Este 8 y 9 de junio se conmemora en Colombia una nueva jornada conocida popularmente como el día del estudiante caído o del estudiante combativo. Los acontecimientos que originan esta conmemoración del movimiento estudiantil colombiano se remontan a 1929, cuando un 7 de junio fue asesinado por la policía Gonzalo Bravo Pérez, estudiante de derecho de la Universidad Nacional. Gonzalo se encontraba participando de las masivas protestas en Bogotá contra la corrupción local y en rechazo al comandante de las fuerzas armadas reaccionarias Carlos Cortés Vargas. Este comandante fue uno de los máximos responsables de ejecutar la masacre de las bananeras, en donde unos meses antes fueron asesinados por el ejército miles de obreros de la empresa imperialista yanqui United Fruit Company en el departamento de Magdalena. Al día siguiente, 8 de junio, Gonzalo Bravo fue enterrado en el Cementerio Central de Bogotá en una multitudinaria manifestación convocada por el movimiento estudiantil. Producto de estas combativas jornadas de lucha, guiadas bajo las consignas “¡Muera el héroe de las bananeras!” -refiriéndose al asesino comandante Cortés responsable de la masacre- y “¡Abajo la rosca municipal!”, el pueblo conquistó la destitución del corrupto gobernador de Cundinamarca, del ministro de obras públicas y del criminal comandante de las fuerzas armadas.
25 años después de estos hechos, un 8 de junio de 1954, en medio de los tradicionales actos organizados por el movimiento estudiantil en homenaje a Gonzalo Bravo, la policía ingresa arbitrariamente al campus de la Universidad Nacional en Bogotá y asesina al estudiante de medicina y filosofía Uriel Gutiérrez Restrepo. Uriel se encontraba protestando contra la grave violación a la autonomía universitaria que se estaba perpetrando con la intrusión de la policía a las instalaciones de la universidad. Al día siguiente, 9 de junio, el movimiento estudiantil bogotano realiza una masiva movilización hacia el palacio presidencial para exigir justicia por el asesinato de su compañero y nuevamente el Estado burocrático-terrateniente colombiano, con el militar Gustavo Rojas Pinilla a la cabeza, da la orden al Batallón Colombia (mercenarios que venían de participar en la Guerra de Corea apoyando las fuerzas reaccionarias) de abrir fuego sobre los manifestantes, asesinando a 10 estudiantes y un trabajador que se encontraba en el lugar. Estos acontecimientos marcaron el profundo antagonismo del movimiento estudiantil con el régimen militar de Rojas Pinilla, al cual contribuirían a derrocar en las posteriores jornadas de protesta de 1957, donde los estudiantes colombianos cumplieron un destacado papel.
Dentro de los hechos relacionados con esta fecha, los estudiantes de la Universidad de Antioquia también tienen un vínculo, pues, un 8 de junio de 1973 en el marco de esta misma conmemoración, el estudiante de economía Fernando Barrientos fue asesinado por un agente secreto del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad) en medio de una combativa manifestación en la calle Barranquilla, que se realizó después de celebrar una asamblea general de estudiantes en el Teatro Popular Comandante Camilo Torres.
Estos hechos marcaron la historia del movimiento estudiantil colombiano y cada año se rememoran en medio de las manifestaciones del 8 y 9 de junio, junto con la memoria de otros estudiantes asesinados por fuerzas de represión como la policía, el ESMAD, ejército o también grupos paramilitares, las cuales representan la columna vertebral del viejo Estado de grandes burgueses y terratenientes, cumpliendo su reaccionario rol de preservación del viejo orden de explotación y opresión en nuestro país. Según cifras de la Unidad de Investigación Periodística del Politécnico Grancolombiano, se tiene información de 911 estudiantes asesinados entre 1920 y 2022. Nombres como el de Norma Galeano, Chucho Peña, Julián Hurtado, Humberto Contreras, Jesús Chucho León, Jaime Acosta, Edgar Vargas, Gustavo Marulanda, Carlos Mario Osorio, Paula Ospina, Magaly Betancur, Nicolas Neira, Jhonny Silva, Dilan Cruz, Julián Orrego, Javier Ordoñez y Lucas Villa, entre muchos otros, son recordados y homenajeados cada año en los claustros y las calles del país.
Para comprender el importante papel de los intelectuales basta con un breve vistazo a la historia del movimiento estudiantil colombiano, tanto estudiantes como profesionales, han estado vinculados en la lucha contra las injusticias sociales y por la transformación radical de la sociedad. Los estudiantes y profesionales, los cuales en su gran mayoría son hijos de las clases oprimidas en el país, no han limitado su movilización a las reivindicaciones por la defensa y el fortalecimiento de la educación pública, sino que, como lo atestigua la historia, también han sabido ser partícipes e incluso protagonistas de las más heroicas gestas del pueblo colombiano en las luchas por una auténtica liberación nacional de las garras del imperialismo y, por el fin de la opresión y la explotación gran burguesa y terrateniente. Los estudiantes han estado presentes en la solidaridad con los obreros explotados y masacrados por el imperialismo yanqui en los años 20, en las protestas del Bogotazo a finales de la década de 1940, en la lucha por derrocar el gobierno militar de Rojas Pinilla en la década de los 50, en las luchas armadas antimperialistas y campesinas de las décadas de 1960 y 1970, en el histórico Paro Cívico de 1977, en los paros estudiantiles de las décadas de los 2000 en defensa de la educación pública y en el Gran Levantamiento de Popular de 2021 (punto más elevado de la presente época de protestas y agudización de la lucha popular).
