
Desde el viernes 6 de junio de 2025, está en desarrollo un movimiento de protesta en el condado de Los Ángeles, California, en Estados Unidos, contra la política migratoria del actual presidente Donald Trump. El lugar de comienzo de la coyuntura se puede localizar en Paramount, suburbio ubicado al sur del condado y que cuenta con más de 82% de población de origen latino.
El grueso de las protestas es protagonizado por población estadounidense solidaria con los inmigrantes extranjeros, especialmente los indocumentados, que están bajo ataque constante de la actual administración. En poblaciones como Paramount y muchos otros lugares del país, los migrantes, independientemente de su status legal, se han integrado en comunidades de trabajadores ligadas a partir del lugar de labor, vivienda, nacionalidad e incluso han tejido redes con trabajadores blancos y negros nacidos en el país. Las acciones de ICE generan un impacto profundo en esas comunidades, donde una deportación puede significar un rompimiento familiar o de cualquier otra relación interpersonal importante.
La ola de manifestaciones se ha extendido a lo largo de todo el condado de Los Ángeles hacia la ciudad de Los Ángeles, Culver City y Boyle Heights. Y, por todo el país, en varias de las ciudades más importantes como San Antonio, Austin, Dallas, New York, San Francisco, Atlanta, Chicago, Philadelphia y Washington DC .

Expresando su rechazo rotundo a la política chovinista y racista de Trump, el pueblo sale a las calles a dignificar la imagen del migrante, y a combatir a los elementos de la reacción que se han articulado en una política de acoso y matoneo contra los trabajadores extranjeros del tercer mundo que viven en Estados Unidos.
Los protestantes se han defendido de la represión con fuegos pirotécnicos y quemando carros de policía. Elevando las banderas de los países de sus familiares migrantes, reivindican a naciones que históricamente han sido oprimidas por el sistema imperialista comandado por Estados Unidos.
En respuesta a la ira popular que encontró y a su aislamiento por parte de amplios sectores de la sociedad, Donald Trump ha apostado por doblegar la represión. Así, 700 marines fueron desplegados, así como 4.000 miembros de la Guardia Nacional. Amenaza, aun mas, con incrementar el pie de fuerza como si esto pudiera ser efectivo para desincentivar el odio popular.

En aras de lograr su objetivo de llevar a cabo la deportación más grande de la historia, muchos trucos tramposos son usados por las fuerzas de la reacción bajo comando de Donald Trump. Parte de estas estrategias ha sido, en conjunto con los jueces del USCIS y la Corte de Inmigración, desestimar los casos de asilo de los solicitantes para automáticamente dejarlos en manos del ICE. Esto se está haciendo sin una audiencia, parte el proceso que es la oportunidad que tiene el inmigrante de defender sus razones de haber cruzado la frontera irregularmente.
Además, se están haciendo redadas sin contar con ordenes firmadas por un juez para detener a individuos determinados, lo cual viola el debido proceso. Justamente, sectores de la burguesía monopolista más ligados al partido demócrata, como el actual gobernador de California, Gavin Newsom, han usado este elemento de ilegalidad de las acciones de Trump, tanto en la forma de llevar a cabo las deportaciones como en la de reprimir el movimiento de protesta, constantemente en comunicaciones públicas contra Trump, dejando clara la división que hay en las clases dominantes alrededor de la cuestión migratoria. Sin embargo, aunque Newsom se muestre contrario a las políticas de Trump en cuestión migratoria, son los policías bajo su mando quienes están reprimiendo fuertemente las protestas. Realmente Newsom habla en favor de los migrantes para impulsar su campaña presidencial.
Se configura con esto, una clásica coyuntura política en la cual las fuerzas de la ultraderecha están dispuestas, pese al sonrojo de los “liberales”, a realizar sus intereses en función de perpetuar el orden social de explotación y opresión.
La respuesta popular a la acción racista y anti popular del ICE demuestra que el avance de fuerzas ultrarreaccionarias, tiene necesariamente como correlato necesario un avance potencial o real de las fuerzas populares, quienes albergan en sí la capacidad de transformar la realidad. Así se entiende la emergencia de las protestas y el impacto político que han tenido, llegando al punto de que Trump las calificase como “una forma de rebelión contra la autoridad del gobierno de los Estados Unidos”, desconociendo su capacidad para responder a las demandas bajo otra política que la represiva.