En Colombia el 8 y 9 de junio se conmemora el día del estudiante debido al asesinato de estudiantes universitarios por parte del Estado. Cada año en varios centros educativos, principalmente universidades, se realizan actividades y manifestaciones para conmemorar esta fecha. Con el desarrollo de la lucha y la consciencia estudiantil se ha agregado el adjetivo ‘combativo’ como características a exaltar del estudiantado, pues a lo largo de la historia de nuestro país este sector ha estado presente en la defensa de los derechos de la educación y los derechos del pueblo.
Es en el gobierno de Miguel Abadía Méndez que se presenta el primer acontecimiento. En 1929 en medio de una gran crisis política y económica, y posteriormente de la ejecución de la Masacre de las Bananeras por parte de las fuerzas armadas estatales contra obreros y campesinos en el Magdalena, el gobierno toma la decisión de investir a Carlos Cortes Vargas, responsable de la masacre, como Director General de la Policía. Este hecho lleva a protestas masivas en la ciudad de Bogotá, sumado al descontento contra los funcionarios que hacían parte de ‘la rosca’, un grupo de políticos que controlaban puestos burocráticos. El 6 de junio se convoca a movilizaciones que se dirigen al Capitolio Nacional exigiendo la caída de ‘la rosca’ y en rechazo a la Masacre de las Bananeras. El 7 de junio continuaron las protestas y a las 10:30 de la noche en medio de las confrontaciones, policías arremeten contra estudiantes con armas de fuego, allí cae asesinado Gonzalo Bravo Pérez, estudiante de derecho de la Universidad Nacional. El 8 de junio velan en medio de una movilización masiva del pueblo bogotano al estudiante asesinado. Las acciones de represión estatal generaron rechazo masivo de la población logrando que cuatro ministros renunciaran a su cargo y que cayera ‘la rosca’.
El segundo hecho se da en 1954 en el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla. Todos los años desde el asesinato de Gonzalo, los 8 de junio estudiantes universitarios preparaban una peregrinación hacia la tumba para conmemorar el día del estudiante. Ese año el Ministro de Gobierno pretendía prohibir dicha manifestación, por lo cual los estudiantes se encontraron con la policía bloqueando el mausoleo que se ubicaba en la ciudad de Bogotá. Por órdenes presidenciales es desbloqueado y se permite la congregación, actividades y homenaje preparados. Pero, posteriormente en la Universidad Nacional sede Bogotá, varios estudiantes se reúnen en el campus universitario, allí la policía ingresa queriendo obligar a los estudiantes a dispersarse y en medio de dicha situación se genera confrontaciones. La respuesta de los policías fue disparar y es allí es cuando cae asesinado el estudiante de medicina y filosofía Uriel Gutiérrez. Posteriormente el gobierno propuso un encuentro donde ministros se reunieron con los estudiantes y decanos para discutir los acontecimientos, allí ingresaron aproximadamente 200 estudiantes con el cuerpo de Uriel, protestando y denunciando la represión del Estado y el actuar del gobierno que prometía “paz”.
El 9 de junio a pesar de varios intentos de conciliación y pacificación del gobierno, más de 1000 estudiantes en la capital salieron a las calles hacia la Plaza de Bolívar exigiendo la investigación del asesinato de su compañero. En medio de esta movilización la Policía Militar intervino y disparó provocando la muerte de 9 estudiantes más. A raíz de este hecho represivo el gobierno decide designar un nuevo rector en la Universidad Nacional, detener a varios estudiantes, criminalizar la protesta y militarizar Cali y Medellín para no permitir más protestas, buscando apaciguar la rebeldía.
Estos hechos demuestran cómo el Estado colombiano al servicio de grandes burgueses y terratenientes, no ha dudado en asesinar a sangre fría a hijos del pueblo que están dispuestos a protestar por mejores condiciones de vida, a denunciar el carácter injusto de la sociedad, a defender su derecho a la educación, y a solidarizarse con las justas luchas populares. La represión estatal hacia el movimiento estudiantil ha sido una constante que se prolonga hasta nuestros días, recordemos los asesinatos de Nicolás Neira (2005), Oscar Salas (2006), Miguel Ángel Barbosa (2016), Dylan Cruz (2019), y muchos más jóvenes estudiantes que vinculados a la protesta social han derramado su sangre a causa de las balas cobardes del Estado.
En la historia de Colombia el movimiento estudiantil ha jugado un papel importante contra políticas gubernamentales que afectan tanto la educación como al pueblo en general, llevando en varias ocasiones a que estudiantes entreguen su vida en contra de la opresión y explotación. En medio de estas manifestaciones coyunturales el estudiantado ha logrado en distintos momentos la consolidación de organizaciones regionales y nacionales que han puesto en discusión el carácter de la universidad y el papel de los estudiantes en la transformación revolucionaria de la sociedad.
De allí ha surgido llamados a los estudiantes como el de Camilo Torres (1965) en su texto Mensaje a los Estudiantes donde hace un llamado a un compromiso a la causa revolucionaria:
“Es necesario que la convicción revolucionaria del estudiante lo lleve a un compromiso real, hasta las últimas consecuencias. La pobreza y la persecución no se deben buscar. Pero, en el actual sistema, son las consecuencias lógicas de una lucha sin cuartel contra las estructuras vigentes. En el actual sistema, son los signos que autentifican una vida revolucionaria. La misma convicción debe llevar al estudiante a participar de las penurias económicas y de la persecución social de que participan los obreros y campesinos. Entonces, el compromiso con la revolución pasa de la teoría a la práctica. Si es total, es irreversible; el profesional no podrá volverse atrás sin una flagrante traición a su conciencia, a su pueblo y a su vocación histórica.”