
El predio la Sonora, de más de 1.000 hectáreas de extensión, ubicado en cercanías de Pailitas, municipio del Cesar, se encuentra en proceso de recuperación por un grupo de más de 100 familias campesinas, que por tercera vez enfrentan esta batalla por conquistar un pedazo de tierra, esta vez agrupados en la Comisión por la Vida Digna, la Tierra y los Territorios, organización que hace parte del Coordinador Nacional Agrario (CNA).
Esta hacienda que hoy se encuentra en recuperación tiene un pasado ligado de manera macabra al paramilitarismo. Los recuperadores comentan que varias de sus jagüeyes (depresiones naturales o artificiales que almacenan agua, comúnmente utilizadas como fuentes de agua potable y para la agricultura) fueron convertidos en un cementerio a manos del paramilitarismo.
La Sonora fue uno de los centros de entrenamiento de tropas paramilitares utilizado por el “Cabo Machado”. El medio informativo, Verdad Abierta, habla así de este sujeto: “El alias de ‘Cabo Machado’ no es fortuito. Aramis Machado Ortiz alcanzó en el Ejército el grado de cabo primero y por eso cuando se unió a los paramilitares de Salvatore Mancuso en Norte de Santander asumió en la ilegalidad el nombre de rango militar que hasta entonces ostentaba. En el Bloque Catatumbo, entrenó a los paramilitares de Santander y sur del Cesar y luego se convirtió en el cómplice de Jorge Iván Laverde alias ‘El Iguano’, el paramilitar que confesó haber desaparecido a decenas de personas en crematorios clandestinos del Catatumbo”.
La quebrada La Floresta
Esa es la historia de la Sonora, su pasado antes de convertirse en foco del actual proceso de recuperación de tierras no era mucho mejor. Una de las principales cuestiones que llenaban de preocupación a los recuperadores de la Sonora es el estado en que se encontraba la quebrada La Floresta, cuerpo de agua de vital importancia ecológica y económica para la región y que pasa por la hacienda.
Del cuidado de esta quebrada depende el abastecimiento del acueducto del corregimiento El Burro, dependen el cuidado de otros cuerpos de agua aledaños y la flora y fauna de estos. De esta quebrada depende la pesca y la agricultura de varias zonas en la región.
La preocupación radica en que la quebrada ha sido objeto de extracción de material de arrastre lo cual la ha perjudicado en múltiples formas. A su vez perjudica al campesinado de la zona y a la población en general. La inquietud no es solo de parte de los recuperadores, sino de la población en general: “Nos estamos perjudicando en las siete comunidades que están en la parte baja de la quebrada La Floresta … La explotación está a más de 200 metros de profundidad, lo cual afecta el espejo de agua y contamina la cuenca hídrica” (Marta Manzano, tomado del medio virtual Tuperfilnet).

Lo anterior son declaraciones de una concejal de Tamalameque, corregimiento por el cual pasa la quebrada y coincide con la denuncia que hacen los propios recuperadores quienes afirman que: “los volqueteros de ASOGRECONTAMA quieren seguir dañando la quebrada”.
Los campesinos recuperadores de la tierra
Hemos hablado un poco sobre la historia del predio la Sonora, pero también vale la pena hablar sobre la historia de los que hoy están llevando a cabo el proceso de recuperación. Estas familias, son de origen campesino, muchas de ellas golpeadas por la violencia contra el campesinado que se vivió en el pasado y que se vive en el presente. La mayoría son campesinos de la región, pero también allí se encuentran campesinos desplazados del Catatumbo y zonas aledañas.
Los campesinos de la región cuentan que muchos de los centros poblados aledaños se fundaron con base en antiguas recuperaciones de tierra. Esto es muy significativo, pues expresa la historia del país. En Colombia, la base para la fundación de pueblos, barrios y veredas ha sido el trabajo y/o la lucha del campesinado por la tierra. En la recuperación de la Sonora además de encontrarse hijos de antiguos recuperadores de tierras, también se encuentran campesinos que participaron en otras expresiones de la lucha campesina, como lo fue por ejemplo el histórico paro cívico del nororiente colombiano de 1987.
En el predio hay un gran número de mujeres, que a la par de los hombres participan en las tareas cotidianas de cocina, siembra y vigilancia. Las motivaciones que expresan estas mujeres para enfrentar la lucha por la tierra son claras: lo hacen por sus hijos y están dispuestas a defenderlos como fieras.
