por la consigna: “¡Aquí en la lucha por las transformaciones sociales!”.
Desde el día lunes 13 de octubre, comenzó el desplazamiento de miles de manifestantes a los diferentes sitios de bloqueo y acción, con el objetivo de realizar la instalación e iniciar las acciones de legítima protesta en carreteras e instituciones gubernamentales.

En Bogotá, en la sede de la Universidad Nacional, ese día fue instalado un Refugio Humanitario, con cientos de manifestantes provenientes de diferentes regiones del país, desde el cual se realizaba el siguiente reclamo: “Exigimos el reconocimiento estatal de la Emergencia Humanitaria. Entendemos que la raíz de toda esta violencia es la Doctrina de Seguridad Nacional que perpetúa el conflicto y señala a todas las personas que defendemos nuestros territorios como los «enemigos internos». Por eso también exigimos el desmonte de esa doctrina y de su brazo ejecutor en los territorios: el paramilitarismo, que nunca ha dejado de existir, pero hoy tiene mayor reconocimiento y beligerancia.” (Facebook CNAColombia). También denunciaron la resolución, 294 del 5 de septiembre de 2025, con la cual el gobierno Petro le otorgó calidad de actor político al Clan del Golfo- EGC, otorgado estatus político al paramilitarismo.
Esa noche, en el municipio de Confines, Santander, se presentaron las primeras medidas de represión por parte de la policía, quien hostigó a los manifestantes solicitando sus cédulas y desplegando un operativo policial que violaba los protocolos en caso de protesta. Según las denuncias publicadas en redes sociales, los policías seguían portando sus armas letales, lo cual está prohibido en este tipo de escenarios. Además, policías que cubrían sus identificaciones, junto con personas de civil, tomaron fotografías a los manifestantes. Horas más tarde, pasadas las 9:00 pm., en la vía entre Macanillo y Socorro, Santander, un grupo de civiles armados con palos, piedras, botellas y armas blancas, agredió a un grupo de 70 manifestantes que también se movilizaban hacía las jornadas de protesta. Dos personas resultaron heridas. La agresión fue realizaba bajo el amparo de la policía, que, en lugar de proteger a los manifestantes, protegía a los agresores y les permitía actuar con total impunidad. También, en el municipio de San Gil, Santander, a las 11:20 pm., otro grupo de manifestantes que se encontraba al interior de un bus, fue agredido con piedras, por parte de otro grupo de civiles hostiles a la protesta, organizados por sectores de extrema derecha. Según denuncias de organizaciones sociales, las anteriores acciones represivas, realizadas por policía y civiles, fueron instigadas por el gobernador de Santander, Juvenal Díaz Mateus.
A pesar de la represión ejercida contra la movilización en Santander, al día siguiente, se comenzaron a generar exitosos reportes del inicio de los bloqueos en varias carreteras a nivel nacional y en instituciones gubernamentales.
En el departamento del Cesar, en el corregimiento de Besote, miles de campesinos bloquearon la Ruta del Sol. El equipo de Nueva Democracia, tuvo la oportunidad de participar de las jornadas de protesta en dicho punto de bloqueo, donde pudimos documentar un poco de lo ocurrido durante los días de protesta. Allí evidenciamos el clamor del campesinado por tierra para quien la trabaja, expresado en consignas, telas, canciones, testimonios, etc. La organización del campesinado para conquistar sus derechos, expresado en el gran trabajo logístico para garantizar la alimentación, cambuches, puesto de salud, guardia campesina, equipo de comunicaciones y derechos humanos, entre otras labores. El papel de la juventud y de los artistas populares, que durante cuatro días mantuvieron la agitación y propaganda permanentes en medio de la protesta, siempre con la energía y ánimo a tope, elevando la moral de lucha de todos los participantes. La combatividad de las masas campesinas, dispuestas a ejercer la protesta en las calles, aunque esto significase la posibilidad de enfrentar la represión estatal. En este punto de bloqueo, solo se presentó el hostigamiento a través de drones que sobrevolaron constantemente el sitio, sin embargo, vimos cómo las masas campesinas estaban dispuestas a resistir si fuese necesario, porque sus reclamos son justos y la lucha completamente legítima. A continuación, compartimos el reportaje audiovisual que realizamos, sobre lo vivido en el punto de bloqueo en el corregimiento de Besote, Cesar.
En la vereda El Céfiro, municipio Rosas, Cauca, cerca de 2.000 personas bloquearon la vía, argumentando que “nos juntamos desde el suroccidente a la movilización nacional porque los acuerdos incumplidos en este territorio son históricos.”