No sólo en nuestro país los intelectuales han cumplido un papel importante en la lucha revolucionaria por la construcción de un mundo diferente, sino que han participado activamente en históricos periodos de la lucha de clases en todo el mundo. En los procesos revolucionarios de Rusia y China del siglo pasado (durante su etapa como auténticos países socialistas y antes de las restauraciones capitalistas en sus territorios), los estudiantes y profesionales guiados por la ideología proletaria aportaron a la construcción de la sociedad al servicio de las masas populares. En Francia, el famoso mayo francés de 1968 mostró la rebeldía e insatisfacción de la juventud popular, proletaria e intelectual contra el decadente sistema capitalista, hoy en su fase superior y última, el imperialismo. En Estados Unidos en los años 60’s y 70’s movimientos estudiantiles e intelectuales realizaron campamentos y combativas protestas contra la guerra de agresión Yanqui a Vietnam.
En la actualidad, estudiantes lideran importantes protestas por reivindicaciones propias del movimiento estudiantil en defensa de la educación pública en Colombia y Argentina. Además, estudiantes en Oriente Medio (Turquía y diversos países árabes), Europa (Inglaterra, Francia, España, Italia, Grecia, Finlandia, Dinamarca, entre otros) y América (México, Argentina, Chile, Colombia, Estados Unidos) por medio campamentos, tomas, manifestaciones y una gran diversidad de acciones, han tomado posición en defensa y apoyo a la Resistencia de Liberación Nacional Palestina, oponiéndose al genocidio sionista de Israel que es apoyado por el imperialismo yanqui. Estos son solo algunos ejemplos del papel que ha cumplido el estudiantado ayer y hoy en las luchas populares, democráticas y revolucionarias de cada país.
Desde Nueva Democracia, prensa democrática y popular, en el marco de una nueva conmemoración del 8 y 9 de junio en memoria de todos aquellos estudiantes que murieron luchando por un mundo mejor, hacemos eco de este importante llamado del revolucionario Camilo Torres en su Mensaje a los estudiantes: “(…) la crisis económica y política se está haciendo sentir con todo el rigor sobre los obreros y los campesinos. El estudiante, generalmente aislado de estos, puede creer que basta una actitud revolucionaria superficial o puramente especulativa. Esa misma falta de contacto puede hacer que el estudiante traicione su vocación histórica; que, cuando el país le exige una entrega total, el estudiante continúe con palabrería y buenas intenciones, nada más. Que cuando el movimiento de masas le exige un trabajo cotidiano y continuo, el estudiante se conforme con gritos, pedreas y manifestaciones esporádicas. Que cuando la clase popular les exige una presencia efectiva, disciplinada y responsable en sus filas, los estudiantes contesten con promesas vanas o disculpas. […] Es necesario que la convicción revolucionaria del estudiante lo lleve a un compromiso real, hasta las últimas consecuencias. La pobreza y la persecución no se deben buscar. Pero, en el actual sistema, son las consecuencias lógicas de una lucha sin cuartel contra las estructuras vigentes. En el actual sistema, son los signos que autentifican una vida revolucionaria. La misma convicción debe llevar al estudiante a participar de las penurias económicas y de la persecución social de que participan los obreros y campesinos. Entonces, el compromiso con la revolución pasa de la teoría a la práctica. Si es total es irreversible; el profesional no podrá volverse atrás sin una flagrante traición a su conciencia, a su pueblo y a su vocación histórica”.
Consideramos que solo vinculados estrechamente con el pueblo trabajador y poniendo los conocimientos a su servicio, solo saliendo de la burbuja de la universidad y conociendo las penas y dificultades que vive la gran mayoría de la población, solo con un intenso y disciplinado trabajo cotidiano de concientización y organización que trascienda la palabrería o la efervescencia efímera de la acción combativa, solo con una entrega total y sin reservas a la causa de la verdadera emancipación de todos los oprimidos y explotados, solo así, los estudiantes y profesionales podrán cumplir su vocación histórica. Así el estudiante contribuirá a forjar en Colombia una auténtica República Popular libre de las ataduras del imperialismo, de la clase terrateniente y de la gran burguesía monopólica, que encadenan hoy a la nación e impiden su desarrollo. La construcción de una Nueva Democracia en Colombia requiere de la participación activa y comprometida del intelectual democrático y militante, para unirse a la clase obrera y al campesinado como un firme aliado para la revolución que demanda nuestro país.
Para concluir, hacemos extensivas a la juventud colombiana estas palabras del dirigente comunista chino Mao Tsetung, quien en 1957, en medio de una conversación con estudiantes y practicantes chinos en Moscú, les recordó que: “El mundo es de ustedes, y también de nosotros; pero en última instancia, es de ustedes. Los jóvenes, plenos de vigor y vitalidad, se encuentran en la primavera de la vida, como el sol a las ocho o nueve de la mañana. En ustedes depositamos nuestras esperanzas (…) el mundo les pertenece. El futuro (…) les pertenece”.