Otro asunto que llama la atención es la juventud convencida de querer conquistar un pedazo de tierra. Contrariando a las voces que dicen: “la juventud ya no cree en el campo”. Los jóvenes están presentes poniendo su energía y su marca en esta lucha, lo que demuestra que la juventud está dispuesta a luchar por la tierra cuando confía en que puede conquistar la victoria.
Los recuperadores de la Sonora dicen que su lucha es muy sencilla de entender: “el predio… tiene baldíos, lo que quiere decir que quien se dice dueño se apropió de las tierras que, por ley, deben destinarse para que el campesinado sin tierra pueda trabajar en dignidad”. Pese a que es legítimo el afán de los recuperadores por obtener tierra para trabajar y que la apropiación de la Sonora por parte de su actual dueño fue una apropiación ilegal, las leyes y todo el aparataje estatal no están favoreciendo a las comunidades campesinas sino a esos propietarios ilegítimos de la tierra.
La situación actual
Los campesinos de la Sonora recibieron un aviso de desalojo, el cual fue suspendido de manera indefinida gracias a la lucha que vienen librando por legitimar sus acciones ante el pueblo cesarense y colombiano. Sin embargo, la amenaza de desalojo todavía está presente dado que el que se dice propietario del predio sigue reclamando derechos sobre éste y el aparato estatal sigue protegiendo sus intereses.
Los campesinos denuncian al inspector de Pailitas, Antonio José Caballero, y al personero municipal José Mario Meneses, como impulsores de las amenazas de desalojo. Denuncian a Miguel Ángel Sánchez, abogado apoderado del antiguo propietario, de difundir mentiras y asediar por medio de intimidaciones a la comunidad y denuncian a Juan Criado y Jesús Alberto Carrillo, representantes de los volqueteros que extraen material de arrastre de la quebrada, de intentar ingresar al predio con reconocidos paramilitares de la zona para seguir con la explotación de la quebrada sin contar siquiera con las mínimas licencias ambientales.
Pese a las amenazas tanto legales como ilegales, a las dificultades propias de los procesos de recuperación, la firmeza, la confianza y la moral de los recuperadores siguen en alto y afirman que:
“Sí, esta lucha tiene enemigos, pero sabemos que son más los amigos, aliados, solidarios con el campesinado y defensores de la vida”.
Esta firmeza se alcanzó porque han podido encontrar la manera de organizarse para enfrentar cada reto y triunfar. Tienen el ejemplo y aprendizaje de procesos aledaños que marcan el camino hacia una idea: es posible triunfar.
Tienen el ejemplo del histórico proceso de la Oficina, en el cual hace no más de dos años, el campesinado en recuperación enfrentó durante tres días a las fuerzas represivas del ESMAD (Escuadron Móvil Antidisturbios, que hace un tiempo cambió su nombre a UNDMO) que pretendían desalojarlos. Los campesinos de la Oficina (y de otros predios que fueron a brindar su apoyo) no fueron desalojados y hoy permanecen en esas tierras que ya son suyas.
Actualmente, en el predio la Sonora, los recuperadores están a la espera de enfrentar duras batallas y es por eso que dejan un mensaje a los amigos del campesinado: “llamamos a todas las organizaciones campesinas, ambientales y sociales a solidarizarse, acompañar y visibilizar nuestra lucha para impedir el atropello de nuestras comunidades”.
La recuperación de la Sonora no ha pasado desapercibida para el poder terrateniente, pues se une a otros procesos de recuperación de tierras en el Cesar. Los terratenientes de Fedegan en su órgano de propaganda, la revista virtual Contexto Ganadero han exclamado que hay que “exhortar” la activación de las brigadas solidarias y ha recordado amenazantemente que el delito de invasión da de 90 días a 7 años de prisión.
La recuperación de la Sonora no es un caso aislado, sino que se une al torrente de tomas de tierras del departamento del Cesar y del país. El campesinado con sus actos está cumpliendo la tarea de volver a poner en la palestra pública las recuperaciones de tierra como acciones legitimas y necesarias por parte del movimiento popular. Compete que los luchadores populares y revolucionarios se pongan a la altura de las circunstancias y levanten también la bandera de la lucha por la tierra desde el lugar que se encuentren.