En el sector La Delfina, Buenaventura, Valle del Cauca, se mantuvo el bloqueo el día 14, sin embargo, el día 15 de octubre en la mañana, la movilización fue fuertemente reprimida por el escuadrón antidisturbios de la policía y por policías que portaban armas de largo alcance. Dicha vía es muy importante para las clases dominantes y el imperialismo, pues conduce al principal puerto marítimo de Colombia, el Puerto de Buenaventura, por donde se extraen las riquezas de nuestro país, saqueadas por las multinacionales extranjeras, y también por donde ingresan las mercancías extranjeras que inundan el mercado nacional y arruinan a nuestros propios productores. Los manifestantes denunciaron que la policía disparó sus armas de fuego contra las personas que participaban de la protesta. A pesar de la fuerte represión, en horas de la tarde, los indígenas y campesinos ya habían vuelto a bloquear la vía, después de combatir contra las fuerzas de represión por varias horas.


En el Puente el Arrastradero, municipio Tadó, vía Quibdó-Pereira, comunidades indígenas y afros también se sumaron a la movilización nacional. En el departamento de Arauca también hubo reporte de movilizaciones campesinas. En el peaje de la vía Bogotá-Facatativá, manifestantes tomaron control del mismo y permitieron la libre circulación de los carros, argumentando que dicha acción atacaba a Luis Carlos Sarmiento Angulo y su conglomerado financiero, que tiene el monopolio sobre las concesiones viales y peajes en Colombia. “Ese control privado e injusto de las vías y el transporte en Colombia hace que mucho del alimento producido por las comunidades campesinas, indígenas y pueblo afro llegue a las ciudades a precios elevados, restringiendo el acceso al mismo desde las clases populares urbanas.” (Facebook CNAColombia).

En Bogotá hubo protestas y bloqueos en el Ministerio de Vivienda, en el Ministerio del Interior, en la Agencia Nacional de Tierras, exigiendo una “Reforma Agraria Integral y Popular, una que no solo reparta la tierra como un mercado sino que atienda las necesidades de pueblos indígenas, afros, campesinos y los que habitan las ciudades”; también hubo bloqueos en la Sociedad de Activos Especiales (SAE) y en la Unidad para las Victimas.
También en la capital del país, el 17 de octubre, se realizó una movilización hacía la Embajada de EE.UU., exigiendo la soberanía nacional, en contra de la injerencia del imperialismo yanqui en Colombia y América Latina, y en apoyo a la heroica resistencia del pueblo palestino. Sin embargo, la movilización fue reprimida por los antidisturbios de la policía, quienes no contaban con una gran resistencia por parte de comunidades indígenas y campesinas que hacían parte de la movilización. Cuatro policías fueron heridos por las flechas lanzadas por los indígenas.


El día sábado 18 de octubre, se dio por finalizada la movilización a nivel nacional, luego de que las vocerías alcanzaran acuerdos con el gobierno nacional, acuerdos que fueron conquistados a través de la lucha en las calles.
Así concluyó una gran movilización campesina y popular, que levantó las banderas de la lucha por la tierra para quien la trabaja; en contra del paramilitarismo y la doctrina de seguridad nacional de las clases dominantes; por la soberanía nacional en contra el imperialismo yanqui; por el cumplimento de los acuerdos con las comunidades que garanticen una vida digna para el pueblo; entre otras reivindicaciones. Durante una semana, “Aquí en la lucha” se convirtió en una consigna que se enfrentó al silencio y la pacificación que pretende el “gobierno del cambio”. Aún hoy retumba en todo el país aquel llamado a combatir por los derechos del pueblo, convocando a quienes quieren luchar para que retomemos el camino popular, y ensordeciendo a quienes no quieren luchar, es decir a todos aquellos dirigentes, organizaciones y fuerzas sociales adormecidas por el reformismo “del cambio”.
